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Los árboles de Vitoria se apagan: “No es que llueva menos, llueve de forma diferente”

El Ayuntamiento de la capital vasca encarga un estudio para conocer las causas del “decaimiento”, los achaques y la alta mortalidad que sufre el arbolado urbano

Secuoyas muertas en el parque Arriaga de Vitoria.
Secuoyas muertas en el parque Arriaga de Vitoria.Fernando Domingo-Aldama

Las primeras dos secuoyas de la hilera que hay al oeste del parque de Arriaga de Vitoria son dos largos troncos yermos sin copa ni ramas. Las que les siguen mantienen cierto follaje pero no tienen buena pinta. “Las estamos perdiendo”, reconoce Alejandro Ruiz Rolle, técnico arborista del Ayuntamiento de Vitoria, mientras explica las tareas que están realizando para evitarlo. “No están respondiendo a los tratamientos o lo están haciendo muy despacio”. Una secuoya gigante puede llegar a vivir 3.000 años en su entorno natural pero las que hay plantadas en este parque de 18 hectáreas se están muriendo sin llegar al medio siglo de vida. Y el Ayuntamiento no sabe exactamente por qué.

Y no sólo está ocurriendo con las secuoyas. Justo en frente hay tres abedules que han muerto en apenas un año y un centenar de metros más adelante un grupo de chopos que, a primera vista parecen no tener achaques, están en riesgo de seguir el mismo destino. “Los árboles en los parques y jardines de Vitoria están experimentando en los últimos años un preocupante proceso de decaimiento”, señala un informe del Ayuntamiento. “Hay géneros que están manifestando una mortalidad muy acusada y procesos de envejecimiento rápidos sin opción de recuperación o intervención”. Ejemplares de determinadas especies en la ciudad presentan “hojas marchitas, pérdida de follaje, vulnerabilidad a plagas y enfermedades, paradas en la fisiología y disminución del crecimiento”, detalla el informe.

“La palabra correcta para lo que está sucediendo es decaimiento, no enfermedad”, insiste Ruiz Rolle. El desencadenante de esta mortalidad no es una plaga ni hongos que descompongan la madera de los árboles. “No hemos encontrado patógenos que nos hagan pensar que es algo externo que de repente está matando a los árboles”. ¿Pero entonces qué es lo que está detrás de lo que está ocurriendo en Vitoria? “Nuestras sospechas apuntan a la calidad del suelo, no tenemos la certeza total, pero creemos que el suelo es clave”. Y el suelo en el que penetran las raíces de los árboles en Vitoria no es el mejor. Prácticamente, el 50% de su composición es arcilla, proclive a compactarse cuando escasea la lluvia y suben demasiado las temperaturas.

“El problema principal para el arbolado urbano, y Vitoria no es una excepción, es la compactación del suelo. A base de pisar el suelo andando, y ya los coches ni te cuento, desaparecen los poros, el aire de dentro va desapareciendo”, señala el técnico arborista. Y con esa desaparición se van los nutrientes y el agua del que se alimentan los árboles. El problema de la compactación no es tan grave mientras esos suelos arcillosos se mantengan húmedos de forma continua, mientras llueva con la cadencia con la que ha solido llover en Vitoria y el calor no apriete de forma extrema. Pero eso ha cambiado en los últimos años.

Vista del estado de los árboles del parque Arriaga de Vitoria.
Vista del estado de los árboles del parque Arriaga de Vitoria.f

“Cuando deja de haber precipitaciones continuas, el suelo empieza a secarse progresivamente y si vienen olas de calor que es algo relativamente novedoso en Álava, los suelos se resquebrajan y se quedan con esa apariencia que tienen los fondos de un pantano seco”. Así apareció el suelo de varios parques este mismo mes de mayo en Vitoria. El decaimiento viene de tiempo atrás, pero los veranos de 2022 y 2023, con mucho calor y poca lluvia, “hicieron saltar la liebre”, cuenta Ruiz Rolle. Este 2024 el verano ha arrancado con agua y temperaturas templadas.

