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Sánchez se lo juega todo al Illa ‘president’

El líder del PSOE exhorta a su equipo a ignorar las críticas y centrarse en la importancia de que un socialista dirija la Generalitat y en las renuncias del independentismo

Pedro Sánchez
La presidenta del PSOE, Cristina Narbona; el presidente del Gobierno y secretario general socialista, Pedro Sánchez; y la vicepresidenta primera y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, este lunes en la ejecutiva de su partido. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en la última Comisión Ejecutiva Federal en Ferraz, entre Cristina Narbona y la vicesecretaria general, María Jesús Montero.EVA ERCOLANESE (PSOE)
Javier Casqueiro

La necesidad ahora, en este caso, se llama Salvador Illa president. Para el líder del PSOE, Pedro Sánchez, la virtud de este polémico acuerdo entre el PSC y ERC es que aupará a Illa como tercer presidente socialista de la Generalitat de Cataluña. Lo demás son “distracciones a obviar”, como les indicó el propio Sánchez el lunes a los 25 componentes de su ejecutiva, que respaldaron el pacto sin conocerlo, con la excepción simbólica de la abstención telemática del representante de Castilla-La Mancha.

Lo único que le discutió a Sánchez su equipo fue la necesidad de explicar bien los detalles y conceptos de este singular concierto económico catalán, que no se quiere presentar como otra excepción a la caja tributaria común —como la vasca y la navarra— por las ampollas que levanta ese privilegio entre muchos de sus barones autonómicos y de su electorado en el resto de España. La campaña para intentar convencer al PSOE crítico de que la financiación singular y especial para Cataluña es necesaria, pero “solidaria” la comenzó Illa al asegurar este sábado que será “progresista, de izquierdas y no irá contra nadie”. Sánchez confía de nuevo en que el tiempo, como sucedió con los indultos y la amnistía, le acabará dando políticamente la razón y desde septiembre reactivará su agenda legislativa.

La vicesecretaria general, número dos del PSOE, vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, fue la encargada de asegurar ante la cúpula socialista más próxima a Sánchez, después del discurso inicial y optimista del presidente, de que el nuevo modelo de financiación, todavía por descifrar, sí será en este caso solidario, que es el nuevo mantra que esgrimió este sábado en su favor el propio Salvador Illa y empiezan a repetir otros muchos dirigentes. Montero, hasta hace pocos días totalmente contraria a conceder la llave de la caja tributaria a la Generalitat, ahora argumenta que gracias a este pacto los independentistas han postergado algunas de sus reivindicaciones separatistas más históricas, algo que ni ERC ni Junts, el partido de Carles Puigdemont, aceptan.

En el Gobierno y el PSOE advierten de que ellos han firmado este compromiso, con disposición total a cumplirlo, pero a sabiendas de que será de “muy difícil ejecución” porque no tiene fácil encaje en una mayoría que refrende ese cambio en la Ley de Financiación Autonómica (Lofca) en el Congreso. El PP acusa a Sánchez de “comprar con esta corrupción política y económica” unos cuantos votos secesionistas para mantenerse en el poder, pero en el fondo se barruntan que el líder socialista ha engañado a los republicanos con una promesa imposible.

El Gobierno, el PSOE y el PSC habían concedido a ERC toda esta semana para apropiarse del éxito del acuerdo político que convertirá a Illa en el tercer presidente socialista catalán, después de 14 años sin acceder a esa posición, y para trabajarse a sus díscolas bases para que suscribieran esa investidura en la consulta planteada este viernes. Superado ese escollo, por la división interna en ERC y lo imprevisible del comportamiento de sus afiliados, que no se fían nada de los socialistas, Illa salió a la palestra tras la ejecutiva del PSC y propulsó otra campaña, ahora más peculiar: la de presentarse como un presidente templado y no divisivo para los ocho millones de catalanes, sí, pero también la de confirmar que tampoco será un president insolidario con el resto de España.

En los apenas 10 minutos que duró su exposición pública de este sábado, tras casi un mes sin comparecencias, Illa presentó el acuerdo del PSC con ERC y los Comunes, los tres partidos “progresistas y de izquierdas”, algo que repitió varias veces, como un proyecto “ambicioso, solvente, transparente y solidario”, que no irá contra nadie, pero buscará una “necesaria financiación singular para Cataluña”. El tono sosegadode las palabras de Illa importa, pero también el trasfondo, ahora especialmente en clave interna para el PSOE del resto de España.

