Mueren de frío un niño y un joven de 18 años en un cayuco rescatado en Canarias

Un niño de unos diez años y un joven de 18, ambos procedentes de Mali, murieron de frío en un cayuco en el que viajaban con otros 50 hombres a bordo y que fue rescatado en la noche del pasado martes por Salvamento Marítimo al sur de Gran Canaria, según han confirmado fuentes de los servicios de emergencia. Los dos chicos ya habían fallecido cuando el radar de vigilancia costera detectó la barquilla a unos 17 kilómetros de Maspalomas y salió en su búsqueda la Guardamar Concepción Arenal. Esta tragedia, una más en la ruta migratoria canaria en la que cada año mueren cientos de personas, coincide en el tiempo con la aprobación del pacto migratorio de la UE, que endurece el acceso a quienes intentan acceder de forma irregular al espacio comunitario.

La agencia Efe ha precisado que el mayor de los fallecidos es un chico de 18 años, identificado por los documentos que portaba como Bira T. La identidad del niño, Djibril N., de entre 10 y 12 años, la ha proporcionado uno de sus compañeros de travesía.

Según el relato de los supervivientes, Bira T. murió a lo largo del martes, en su último día de navegación, y Djibril N. pereció poco antes de que los encontrara el barco de Salvamento Marítimo. La muerte se produjo por hipotermia, según estos testimonios. Los ocupantes del cayuco han relatado que durante la travesía sufrieron un intenso frío acrecentado por las olas que les mojaban constantemente.

Entre el 1 de enero y el 15 de diciembre arribaron a las costas canarias 37.187 personas en 561 embarcaciones, lo que supone un incremento respecto al mismo período del año pasado del 140,4%. Canarias es el destino del 72% de los migrantes que llegan a España.

El recuento que realiza la Organización Mundial para las Migraciones (OIM), dependiente de Naciones Unidas, indica que este año han muerto en pateras y cayucos rumbo a Canarias no menos de 502 personas, más de la mitad de ellas (304) en el último mes. La OIM siempre matiza que sus datos deben tomarse como la cifra mínima de víctimas, ya que numerosos “naufragios silenciosos” escapan a su seguimiento porque la patera o el cayuco en cuestión desaparecen en el océano con todos sus ocupantes, sin que se recupere cadáver alguno y sin que quede ningún superviviente para dar testimonio de lo que ocurrió.