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Operación Bentley: el misterioso motivo que acabó con un empresario de Marbella acribillado a tiros

Se desconoce la razón por la que alguien encargó su muerte en 2019 pero un cúmulo de pistas permitió a la policía apuntar a dos acusados que niegan su relación con los hechos y se enfrentan a prisión permanente revisable

Absueltos dos acusados de matar a tiros a un empresario en Marbella
Uno de los detenidos en el marco de la Operación Bentley, en Marbella (Málaga).Policía Nacional

A Marcos lo acribillaron a tiros y nadie sabe por qué. Este empresario español de origen marroquí de 49 años regentaba varios locales de ocio en 2019 cuando recibió múltiples disparos en plena madrugada en su casa de la urbanización Guadalmina, en Marbella (Málaga, 150.725 habitantes). Dos sicarios esperaron a que entrase en la terraza con su coche, un Bentley de color negro, y se colaron segundos después. Le dispararon primero por la espalda y después a quemarropa desde la ventanilla. Huyeron, pero un minuto después uno de ellos volvió para sustraer su cartera. Luego ambos se esfumaron en un coche que fue encontrado calcinado dos días más tarde. Casi cinco años después se desconoce la causa del asesinato. No hay móvil. Y es un punto en el que coinciden todas las partes implicadas: fiscal, acusación particular, defensas y policías en el juicio contra los dos acusados como autores de los hechos. Nadie sabe la razón. Para ellos se solicita prisión permanente revisable por los delitos de pertenencia a grupo criminal, asesinato, tenencia ilícita de armas y daños mediante incendio.

La primera jornada del proceso judicial ha servido para elegir el jurado popular que dará su veredicto a finales de esta semana. También para que los dos supuestos sicarios den sus versiones y para que los agentes de Policía Nacional que llevaron la investigación expliquen cómo concluyeron que los dos, de nacionalidad holandesa, cometieron el asesinato tras recibir el encargo de alguien que aún se desconoce. En el centro queda la víctima, Marcos, que llevaba asentado en Marbella tres décadas. “Su asesinato fue una absoluta sorpresa”, explicó el abogado Salvador Guerrero, que representa al hijo del empresario. Este regentaba varios locales en Puerto Banús sin aparentes problemas ni discusiones con nadie. Entre sus propiedades estaban los establecimientos Linekers o Babilonia. También Rotana, precisamente desde el que las hipótesis policiales plantean que sus asesinos le siguieron hasta su casa para matarlo. ¿El motivo? “Ni idea. No se sabe”, dice uno de los agentes policiales que ha dirigido el caso.

Por qué fue encargado sigue siendo un misterio. El móvil es para los investigadores tan importante de averiguar como las pistas que en este caso han permitido llegar hasta la identidad de los dos acusados. Una compleja tarea dada la profesionalidad de los sicarios; y su peligrosidad, de ahí que los agentes que han testificado lo hayan hecho con la cara oculta tras un pasamontañas. También la tenían oculta los asesinos cuando actuaron. En el vídeo que recogieron las cámaras de seguridad de la residencia se les ve entrar detrás el coche con sigilo y disparar al empresario por la espalda. “Recibió muchos disparos. Intentó luchar, pero contra un arma de fuego es imposible”, subrayó uno de los policías a preguntas de la Fiscalía. Las imágenes muestran que el espacio para aparcar el vehículo era tan estrecho que la víctima ni siquiera pudo abrir la puerta de forma completa antes de que uno de los asesinos lo rematase desde la ventanilla. Tras lo que parece el final de la secuencia, un minuto después reaparece uno de los autores, abre la puerta del copiloto, saca la cartera del bolsillo de la víctima y huye.

En la sala de vistas, uno de los acusados siguió con interés las imágenes. El otro no se giró para ver el vídeo y mantuvo la mirada perdida. Entre el público, varios familiares del asesinado tampoco querían mirar. “No tenemos grabaciones donde se les vea la cara, ni huellas ni restos de ADN. Es lógico que sea así porque los acusados son aficionados precisamente. Lo que hicieron estuvo a punto de salir bien, pero subestimaron la experiencia policial”, afirmaba el letrado Guerrero. “El papel lo aguanta todo y en este caso hay mucha literatura”, añadía Luis Miguel Ruiz, abogado defensor de uno de los presuntos asesinos. “Mi experiencia me dice que siempre fallan: si no cometieran fallos, nuestro trabajo sería imposible”, aseguró el jefe del grupo de crimen organizado que dirigió la investigación. La foto que uno de los acusados subió a redes sociales indicando que estaba en Marbella o el uso de sus móviles durante la preparación del asesinato fueron algunos de ellos. También hablar por teléfono del encargo de otro asesinato “e incluso llegan a jactarse de este esa misma madrugada”, según las conversaciones interceptadas por la policía en sus terminales.

Controlaron sus movimientos

La ausencia de pruebas y una causa concreta para el asesinato ralentizó el trabajo policial, pero losa gentes atando cabos poco a poco. Primero por una información que les llegó desde Países Bajos y más tarde a través de las geolocalizaciones de los teléfonos de los acusados. La información obtenida permitió situar a uno de ellos en Rotana la noche en la que sucedió el asesinato. También comprobar que abandonó el local justo cuando la víctima lo hacía y que le siguió durante el trayecto a su casa, realizando hasta trece llamadas a uno de sus compinches. Luego sus teléfonos coinciden en la vivienda pasadas las tres de la mañana. Y también en el lugar de la carretera de Ojén donde fue calcinado el coche que utilizaron, un Audi A4 color negro robado meses antes en Cádiz. Es decir, su presencia coincide en los tres puntos esenciales del caso. Uno de los agentes que ha testificado insistió en que el empresario tenía horarios y rutinas fijas y que eso facilitó que controlaran sus movimientos para determinar cuándo matarlo. Otro uno de los policías subrayó que quien contactó con uno de los sicarios es una persona investigada por ocho asesinatos en Países Bajos. De ahí que se crea que los acusados eran parte de una peligrosa organización criminal.

Los dos supuestos asesinos han declarado no tener nada que ver con los hechos. Uno de ellos, que en 2019 tenía apenas 18 años, relató que estaba en Marbella porque fue a visitar a su tío y que le visitaba con frecuencia porque la ciudad le gustaba mucho. Nacido en Ámsterdam, estudió para fontanero, jugó al fútbol a nivel semi profesional y conoce seis idiomas. Señaló que viajó en enero porque tenía unos días de vacaciones y que la noche del asesinato él había estado de fiesta en Puerto Banús con una chica francesa. Pidió prestado un coche “por si ligaba” y se iba con ella, aunque finalmente se fueron por separado, justificando las trece llamadas en que había perdido las llaves de su apartamento y necesitaba una copia. El segundo ha explicado que reside en Marbella desde hace más de una década y que trabajaba dando clases de boxeo a niños en un gimnasio de Puerto Banús, aunque también intermediaba en algunas operaciones de compraventa de vehículos. Destacó que “ni loco” hubiera participado en los hechos y que día de su detención fue el “peor” de su vida. Ambos están desde su arresto en marzo de 2020 en prisión preventiva.

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