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La dolorosa espera sanitaria de Lucas en Galicia: “Desatender a un niño autista y escayolado es una vergüenza”

Al pequeño deberían haberle retirado el enyesado y las sujeciones hace tres semanas como máximo. Él no puede verbalizar su malestar, pero los espasmos y otros problemas físicos que sufre lo cuentan por él

El pequeño Lucas, este martes en su casa de Vilaboa (Pontevedra), con su madre, Sara Castro, al fondo.
El pequeño Lucas, este martes en su casa de Vilaboa (Pontevedra), con su madre, Sara Castro, al fondo.ÓSCAR CORRAL
Sonia Vizoso

Lucas es un niño de seis años del municipio gallego de Vilaboa que lleva desde finales de enero aguardando a que en el hospital de Pontevedra le quiten del brazo una escayola con dos dispositivos de sujeción que unen su hueso con el yeso. Deberían habérselo retirado todo, como muy tarde, hace tres semanas. La suya no es una espera sanitaria más. Este pequeño padece autismo en grado 3 y no puede expresar dolor ni incomodidad. Su cuerpo, sin embargo, ha empezado a hablar por él. Lo explica su madre, Sara Castro Solís, desesperada tras un rosario de reclamaciones y llamadas telefónicas ante el Servizo Galego de Saúde (Sergas) de la Xunta. Lucas está muy inquieto, sufre caídas y ha empezado a experimentar espasmos en la zona del cuello, la cabeza y los hombros. “Son mecanismos para compensar su malestar, él no sabe expresarlo de otra forma”, señala Castro. “Tener a un niño de estas características con un brazo escayolado y desatendido es cuanto menos una vergüenza para la sanidad gallega”.

En el Servicio de Traumatología del Complejo Hospitalario de Pontevedra alegan que no hay quirófano pediátrico disponible, señala la familia. Por el autismo que tiene diagnosticado el niño, la intervención, que suele resolverse con cirugía ambulatoria, debe acompañarse de anestesia general. Harta de esperar, su madre ha llegado incluso a pedir que le retiren la escayola y las dos agujas de sujeción que la unen al hueso sin dormir del todo a su hijo, ofreciéndose ella para prepararlo y tranquilizarlo con ayuda de sus terapeutas. Pero la respuesta de los médicos ha inquietado aun más a Sara Castro: “Me dicen que con el tiempo que ha pasado de más para quitarle la escayola ya no pueden hacerlo sin anestesia, porque muy probablemente las agujas se han enterrado en la carne del brazo de Lucas”.

¿Y por qué no lo derivan a la sanidad privada “como se está haciendo cuando los servicios públicos están saturados”? La contestación que, según la madre de Lucas, le dieron cuando planteó esta pregunta en el Servicio de Traumatología del hospital de Pontevedra la ha indignado: “El hospital privado donde derivamos a los pacientes no va a admitir a un paciente con la patología de tu hijo, solo admiten ciertos pacientes, no todos”. “Nos tratan como pacientes de cuarta”, protesta Castro. La gerencia del área sanitaria de Pontevedra no ha respondido al ofrecimiento de este periódico para explicar la demora.

Sara Castro y su hijo Lucas, en su casa de Vilaboa (Pontevedra).
Sara Castro y su hijo Lucas, en su casa de Vilaboa (Pontevedra).ÓSCAR CORRAL

Lucas fue intervenido el pasado 26 de diciembre por una rotura del radio de su brazo izquierdo en el Hospital Provincial de Pontevedra, uno de los centros que conforman el complejo hospitalario de esta área sanitaria gallega. Según el relato de su familia, que ha repetido en las cuatro reclamaciones presentadas ante el Sergas, el traumatólogo que lleva su caso les comunicó el 24 de enero que era el momento de extraer la escayola y los dispositivos de sujeción. El doctor les dio un volante con Prioridad 1, una categoría que, según la normativa gallega, se otorga a una intervención quirúrgica que “no admite una demora superior a 30 días”. Y les avanzó también que en unos 15 días, es decir, en la semana del 10 de febrero, les darían la cita. Hasta hoy esa citación no se ha producido. “He llamado en repetidas ocasiones a Traumatología del hospital Montecelo [el centro donde están las consultas] pero seguimos sin fecha de intervención. He interpuesto hasta cuatro reclamaciones vía atención al paciente, ninguna de momento contestada”, describe Castro.

El pasado lunes la madre de Lucas habló con el jefe de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Complejo Hospitalario Universitario de Pontevedra para “rogarle que atendieran esta semana ya” a su hijo. El jefe de servicio, apunta Castro, le respondió que “era imposible de momento”. También, añade ella, le advirtió de que tampoco se puede ya extraer la escayola y las sujeciones de manera ambulatoria, porque “hay una altísima probabilidad de que las agujas estén enterradas en la carne y ya no se puede tirar de ellas; hay que abrir y buscarlas para sacarlas”. “Eso no debería haber pasado si se hubieran quitado hace mes y medio, como debía haber sido”, lamenta.

Extracto del cuento con pictogramas que su terapeuta diseñó para explicarle a Lucas la operación en el brazo.
Extracto del cuento con pictogramas que su terapeuta diseñó para explicarle a Lucas la operación en el brazo.

Pictogramas para entrar en quirófano

Lucas lleva semanas descentrado, ansioso. Lo aprecia su familia, sus maestros, sus terapeutas. Su madre vislumbra que su recuperación será dura y teme que en el brazo del pequeño pueda estar gestándose incluso una infección. Si así fuera, él tampoco se quejaría. “El crío no quiere quitarse el cabestrillo ni para dormir porque le da miedo verse el brazo escayolado. Esto supone que desde el 27 de diciembre no ha movido el brazo ni un centímetro, así que cuando se lo quiten todo vamos a tener que ir a un fisioterapeuta”, explica Castro.

Por el trastorno que padece, Lucas tiene una tarjeta AA, el salvoconducto que debería abrirle todas las puertas en la sanidad gallega para minimizar las esperas. Ni siquiera esa condición ha servido para ahorrarle el trance que está pasando. Según le han dicho a su familia en el Servicio de Traumatología, tampoco será posible que le avisen con tiempo de la fecha de la operación, un requisito imprescindible para un niño como Lucas. Por su trastorno, el pequeño requiere una preparación especial para todo episodio que desborde sus rutinas.

Para afrontar la operación con la que los médicos escayolaron el brazo de Lucas, la terapeuta del pequeño, Esther Medraño, le diseñó un documento que explica el proceso como un cuento, con pictogramas, fotos y frases muy cortas. Se titula Historia de un brazo mágico. Lucas es un valiente superhéroe que va al hospital para cambiar su brazo mágico. Allí le colocan “una máscara espacial” para respirar. Tras esta concienzuda preparación, cuenta su madre, el niño se colocó con entusiasmo la mascarilla con la que en quirófano le pusieron la anestesia: “Le encantan los astronautas”.

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Sobre la firma

Sonia Vizoso
Redactora de EL PAÍS en Galicia. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago. Lleva 25 años ejerciendo el oficio en la prensa escrita y ha formado parte de las redacciones de los periódicos Faro de Vigo, La Voz de Galicia y La Opinión de A Coruña, entre otros. En 2006 se incorporó a El País Galicia.

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