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El refuerzo de las tropas de Estados Unidos en Rota no se votará en el Congreso

Defensa y Exteriores creen que la llegada de dos nuevos destructores, a partir de 2024, no requiere reformar el convenio

El buque 'USS Paul Ignatius', a su llegada a la base naval de Rota (Cádiz) el 23 de junio.
El buque 'USS Paul Ignatius', a su llegada a la base naval de Rota (Cádiz) el 23 de junio.EFE
Miguel González

España y Estados Unidos firmarán en los primeros meses de este año el acuerdo que regulará el despliegue en la base naval de Rota (Cádiz) de dos nuevos destructores lanzamisiles, anunciado por el presidente estadounidense, Joe Biden, y el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, durante la visita que el primero hizo a Madrid en junio, con motivo de la cumbre de la OTAN, según fuentes gubernamentales. Está previsto que el primero de estos dos buques, con 300 tripulantes cada uno, llegue a España en 2024 y el segundo, al año siguiente o en 2026, según el calendario adelantado a las autoridades españolas por el Departamento de Defensa estadounidense.

Aunque la incorporación de los dos nuevos destructores, que se suman a los cuatro ya destacados en la base gaditana, supondrá aumentar en un 50% la presencia de la armada estadounidense en España, los ministerios de Defensa y Asuntos Exteriores, directamente implicados en la negociación, consideran que no requiere reformar el actual convenio de defensa con EE UU y puede hacerse a través de un mero acuerdo administrativo. Por eso, salvo cambio de criterio, no está previsto someter el aumento de tropas a la ratificación de las Cortes, al contrario de lo que se hizo con las anteriores tres enmiendas al convenio —en los años 2002, 2012 y 2015—, sino solo informarlas del mismo.

Esta decisión permitirá evitar la imagen de los dos socios de Gobierno votando divididos en el Parlamento —Unidas Podemos ya ha adelantado que no apoyará el refuerzo de la presencia militar estadounidense en España—, aunque sí tendrá que aprobarse en el Consejo de Ministros, donde ambos se sientan. Sin embargo, no abordar la reforma del acuerdo militar con Washington tendrá un efecto colateral: no podrá prorrogarse la vigencia del actual texto, que expiró en mayo de 2021.

El convenio de cooperación para la defensa entre España y EE UU se firmó en diciembre de 1988, con una vigencia de ocho años, pero las dos primeras veces que se reformó (para regular la actuación en España de los servicios secretos de la Marina y la Fuerza Aérea estadounidenses y para incluir la llegada de los cuatro primeros destructores a Rota) se prorrogó su vigencia por el mismo periodo, extendiéndose hasta el 21 de mayo de 2021. Desde entonces se aplica el artículo 59.2 del convenio, según el cual este se prorroga automáticamente por periodos anuales si, seis meses antes de su finalización, ninguna de las partes lo denuncia. Como no se denunció antes del 21 de noviembre, su vigencia se ha extendido hasta mayo de 2024.

Tener de inquilinas a las Fuerzas Armadas estadounidenses con un contrato que caduca cada año puede causar inseguridad jurídica, pero las fuentes consultadas sostienen que Washington sabe que España es un aliado sólido y que este vínculo no va a cambiar aunque lo haga el partido en el Gobierno.

Desde el punto de vista jurídico, la cuestión es controvertida, pues el convenio bilateral tiene rango de tratado internacional para España, (aunque no para Estados Unidos) y requiere la aprobación de las Cortes. La enumeración de las unidades destacadas en Rota figura en un anexo, pero este forma parte del propio convenio, como especifica su artículo 69.1, por eso se sometió a ratificación del Congreso la llegada de los cuatro buques.

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No obstante, el segundo protocolo de enmienda, el que autorizó el despliegue de los destructores, señala que los dos países “podrán celebrar acuerdos administrativos en desarrollo” del mismo, “según sea necesario, siempre que estos acuerdos sean conformes con el convenio y con las respectivas legislaciones nacionales”. Fuentes gubernamentales interpretan que, en virtud de este artículo, un “acuerdo administrativo” podría servir de paraguas para el reforzamiento de Rota (Cádiz).

Otras fuentes agregan que, en todo caso, no se superaría el tope de personal estadounidense fijado en el convenio para la base de Rota: 4.250 militares y 1.000 civiles. En septiembre de 2021, la presencia real de estadounidenses se limitaba a 3.200 militares y 450 civiles, el 70% de lo autorizado. Tampoco los seis destructores estarían nunca simultáneamente en Rota, agregan, ya que siempre hay más de uno navegando o en dique seco, por avería o mantenimiento.

Si el Gobierno optara por someter la llegada de los nuevos destructores al Congreso, no podría contar con algunos socios de investidura y probablemente dependería del PP para su aprobación. Aunque es impensable que Alberto Núñez Feijóo boicoteara la cooperación militar con Washington, los puentes entre el Ejecutivo y el primer partido de la oposición están rotos y domina la desconfianza, incluso en temas de Estado.

Más allá del debate político, está el económico. El aumento del número de destructores supondrá más trabajo para los astilleros de Navantia, a los que la Navy ha adjudicado el mantenimiento de sus buques en Rota por un máximo de 822 millones de euros hasta 2028.

Cuatro destructores más modernos y con 'grifos'

Los cuatro destructores de la clase Arleigh Burke llegaron a Rota entre febrero de 2014 ―el primero de ellos fue el USS Donald Cook― y septiembre de 2015 ―el USS Carney fue el último―. Dotados con el sistema de combate Aegis, forman el componente naval del escudo antimisiles que la OTAN aprobó poner en marcha en 2010 para protegerse de un hipotético ataque con misiles balísticos de países como Irán y Corea del Norte (entonces se consideraba todavía a Rusia como un socio), e incluye bases terrestres lanzamisiles en Polonia y Rumania y un radar en Turquía. Sin embargo, esa no es la única misión que les encomienda el Pentágono: con frecuencia hacen patrullas de vigilancia y disuasión en el mar Negro y, en abril de 2017, dos de estos buques lanzaron 59 misiles Tomahawk en represalia por el uso de armas químicas por el régimen de Bachar el Asad.
A partir de mayo de 2020, la Navy ha relevado a los destructores inicialmente destacados en Rota por otros cuatro más modernos: el USS Arleigh Burke, el USS Roosevelt, el USS Paul Ignatius y el USS Bulkeley. Tras la llegada de este último, en agosto, ha quedado completado el relevo de los buques del Escuadrón de Destructores 60 que integran las Fuerzas Navales de Despliegue Avanzado en Europa (FDNF-E). Los nuevos barcos, a diferencia de los anteriores, tienen un helicóptero embarcado, lo que ha llevado a desplegar en junio en la base de Rota un Escuadrón de Helicópteros Navales de Ataque (HSM-79), conocido como los Griffins (Grifos, la criatura mítica con garras de león y alas de águila), dotado con aeronaves MH-60R Seahawk. 



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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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