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El presidente Sánchez anticipó el lunes ante su ejecutiva los problemas y discrepancias que se han ido observando durante el resto de la semana entre muchos de sus barones autonómicos, que temen por la lectura de esa singularidad en sus territorios como otro privilegio más para Cataluña. Sánchez ya contaba, como ironizó el miércoles en su exposición de balance del curso en La Moncloa, con el desmarque del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y también con el del líder del PSOE aragonés, Javier Lambán. El presidente le dijo a su equipo que ahora tocaba priorizar: “Hay que saber qué es aquí lo importante y obviar lo que no lo es y lo más relevante es que Illa será presidente de Cataluña y en eso es en lo que hay que centrarse ahora”. Los presentes tomaron nota, aunque sabían que debían reservar sus mensajes unos días hasta conocer el resultado de la consulta de ERC de este viernes y la reaparición de Illa. En La Moncloa insisten: “Que Illa sea president supone un hito importantísimo para el país y tiene un gran valor histórico: la recuperación de la normalidad territorial e institucional en España desde la sentencia del Estatut”.

En la ejecutiva del PSOE hubo más debate y discusión de lo que se contó, para empezar porque ni siquiera ofreció ese día una rueda de prensa su portavoz y tampoco fue muy explícito al respecto Sánchez en su balance en La Moncloa. Pero las posiciones que se expresaron sí abundaron en la necesidad de que los pormenores del acuerdo se expliquen bien, algo que sigue sin ocurrir. Los dirigentes presentes prestaron mucha atención a la exposición de Montero, porque sabían que había rechazado ofrecer la llave de la recaudación de todos los impuestos a la Generalitat a partir de 2026 hasta unas horas antes y porque es la responsable de esa cartera en el Gobierno central. La vicepresidenta primera habló entonces de “solidaridad y de ordinalidad, para asegurar que el modelo no perjudicará a las demás autonomías”, según uno de los presentes en esa cita. El principio de ordinalidad aseguraría que ninguna comunidad podrá contar con más recursos que Cataluña una vez aplicados los fondos de solidaridad.

La vicepresidenta económica reafirmó que si la reforma de la ley de financiación autonómica se aprueba en línea con lo cerrado con ERC y los comunes, y la Generalitat asume el cobro de todos los impuestos estatales, tendrá obligatoriamente que liquidar al Gobierno central el dinero de los servicios e inversiones que haga en esa comunidad y además aportar una cantidad extraordinaria en concepto de solidaridad con el resto de comunidades. Y subrayó mucho que esa partida será conocida, pública, y ella defiende que con la misma, de hecho, ERC, que es una formación independentista, está asumiendo que Cataluña no tiene por qué separarse de España y relega sus pretensiones más separatistas, que será ahora una de las críticas que los republicanos recibirán de Junts, el partido de Carles Puigdemont.

En el Gobierno, y entre los barones con más en sintonía en La Moncloa, se desplegará ahora el mensaje de que el acuerdo será bueno para Cataluña y para España, como se verá si la legislatura termina por arrancar y si Junts no la torpedea drásticamente con el boicoteo de los próximos presupuestos. Los ministros y dirigentes territoriales del PSOE más próximos a Sánchez arroparán a Illa, y su capacidad de gestión, en la que han depositado algo más que su confianza ante próximas citas electorales. El secretario general del Partido Socialista de Andalucía, Juan Espadas, abundó este sábado en que “la clave” ahora estará en asegurar la solidaridad y en mejorar la financiación para todas las autonomías con un sistema “justo y constitucional”.

Illa está llamando personalmente a algunos de esos barones, aunque no a todos. García-Page no recibió esa comunicación y se mantiene muy crítico. Otros, como el asturiano Adrián Barbón y líderes en la oposición como el extremeño Miguel Ángel Gallardo, el madrileño Juan Lobato o el gallego Xosé Ramón Gómez Besteiro, han expresado sus dudas y hasta pedido que se reúna el Consejo Político Federal, pero en el entorno del presidente aseguran que con más lealtad y disposición para entender que ahora lo único importante es que Illa salga president catalán antes de que acabe agosto.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.
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