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Arantza del Canto, bióloga vegetal en la Universidad del País Vasco y que forma parte del grupo de investigación Fisioklima-AgroSosT dedicado el impacto del cambio climático en los agro-ecosistemas, explica en una conversación telefónica que “no es que llueva menos sino que llueve diferente que es el problema”.” Antes era frecuente una lluvia distribuida de forma más uniforme a lo largo del tiempo y ahora tenemos períodos en los que llueve un montón y otros en los que no. Y eso al final le hace mucho daño a la vegetación”. Del Canto añade que, aunque las condiciones climatológicas sean buenas, un árbol fuera de su entorno, en una ciudad, “está sometido a muchos estreses y posiblemente ante un nuevo estrés, al final no va a resistir”. Sostiene también que en las ciudades el suelo es determinante para la salud de los árboles: “Suelen tener poco espacio y suele ser un suelo agotado porque no tiene una regeneración de materia orgánica como se puede dar en un bosque o en un campo agrícola”.

Ante esta situación, el Ayuntamiento ha encargado un estudio del suelo de los parques y jardines de Vitoria. Se van a recoger muestras en 16 parques de la ciudad, entre ellos también el parque de Arriaga de las secuoyas moribundas. En total, se van a seleccionar 40 ubicaciones para efectuar el rastreo y determinar qué es lo que está ocurriendo en el suelo de los jardines de la ciudad. “Queremos mantener el valor ambiental de nuestras zonas verdes”, ha señalado la teniente de alcaldesa y concejala de Espacio Público, Beatriz Artolazabal. Una de las particularidades de este estudio es que se va a analizar la microfauna que habita en los suelos de Vitoria, hongos, bacterias o bacilos que ayudan a que los árboles absorban los nutrientes que necesitan.

Mientras tanto, el Ayuntamiento no está de brazos cruzados y como en otras ciudades ha emprendido en los últimos años un trabajo para promover especies que sean más resistentes al cambio climático como sóforas, melias u olmos. “Si no hacemos nada, muchas especies de estas que estamos viendo se van a ir y esto va a quedar como un solar al sol por el que no pueda pasar nadie”, dice Ruiz Rolle señalando a la vegetación que todavía se mantiene en pie en el parque de Arriaga.

Para el técnico arborista la prioridad pasa por plantar árboles de entidad con grandes sombras que reduzcan la temperatura. “Los árboles pequeños no sirven para nada en la ciudad”. “Buscamos especies que crezcan a un ritmo que nos permitan poder contar con un árbol de cierto tamaño sin esperar demasiado tiempo”. Ruiz Rolle matiza en todo caso: “No estoy agobiado con que se vaya a morir toda la población arbórea pero sí hay preocupación por algunas especies que nos obligan a reaccionar rápido y creo que lo estamos haciendo”.

Vitoria atesora más de 110.000 árboles sin contar con el Anillo Verde que circunda la ciudad y cada año llegan a plantarse más de mil nuevos árboles. Cada vez que se planta un nuevo ejemplar se retira ese suelo arcilloso tan engorroso y se meten nuevas mezclas que junto a otras aplicaciones de materia orgánica están dando buenos resultados. “En los últimos tres años el perímetro de los árboles en segunda brotación ha pasado de un perímetro de 10-12 centímetros a 18-20 centímetros”. “Jamás se habían conseguido estos crecimientos en Vitoria”, dice con optimismo Ruiz Rolle.

Junto a las mortecinas secuoyas de Arriaga fluye la vida. Unos críos de poco más de 10 años juegan un partido de ping pong improvisado con un balón de fútbol. Antes un grupo de mujeres hacían gimnasia. Gente en bici o patinete pasa al lado. Pero casi nadie se fija en el declive de las secuoyas. Sólo cuando el fotógrafo de EL PAÍS empieza a retratarlas, un hombre de edad avanzada se acerca y cuenta que en su pueblo tiene un árbol similar y se está secando. “¿Sabéis por qué se mueren?”, pregunta señalando a las secuoyas.

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