La alianza de las librerías rurales con Correos para resistir: “Amazon no vende ni más barato ni mejor”
Las tiendas de libros más pequeñas y de proximidad dependen de un convenio firmado en 2021 con la empresa pública y el Ministerio de Cultura para poder bajar los precios de distribución y vender online
Urueña, un pueblo de Valladolid de 191 habitantes y nueve librerías, es conocida como “La villa del libro”. El reconocimiento suena bien pero da para lo que da. No por ello sus tiendas de libros nadan en la abundancia. Cualquier venta que pase por caja, física o virtual, cuenta. Todo depende del arte de los tenderos y de unas buenas condiciones online para ampliar el público allende esas murallas de Tierra de Campos. Lo primero queda garantizado; lo segundo necesita a Correos. Esta empresa pública y el Ministerio de Cultura tienen un convenio con pequeñas librerías, particularmente las rurales, que les permite enfrentarse a Amazon, capaz de llevar desde frigoríficos a novelas en 24 horas a los clientes. Eso sí, sin el mimo ni la especialización que abanderan en Urueña o en otros modestos templos de la lectura.
La librera Tamara Crespo, al frente de Primera Página en Urueña, resopla al recordar el amago de infarto que sufrió el 29 de noviembre. Un correo de Correos decía que el 31 de diciembre vencería el acuerdo que le permite enviar paquetes de hasta cuatro kilos por menos de cuatro euros, menor que el precio de mercado. “Sería un problema más en la España vaciada esta de las narices”, exclama Crespo, suscrita a este servicio pactado entre el Ministerio de Cultura y Correos en 2021 y que ha tenido que pelear hasta con el cartero de Urueña para distribuir sus pedidos. La afectada, de 51 años, se quejó en Twitter y pronto llegó una disculpa de la compañía, que lo achaca a un fallo. “A las librerías que recibieron, por error, la comunicación de fin de contrato, ya se les he avisado que todo se mantiene igual, el servicio sigue activo y ningún contrato se ha suspendido”, afirman portavoces de Correos, que detallan que “el objetivo del convenio es apoyar a las librerías de proximidad, no solo las rurales”. Los envíos se realizan entre 24 y 48 horas.
La rectificación consuela a esta librera de Urueña, que domina 15.000 volúmenes. De los cuatro euros que cobra Correos por ese reparto, ella carga al lector 2,50 euros. “Si les asigno el precio completo, los desincentivo”, explica. Este gasto extra reduce el beneficio por tomo, que es del 25% o 30% por venta. Los márgenes ajustados suponen que Crespo, operativa desde hace nueve años, recele del comentario “¡qué valiente eres con una librería rural!” y avise de las dificultades: “Como somos menos, se nos escucha menos”.
Esta pequeña empresaria sufre también el retardo en los envíos de las editoriales, lastradas por las frecuencias en las que acude el cartero al pueblo y que desafía la paciencia de los compradores. Lo mismo ocurre en Alins (Lleida, 290 habitantes), donde Meritxell Álvarez dirige Natura Llibres y, pese a suscribirse al convenio con Correos, no lo utiliza. El cartero solo visita una o dos veces por semana este lugar en plenos Pirineos y ella no puede cumplir con los encargos: “Opté por trabajar con mensajería y establecer un precio de envíos más elevado para cubrir costes. El cliente sabe que son siete euros para envíos inferiores a 50 y gratuito para superiores”. Ambas rechazan trasladar los paquetes a su oficina más cercana, a 20 y 30 kilómetros respectivamente, un desembolso extra en gasolina que lo haría inviable y que da más valor al cartero rural: “Son recursos extendidos y un servicio esencial”.
“El clic cómodo tiene graves consecuencias”
La baza Correos se convierte en troncal para que prospere A libraría da Proencia, del ubicada en la parroquia de Proendos (200 habitantes), en el municipio lucense de Sober. Paula Vázquez, de 38 años, la regenta desde hace año y medio y necesita la venta digital para abastecer a compradores interesados en la literatura gallega que ofrece, sobre todo femenina y centrada en estudios de la Ribeira Sacra y su pasado romano. “Si no pudiese tener la paquetería más barata sería inviable hacer envíos pequeños de libros individuales”, calcula Vázquez, que pronto se va a vincular con Correos porque su pequeño volumen de envíos no le harían rentable recurrir a empresas privadas. Ella trabaja con el “plan Basic”, que por 20 euros mensuales incluye mantener su tienda web más los envíos a precio reducido. La web está integrada con la paquetería y genera las etiquetas de envío.
Un obstáculo navideño, agrega Tamara Crespo, es que Correos queda “colapsado” por el gigante de distribución Amazon, que utiliza estos recursos públicos pese a pagar “una miseria”. La multinacional ingresó más de 6.000 millones de euros en España en 2021 pero solo tributó 292 millones, un 4,8%, según sus propios datos. Amazon no ofrece precios más baratos en literatura, advierte la librera, pues el sector ha acordado que los libros nuevos solo puedan rebajarse un 5% para evitar competencia desleal. “No venden ni más barato ni mejor ni tratan con tanto cariño”, reivindica esta periodista de formación, que recuerda que establecimientos como el suyo responden cuando fallan los pedidos y conocen al lector mejor que los algoritmos. Amazon, esgrime, “crea una necesidad absurda de rapidez, el clic cómodo tiene graves consecuencias y a la España Vaciada no le aporta nada”.
“Necesitamos inmensas mayorías que valoren a los pequeños libreros y editoriales para seguir resistiendo. Dependemos de nuestra comunidad, me cuesta llamarlos clientes”, asegura Crespo junto a su gato Chuche, que ronronea entre tomos o se instala en el regazo del visitante. Ese compromiso puede marcar la supervivencia de librerías como las de Urueña y contener el enriquecimiento del magnate Jeff Bezos, fundador de Amazon y con sangre castellana. Su abuelo nació en Villafrechós, solo a 25 kilómetros de esa villa del libro que aspira a seguir siéndolo pese a la multinacional del nieto.
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