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Feijóo contiene el aliento ante el temor a que no prospere su plebiscito contra Sánchez

Dirigentes y barones del PP admiten el nerviosismo en el partido, ya que para trasladar el mensaje de fin de ciclo necesitan una victoria amplia tras una campaña accidentada

El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, clausura un acto electoral el jueves en la madrileña Plaza de Callao.Foto: SERGIO PEREZ (EFE) | Vídeo: EPV
Elsa García de Blas

Algo le pasa al PP de Alberto Núñez Feijóo con las campañas electorales. Algunos barones populares creen que terminan cayendo en una suerte de profecía autocumplida: la dirección confiesa cuál es su mayor temor y, según avanza la campaña, este empieza a acercarse peligrosamente, hasta dejar a Feijóo siempre al borde del precipicio. Ocurrió en las pasadas elecciones catalanas, cuando la dirección del PP contuvo el aliento hasta el final, atrapada en el marco sobre si iba a superar o no a Vox (al final lo consiguió, por 15 a 11 escaños), y ha sucedido también en estas elecciones europeas. El PP, que hace semanas divisaba una cómoda victoria en el plebiscito que había diseñado sobre Pedro Sánchez, termina ahora sumido en un estado de nerviosismo por un posible empate con el PSOE.

La mayoría de los dirigentes y líderes territoriales populares consultados creen que la distancia con los socialistas será estrecha este domingo. En esas condiciones, vender un fin de ciclo se antoja complicado. Feijóo cruza los dedos para no fallar, con la sensación ―otra vez―de encontrarse, sin saber cómo, con el agua al cuello.

Aunque el juez Juan Carlos Peinado lanzó una tabla de salvación al PP al irrumpir los últimos días con la citación a la esposa de Pedro Sánchez, los populares han sufrido con una campaña que comenzó torcida. Algunos de los principales barones la describen como “floja”. “La primera semana fue mala para nosotros, con [Javier] Milei y [Benjamin] Netanyahu movilizando votos para los socialistas”, rememora un presidente autonómico del PP. “Íbamos por detrás, sin iniciativa”, recuerda.

Los populares sufrieron toda la primera parte atrapados en los marcos de la izquierda por la crisis diplomática con Argentina y por la masacre en Gaza ―con foto de Netanyahu y Abascal incluida―, y con el PSOE y Vox cómodos en sus posiciones políticas mientras ellos hacían equilibrios y aparecían desdibujados. Feijóo cometió también algunos errores propios, como cuando abrió la puerta a los pactos con la primera ministra italiana Giorgia Meloni, lo que dio oxígeno a la estrategia del PSOE, centrada en el peligro del auge de la extrema derecha; o ya al final, cuando resbaló al no descartar una moción de censura contra Sánchez con apoyo de Carles Puigdemont. Al principio todo iba de mal en peor, revela un barón: “Durante la primera semana, varios de nosotros llegamos a pensar que perdíamos”.

El PP tiene la sensación de que la recta final se enderezó, gracias a la aprobación definitiva de la ley de amnistía y, sobre todo, a la citación judicial a Begoña Gómez. Pero, con todo, los populares parecen haber dilapidado la amplia distancia que sacaban al PSOE antes de salir al ruedo electoral. El pasado marzo, la encuestadora GAD3 llegó a dar once puntos de diferencia al PP sobre el PSOE en las europeas. En abril, SigmaDos les otorgaba casi siete puntos de ventaja. Y ahora, incluso a pesar de que todos los presidentes autonómicos y Feijóo se han volcado en buscar una movilización de la derecha al galope del antisanchismo, la conclusión en el partido es que llegan a la cita con las urnas desfondados y con el PSOE pisándoles los talones, a una distancia que se ha reducido a solo dos o tres puntos, según estiman las principales baronías del PP. El último barómetro de 40dB. para EL PAÍS, del mes de mayo, dejaba esa diferencia en tres puntos y medio.

