El actor Luis Lorenzo en el ‘papelón’ de su vida: “Mi Oscar va a ser que se reconozca mi inocencia”
El actor cuenta cómo han sido estos seis meses acusado de asesinato junto a su pareja, Arancha Palomino, inmersos en una controvertida investigación por la muerte de su tía
A Luis Lorenzo, el presentador de televisión y actor de populares series españolas (La que se avecina, El Comisario, Médico de familia, Hospital Central, Homicidios…), le paran mucho más por la calle desde hace seis meses que antes: “¿Me puedo hacer una foto contigo?”, “Sabemos que eres inocente”, le dicen espontáneos transeúntes mientras se acercan para hacerse un selfie con el móvil o a pedirle un autógrafo. A sus 62 años, y cuando ya había dejado a un lado su faceta de intérprete y reenfocado su carrera profesional hacia el coaching en comunicación, su cara volvió a ocupar páginas en los periódicos y pantallas de televisión tras ser acusado de asesinar, por envenenamiento, a la tía de su pareja, mientras vivía con ellos en su casa de Rivas Vaciamadrid (Madrid), con el supuesto fin de apoderarse de su herencia.
“Es rarísimo, vuelvo a ser famoso, pero parece que da igual el motivo: “Asesinato consumado”, ironiza con lo que pone en su ficha policial. Está convencido de que él y su mujer, Arancha Palomino, han sido víctimas de una “investigación prospectiva” del grupo de homicidios de la comandancia de la Guardia Civil de Madrid, en la que parecen primar los asuntos propios de la prensa del Corazón (”rencillas familiares o problemas con las exparejas o los vecinos”) que al asunto mollar de este caso: “Aclarar cómo, quién, dónde, y cuándo se ha cometido el crimen del que se nos acusa”. Asegura que él no tiene nada contra el instituto armado, puesto que su padre era capitán de la Guardia Civil, pero sostiene que “esta investigación es una chapuza”. Lorenzo siente que lleva seis meses protagonizando “el papelón” de su vida: “Mi Óscar va a ser que se reconozca mi inocencia”.
Isabel Suárez Arias, asturiana de 85 años y tía de Arancha Palomino, murió en la casa del matrimonio en Madrid el 28 de junio de 2021, según el médico que la atendió entonces, de “muerte natural”, “accidente cerebro-vascular”. Una autopsia solicitada in extemis por sus familiares de Asturias, y que obligó a retrasar un día su entierro, recoge que la muerte es de “etiología homicida” por posible “intoxicación aguda con metales pesados”, concretamente cadmio y manganeso.
Sin embargo, estudios posteriores aportados por segundos y terceros forenses del Instituto Nacional de Toxicología, advirtieron en sede judicial de que esa llamativa alteración en los valores de esos metales puede producirse por un proceso natural orgánico posmortem y no por envenenamiento. Por otro lado, posteriores informes de Criminalística de la Guardia Civil concluyeron que los sospechosos polvos recogidos en la casa de la pareja por los investigadores eran “sal, azúcar y bicarbonato” y no hallaron cadmio, tan solo encontraron manganeso en unos botes de tinte y pintura que había en la terraza.
La mañana del pasado 25 de mayo, casi un año después de la muerte de la tía Isabel, una docena de agentes de la Guardia Civil de Madrid, entraba con una orden de registro en el piso de Rivas de Lorenzo y Palomino y ponía literalmente patas arriba sus vidas y su casa, tras seis horas recogiendo pruebas o presuntos indicios del crimen. Acto seguido se los llevaban detenidos. “Aunque no consideraron necesario que saliésemos esposados de la urbanización, todo el mundo nos vio con todo ese revuelo de coches y agentes”, recuerda Lorenzo, cuando todavía no eran conscientes de lo que se les venía encima. “Nunca antes me habían detenido, tenía la sensación de que aquello no podía estar pasando”, relata, recordando que lo único que le preocupaba en aquel momento era que los dos hijos de la pareja, de 11 y seis años, se quedasen a cargo de su hermano.
