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La costa del MDMA

La Fiscalía Especial Antidroga alerta del aumento de drogas de diseño en zonas de ocio del litoral malagueño y la policía destaca que su tráfico está ligado al crimen organizado

Alijo de MDMA, incautado por la Policía Nacional.
Alijo de MDMA, incautado por la Policía Nacional.Policía Nacional
Nacho Sánchez

Este verano tres ciudadanos polacos alquilaron un chalé cerca de Puerto Banús, en Marbella (Málaga, 150.725 habitantes). Cada noche, dos de ellos salían de la casa, subían a un vehículo y se acercaban a la zona de ocio, donde contactaban con los porteros de una discoteca. Luego, un tercer compatriota se encargaba de distribuir la mercancía que habían pactado, MDMA en roca, sustancia conocida como cristal. Repitieron la operación durante varios días sin saber que tenían a la Policía Nacional en su talones. Cuando los agentes recopilaron información y pruebas suficientes, fueron a por ellos. Incautaron la sustancia a varios compradores y luego, en uno de los traslados desde el inmueble hasta la zona de ocio, interceptaron el coche en el que se movían. En su interior encontraron dos piedras de MDMA que sumaban 350 gramos. “Estas operaciones son muy rápidas y habituales”, dice uno de los policías que participó en la investigación y quien también ha incautado la misma sustancia en formato líquido, pastillas o polvo —conocido como cocaína rosa— en un tráfico siempre relacionado con el crimen organizado, que las mueve hasta el sur de España por carretera o paquetería.

Esta actuación, del pasado mes de agosto, es el día a día del grupo de menudeo de la comisaría de la Policía Nacional en Marbella. Lo es también de otras unidades repartidas por la Costa del Sol malagueña a lo largo de sus más de 70 kilómetros de litoral desde Torremolinos a Estepona, que acogen a muchas zonas de ocio nocturno con decenas de pubs, discotecas o beach clubs. Representan el epicentro de las drogas de diseño en el sur de España, como ha destacado la última memoria de la Fiscalía Especial Antidroga, donde se recalca la “venta importante” de MDMA, MDA y MDEA en la costa malagueña. La Policía Nacional, de hecho, ha realizado varias operaciones durante el último año con algunas de las incautaciones recientes más grandes del país, superando algunas los 50 kilos, cantidad considerable para estas sustancias. A ellas se suman un constante goteo de pequeñas intervenciones sobre menudeo, requisando miles de pastillas en los últimos meses en las localidades costeras. Fuentes policiales destacan la mayor presencia de la llamada cocaína rosa, que en realidad es una mezcla de MDMA, ketamina y cafeína.

Carlos Tejada, fiscal antidroga en Marbella, ratifica las líneas de la memoria del año pasado y sostiene que la presencia de estas drogas va cada a más en 2023: “Son un gran problema”, explica a EL PAÍS, para después señalar que estos compuestos —psicoestimulantes generados en laboratorios— suponen un grave peligro para la salud puesto que el consumidor no sabe realmente qué toma. “Es una droga barata, que causa mucho daño y está presente en el ocio nocturno: es el coctel perfecto”, subraya un agente que lleva más de una década investigando la proliferación de este tipo de sustancias en el litoral malagueño. Un lugar que, además de importador, también ha tomado un papel relevante como exportador a Latinoamérica: a finales de 2022 se interceptó una embarcación que llevaba 56 kilos de MDMA desde la Costa del Sol hasta Argentina, que hubieran servido para producir entre 800.000 y 1,2 millones de pastillas, que en el país sudamericano tendrían un valor cercano a los 30 millones de dólares (unos 28,5 millones de euros).

La Fiscalía apunta directamente a Puerto Banús y otras zonas de ocio de la Costa del Sol como lugares donde más se mueven estas drogas, igual que ocurre en otros destinos turísticos habituales de fiesta como Baleares o el Levante español, también protagonistas de grandes operaciones en los últimos años. Los investigadores fijan su atención en las grandes zonas de ocio. Lo hacen pasando inadvertidos, labor invisible que se refuerza en fines de semana y festivos, así como prácticamente todo el verano. Son precisamente quienes trabajan en la noche quienes están más relacionados con la venta o ejercen de intermediarios entre vendedores y compradores. A veces lo ofrecen como un servicio más. “Se acercan a los clientes informando que tienen disponibles en sus locales estas sustancias”, aseguran fuentes policiales, que afirman que sus investigaciones suelen arrancar a partir de informaciones vecinales, quejas o incluso las redes sociales.

Del menudeo al tráfico internacional

La lucha contra el menudeo es el primer paso para acabar con el tráfico de drogas de diseño. Es la que permite detectar a los vendedores, el último eslabón; pero también a quienes les surten a ellos las grandes cantidades. La escala de mando sube poco a poco y las pistas iniciales a veces sirven para desmantelar, meses más tarde, una organización criminal al completo. Los grupos de menudeo dan paso a otros como los de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO), quienes realizan investigaciones a más largo plazo y mayor escala, especializados ya en el narcotráfico ante la gran cantidad de bandas internacionales asentadas en la zona. Ese trabajo permitió desmantelar la pasada primavera una organización criminal asentada en Mijas y formada por personas que viajaban al centro de Europa en avión y volvían cargados de maletas en coches. Simulaban ser repartidores y llevaban el equipaje hasta una casa donde se localizaron hasta 100.000 pastillas de MDMA, cuyo valor supera el millón de euros.

El transporte por carretera es, de hecho, el más habitual para llevarla desde los laboratorios clandestino de origen, generalmente ubicados en Países Bajos, Alemania, Polonia y otros estados más al este, aunque también existen instalaciones de este tipo en suelo español como el que se desmanteló el año pasado a las afueras de Barcelona, donde se intervinieron 336 kilos de MDMA y grandes cantidades de sustancias como anfetaminas o éxtasis, además de varias armas. El minúsculo tamaño de esta mercancía facilita que pase desapercibidas: mil pastillas caben en cualquier hueco de un coche. Otras veces llegan por paquetería. Basta un sobre de tamaño medio para enviar una bolsa con cientos de unidades sin llamar la atención.

La sustancia detectada de manera habitual por los policías es el MDMA, producida a través de diferentes componentes químicos —llamados precursores y que también son objeto de vigilancia policial— que también se encuentran en drogas similares como MDA o MDEA. Generalmente se adquiere en pastillas, cuyo precio medio ronda los doce euros, según datos policiales. También se encuentra en formato líquido e incluso sólido —como la roca incautada este pasado verano en Marbella— que el vendedor convierte en pequeños trozos que se venden a unos 40 euros el gramo y se consume transformado en polvo. La modalidad que más ha aumentado su presencia, sin embargo, es la llamada cocaína rosa, llamada así por su llamativo color y porque su aspecto es similar al de esa droga, aunque en realidad su base es el MDMA. Su precio es el más caro: 65 euros el gramo. “Es la mayor diferencia: si en el resto de casos hay consumidores de todo tipo y perfiles, en este suelen ser personas con mayor capacidad adquisitiva”, apuntan fuentes policiales. También destacan el fuerte aumento de la presencia de óxido nitroso —conocido como gas de la risa— y concluyen que otras sustancias, como el llamado polvo de mono o el fentanilo de momento no tienen presencia en la Costa del Sol.

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