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Sánchez: “Nosotros pasamos de pactar con Podemos a hacerlo con Sumar, y el PP de Ciudadanos a Vox”

El líder socialista descarta cambiar las mayorías para renovar el Poder Judicial y confía en acordar con el PP. También cree que el verificador “puede ayudar” porque el PSOE y Junts son muy diferentes y hay mucha desconfianza

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez, durante la conferencia de prensa junto al presidente egipcio,Abdel Fattah Al Sisi, en el Cairo.KHALED ELFIQI (EFE)
Carlos E. Cué

Pedro Sánchez ha experimentado un claro cambio político ahora que ya ha pasado su investidura y se ve en La Moncloa durante cuatro años más. El presidente, aún conmocionado por la visita a un kibutz a tres kilómetros de la frontera con Gaza que fue atacado el 7 de octubre y en el que asesinaron o secuestraron a un centenar de personas, mantuvo en el avión una conversación informal con periodistas en la que se le vio muy confiado en que la amnistía no tendrá el desgaste para el PSOE que auguran algunos análisis. Sánchez está convencido de que, con el tiempo, los ciudadanos verán que esta decisión ha servido para mejorar la situación política en Cataluña y lo valorarán. De la misma manera, explica, que ocurrió después de hacer los indultos en 2021, cuando todo el mundo decía que eso tendría un coste enorme y, sin embargo, el PSOE sacó en julio un millón de votos más que en 2019. Sánchez parece tranquilo por ese lado y ya no está tan incómodo hablando de la amnistía como aparecía antes de tener la investidura, cuando el acuerdo podía saltar por los aires en cualquier momento. Ahora viene la fase del desarrollo de los acuerdos, y el presidente está pendiente de concretar la primera reunión del PSOE y Junts en Ginebra con el verificador internacional, probablemente esta próxima semana.

Por primera vez, Sánchez habla con naturalidad de esa figura, que en su momento fue muy polémica y ahora el PSOE ha aceptado, y sentencia que el verificador “puede ayudar” porque se trata de una relación entre dos partidos, los socialistas y los independentistas, “muy diferentes” y que tienen entre sí un “problema de desconfianza” después de años sin apenas relación, algo que empezó a romperse en marzo, cuando Santos Cerdán (PSOE) y Jordi Turull (Junts) se vieron en secreto en una comida organizada por el líder del PNV, Andoni Ortuzar, en un caserío cerca de Bilbao. El presidente cree que con el tiempo se verán los beneficios de su política de distensión en Cataluña para todo el mundo, incluido el PP, que en algún momento querrá pactar con Junts, como sostiene que ya intentó en secreto este verano, y lo podrá hacer con más facilidad después de la amnistía.

Sánchez sí parece muy molesto con el nivel de crispación que ha alcanzado la política española, pero responsabiliza íntegramente al PP y a Vox. El presidente cree que el problema de fondo, como ha sucedido en otros países europeos o latinoamericanos, como muestran las recientes elecciones en Argentina, es que la ultraderecha está comiendo el espacio a la derecha tradicional y la arrastra. El presidente habla de “polarización asimétrica” y recuerda los recientes episodios en los que Isabel Díaz Ayuso le llamó “hijo de puta” y después bromeó con ello con la idea de que en realidad había dicho “me gusta la fruta”; o las acusaciones de “dictador” o el apunte del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, hacia su posible “patología” por su ambición de poder.

Sánchez se ríe y cree que la solución es “keep calm and carry on (mantener la calma y seguir adelante)”, pero piensa que hay algo de fondo ahí. Y sostiene que, mientras el PSOE ha pasado de pactar con Podemos, en posiciones más extremas, a hacerlo con Sumar, lo que para él es una “evolución”, el PP ha pasado de acordar con Ciudadanos, con quien gobernó varias autonomías, a pactar con Vox, lo que para él es una “involución”.