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En el PP creen que el PSOE ha conseguido aguantar fuerte, en torno al 30% de los votos, según la mayoría de las encuestas, “porque se está comiendo a Sumar y a Podemos”, mientras en la derecha Feijóo no logra absorber a Vox (en el sondeo de 40dB., Sumar tiene un 5,7% y Podemos un 4%, con Vox en un 12,6%). La extrema derecha es la clave que desconcierta al PP, que no da con la tecla para atraer a su electorado: resistió en las elecciones vascas y catalanas y lo hará en las europeas, según los sondeos. “El cabreo con Pedro Sánchez por la amnistía y por el caso de Begoña Gómez hace que Vox mantenga su suelo”, analiza un barón popular, en línea con otros que advertían de que exaltar demasiado las pasiones en campaña podía beneficiar a los ultras.

El debate sobre la estrategia para vencer a la extrema derecha es agitado en el PP, y a la luz de lo que suceda el domingo se intensificará. Algunas voces defienden que habría que dejar caer algún Gobierno conjunto para darles una estocada, mientras que otros que gobiernan con ellos creen no hay que caer en el nerviosismo y la mejor apuesta es por una muerte lenta, como sucedió la de Ciudadanos. Otros barones echan en falta “más guiños de Feijóo a ese electorado”, pese a que el líder del PP ya se ha dejado contaminar con el discurso ultra en cuestiones tan sensibles como la inmigración, a la que los populares han caído en vincular a la delincuencia. El sector moderado opina lo contrario: “Se van a quedar donde están, así que olvidémonos de buscar un trasvase de sus votantes”, defiende un miembro de la cúpula. La disparidad de opiniones da idea de cómo de enmarañada está la discusión ideológica en el PP sobre la relación con la extrema derecha.

Los barones del PP creen que este domingo lo importante es ganar, pero para que se valore como un buen resultado, Feijóo tendría que superar al menos en tres puntos a Sánchez. Los populares saben que si quieren convencer de que Sánchez está en un fin de ciclo, no basta con una victoria: necesitan que sea amplia. “Incluso si Feijóo ganara por cuatro puntos, iban a decir que ellos son más, porque se juntan todos y porque nosotros no hemos conseguido que cale que pactar con Puigdemont es como hacerlo con la extrema derecha”, se lamenta un dirigente del PP de Madrid. La posibilidad de un empate, que Feijóo ha puesto sobre la mesa en la recta final, “sería una mala noticia”, subraya un presidente autonómico. Y una derrota, aunque no se contempla, abriría un terreno inexplorado con mucho ruido interno en el que algunos en el PP ven a Sánchez adelantando las generales.

Ayuso fue la única que advirtió de los riesgos de dar por sentada la victoria. “No caigamos en los errores de la última campaña”, dijo marcando perfil ante lo que pueda suceder la noche del domingo. Pase lo que pase, en las principales baronías populares, incluida la madrileña, aseguran que el trono de Feijóo en el PP no corre peligro, teniendo en cuenta, además, que la gobernabilidad de Sánchez no está consolidada por el laberinto del próximo Gobierno de Cataluña y que no se pueden descartar unas generales en el corto plazo.

Ahora bien, un resultado mediocre del PP el 9-J agitará las aguas internas y activará las reclamaciones de los territorios: desde cambios en el equipo de dirección de Feijóo a un congreso o una convención política antes de que acabe el año. El riesgo de haber planteado las europeas como un plebiscito contra Pedro Sánchez es que no ganarlo consolide al presidente socialista en el cargo y siembre dudas en el liderazgo del presidente del PP. “Si el domingo por la noche Pedro Sánchez ha empatado, se queda. Y nosotros, no voy a decir cómo... pero también”, reconoció Esteban González Pons, director de la campaña de las europeas, este viernes en el cierre en Valencia, con gesto cariacontecido. El propio Feijóo sorprendió en el último mitin con un mensaje que apuntaba a un resultado ajustado. “Este partido es un partido sólido”, dijo, “podemos sacar mejor o peor resultado, con los huracanes políticos podemos bambearnos, pero nunca nos van a tumbar”. “Tu voto es la respuesta”, era el lema del partido para el 9 de julio, y ahora algunos en el PP aguardan inquietos esa respuesta.

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Sobre la firma

Elsa García de Blas
Periodista política. Cubre la información del PP después de haber seguido los pasos de tres partidos (el PSOE, Unidas Podemos y Cs). La mayor parte de su carrera la ha desarrollado en EL PAÍS y la SER. Es licenciada en Derecho y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en periodismo de EL PAÍS. Colabora como analista en TVE.
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