“Entraron con una secretaria judicial y una orden de registro, pero no nos explicaron el motivo porque era ‘secreto de sumario’, nos dijeron que ya nos enteraríamos en sede judicial, comenzaron a coger las pilas de toda la casa, hasta de los juguetes de los dos niños”, recuerda. “Al principio pensé que igual creían que Isabel podría haberse tragado una pila, luego se llevaron toda clase de botes del baño, de la terraza… y ya empecé a pensar en que podían creer que muriese envenenada”, cuenta, al tiempo que asegura que siempre pensó que aquella entrada tenía que ver con Isabel porque la familia de Arancha, les había denunciado con anterioridad por temas hereditarios, habían interpuesto una denuncia “por la desaparición” de Isabel cuando estaba con ellos en Madrid —que fue la que dio origen a esta investigación—, pidieron aquella autopsia antes del entierro y les gritaron “asesinos” durante el funeral que se ofició en el municipio de Las Regueras (Asturias).
Lorenzo y Palomino fueron conducidos a las comandancias de Rivas y Tres Cantos, respectivamente. Allí comenzaron a tomar conciencia de su situación: “La gran hostia es cuando te dicen que estás siendo investigado por asesinato, y ese protocolo tan duro de la detención: te quitan todas tus pertenencias, te desnudan, toman tus huellas, te fotografían, te toman una muestra de ADN y te dejan en un calabozo con una colchoneta”. El actor recuerda que en esas 48 horas, “se te pasa toda tu vida por la cabeza, te debates entre la ansiedad (’qué vendrá ahora, porque solo sabes de qué se te acusa pero no por qué') y la serenidad (’esto tiene que aclararse porque yo no he hecho nada’)”.
Luis Lorenzo se pasó dos días haciendo meditación y ejercicios en un espacio de dos metros cuadrados. Arancha Palomino, tuvo que ser ingresada tras intentar quitarse la vida. Después, cuando una filtración hizo que toda España supiera antes que ellos y que sus propios abogados que estaban acusados de haber envenenado a la tía Isabel para quedarse con su herencia, y tras llegar esposados al juzgado número 9 de Arganda que instruye la causa, quedaron en libertad provisional, sin pasaportes y con la obligación de personarse cada 15 días en el juzgado, como permanecen hasta hoy. “De pronto, nos convertimos en los asesinos números uno de este país, desde el principio hemos sido presuntos culpables, nada habría sido ni parecido si yo no llego a ser una cara conocida”, dice Lorenzo.
“No tenemos acceso a nuestro dinero, ni a ninguno de nuestros dispositivos, todos se lo llevaron, vivimos de prestado, gracias a los pocos amigos que nos quedan, el 90% se ha alejado de nosotros, mi empresa de coaching se fue al carajo: ¿Quién me va a contratar?, tenemos a los medios en la puerta de casa..., en fin, nuestra vida es un desastre”, comenta Lorenzo, a quien la Guardia Civil le incautó 140.000 euros en metálico que guardaba en su casa. “Ese dinero es mío, lo saqué yo de los bancos cuando no me fiaba de la situación financiera”, asegura.
La investigación económica por la muerte de Isabel Suárez Arias ha constatado que, durante los tres meses que estuvo la anciana en Madrid antes de morir, se produjeron en su cuenta movimientos por valor de 17.000 euros, que su sobrina Arancha atribuye a los gastos de la cuidadora (1.800 euros mensuales) que tenían contratada 24 horas, que también está siendo investigada. Arantxa y Luis Lorenzo viven sin trabajo conocido desde 2015 y 2016, respectivamente.
“Lo peor en estas situaciones son los niños”, asegura Lorenzo. Su abogado, Francisco Pérez Platas, ha presentado un escrito de denuncia contra la investigación por “diligencias injustificadas” y “sin control judicial” que afectan a los hijos de los acusados. Concretamente, el mayor de los niños, hijo de Arancha y una pareja anterior, fue entregado a su progenitor, pese a haber sido este condenado por violencia de género y maltrato y tener una orden de alejamiento. La Guardia Civil hizo valer una “diligencia policial” no autorizada por la juez, se llevó al menor hasta Avilés y le tomó declaración allí. El menor se encuentra en tratamiento tras pasar 21 días con un padre con el que no tenía contacto. Y de la investigación se ha anulado inexplicablemente esa diligencia.
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