El PP, en el “discurso de destrucción”

“El problema es que Vox ha ganado la contienda ideológica al PP. Si Abascal me dice golpista, luego alguien del PP me llama dictador. Vox habla de psicópata y luego viene el líder del PP a decirme que tengo una patología. Se ve una clara radicalización del PP”, insiste. Para él, este partido solo está en un “discurso de destrucción”.

Aun así, Sánchez asegura que aspira a tener una relación normalizada en esta legislatura con Alberto Núñez Feijóo. Eso sí, no aclara si piensa llamarlo a La Moncloa con la excusa de que se ha formado un nuevo Gobierno. El presidente dice que está dispuesto a “tender puentes” con el PP, pero no aclara cómo, porque de momento no ha llamado al líder de la oposición y es conocido que su relación es pésima.

Sánchez asegura, como Félix Bolaños, que renovar el Consejo General del Poder Judicial después de cinco años de mandato caducado, su principal tensión con el PP, “no es una opción”, e insiste en que lo volverán a intentar después de que tuvieran el acuerdo casi cerrado tres veces con dos líderes distintos, Pablo Casado y Feijóo. ¿Y si el PP sigue sin querer renovar? Sánchez descarta de plano cambiar las mayorías para la renovación del CGPJ, algo que ya intentó una vez, pero reculó porque la Comisión Europea trasladó su malestar.

El presidente minimiza la polémica que se generó en las redes sociales por el gesto serio que tenía el rey Felipe VI en su toma de posesión. Sánchez dice que él no vio nada de eso, que son cosas de las redes, y sostiene que tiene una “relación extraordinaria” con el jefe del Estado. “Reconozco su labor y tiene mi aprecio”, insiste. Sobre las críticas de sectores ultra, que incluso lo llaman “Felpudo VI” por no frenar la investidura de Sánchez, el presidente insiste en que eso solo es responsabilidad de quien critica y no es problema del Rey.

Imagen de la reunión de este jueves de Pedro Sánchez, Benjamín Netanyahu y el primer ministro belga, Alexander de Croo (a la izquierda), en Jerusalén.
Imagen de la reunión de este jueves de Pedro Sánchez, Benjamín Netanyahu y el primer ministro belga, Alexander de Croo (a la izquierda), en Jerusalén.Kobi Gideon (Oficina de Prensa del Gobierno de Israel)

Sánchez no parece nada preocupado por la dimensión europea de la polémica de la amnistía. Asegura que no detecta ninguna preocupación en la Comisión Europea y que el debate que promovió el PP en el Parlamento Europeo fue un fracaso, con muy poca presencia de eurodiputados y con el comisario Reynders diciendo que es un asunto interno español, aunque también dijo que vigilarán a fondo el desarrollo de la ley. Sánchez cree que incluso en el mundo de la justicia, las críticas han venido más por el acuerdo con Junts, que incluía la palabra lawfare, que por la propia ley. En resumen, el presidente parece muy tranquilo porque cree que el Gobierno puede durar, sobre todo porque el PP “no tiene un proyecto para Cataluña”. Y, por tanto, ha dejado solo al PSOE en la búsqueda de una salida y en la posibilidad de pactar con independentistas y nacionalistas no solo catalanes, también vascos o gallegos, que son los que han desempatado la igualdad que dejaron las elecciones entre los dos bloques, el del PP y Vox, por un lado, con 11 millones de votos, y el del PSOE y Sumar por otro, con 10,7.

Ahora Sánchez y los suyos se concentrarán en la gestión para consolidar la imagen, que también refuerza este viaje a Israel, de que ya hay un Gobierno y una oposición y la situación tiende a estabilizarse. Y para el presidente, ya tienen los primeros resultados, con la desconvocatoria de la huelga de Renfe que se ha logrado con una negociación del ministro del ramo, Óscar Puente, uno de los nuevos fichajes para el Ejecutivo que ejercerá como parapeto político de Sánchez.

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