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Manual para ser concejal y no morir en el intento

Un exdil de El Puerto escribe un libro con consejos prácticos para dedicarse a la política municipal, desde la campaña a la dimisión

Jesús A. Cañas
El exconcejal de El Puerto de Santa Maria (Cádiz) Ángel Quintana Fernández con su libro en la plaza del Cabildo de Jerez de la Frontera.
El exconcejal de El Puerto de Santa Maria (Cádiz) Ángel Quintana Fernández con su libro en la plaza del Cabildo de Jerez de la Frontera.Juan Carlos Toro

La primera toma de contacto de Ángel Quintana como concejal de su ciudad, El Puerto de Santa María (Cádiz), fue de bruces y sin anestesia. Pocos días antes de su toma de posesión el 13 de junio de 2015, lo mandaron llamar del Ayuntamiento al instituto público en el que trabajaba como profesor. “Pasé de dar clases de Prehistoria a verme rodeado por varios socorristas enfadados porque no estaba firmado su pliego, a escasos días de arrancar la temporada de playas”, recuerda. El artífice de la campaña del PSOE local había pensado tan al detalle cómo conquistar la Alcaldía para su jefe, David de la Encina, que ni se había parado a pensar cómo iban a ser los días inmediatos a conseguirlo. Quintana no lo sabía aún, pero con ese sobresalto comenzaba a atesorar la primera de muchas vivencias con las que ahora ha podido construir La política en clave local. Guía para las campañas electorales y la gobernanza municipal (Mirahadas, 2022).

“Perfectamente podría haberlo llamado Cómo ser concejal y no morir en el intento, pero quise darle un tono más serio”, confiesa entre risas este portuense licenciado en Historia. De hecho, es justo lo que ha pretendido Quintana con una obra surgida de la observación participante. Sus consejos sobre cómo desarrollar la campaña, la geometría de los pactos, la forma de redactar una moción al pleno, las renuncias a la vida familiar e incluso los tipos de funcionarios que uno se puede encontrar —clasificados como un imaginario selvático “cariñoso”— parten de lo que él mismo vivió entre junio de 2015 y septiembre de 2018. “Pasé por ocho concejalías en ese tiempo, como Turismo, Fiestas, Urbanismo y fui presidente de Impulsa [una empresa municipal]”, resume el exdil sobre una carrera política que él mismo decidió terminar con una dimisión. Y hasta ese paso final está incluido en el libro: “Una dimisión elegante te garantiza volver si quisieras algún día”.

Quintana confiesa que todas esas vivencias, incluida la de la propia renuncia, fueron un proceso lleno de aciertos y tropiezos sin un asidero previo al que agarrarse. “La política local ni siquiera se estudia, apenas en su faceta práctica, en las facultades”, se queja el profesor. La experiencia de El Puerto es válida para él “ya que es una localidad tipo española, en cuanto a que es de tamaño medio, de unos 90.000 habitantes”. Por esos 400 kilómetros lineales de calles —conocimiento adquirido de su etapa en Urbanismo—, el entonces jefe de campaña llevó a su candidato de puerta a puerta por las casas. De ahí aprendió que el cuerpo a cuerpo con el vecino es clave y que, puestos a regalar merchandising, mejor decantarse por bolígrafos, pastilleros o fichas de carros de supermercado, un “artefacto de éxito”.

Aunque sobre todo Quintana dedujo que existen tres tipos de políticos: “Los que buscan un interés personal, los que tienen un ego desmesurado y los que tienen vocación”. De todos ellos, el exconcejal repudia a esos primeros que buscan su mera supervivencia y no aspiran solo a atravesar “por un oficio temporal y pasajero”. Puestos a clasificar, el hoy de nuevo profesor de Secundaria encuentra un imaginario tipo de funcionarios, inspirado en el reino animal: el “hormiga” —de “dedicación extrema”—, el “lobo” — “territoriales” y poco colaboradores con el político—, el “león” —”el rey de la selva”, respetado entre los suyos— o el “perezoso” —los que “simplemente hacen poco”—. “No es algo peyorativo, pero es la casuística que te encuentras”, justifica el portuense.

El que fue tercer teniente de alcalde recuerda episodios amargos, como la denuncia penal que le interpuso un empresario —de la que salió absuelto dos años después—, justo cuando se encontraba de viaje de novios en Japón. “Porque es importante saber que uno es concejal hasta cuando está de vacaciones”, según advierte. O el sufrimiento que le provocaban a su madre las críticas que le hacían. “Hay que ponerse una armadura fuerte para resistir las críticas y que los problemas de la gente no te afecten en lo personal”, apunta Quintana. Aun así, reconoce que la afectación familiar y personal fue tan fuerte que, finalmente, optó por dimitir, justo al inicio del curso que llevaba a las elecciones de 2019 (en las que salió el PP, tras pactar con Ciudadanos).

“Dimitir fue la decisión más bonita y trascendental que tomé”, recuerda Quintana. Y, por eso, le ha dedicado un capítulo final, Arts dimitendi o El arte de dimitir, en el que recomienda que, una vez que la decisión esté tomada, tirar hacia delante cuando sea, “ya que nunca será buen momento para hacerlo”. La pérdida de confianza del jefe hacia él, no poder aportar más de la valía personal, la incoherencia entre valores y disciplina de partido o las presiones internas de partido son algunas de las causas que el exconcejal enumera como buenos motivos para echarse a un lado. “Sentirás una sensación de liberación sublime, de tranquilidad y de que has hecho lo correcto en el momento adecuado”, apunta el manual, como conclusión del discernimiento de marcharse.

Pese a ello, Quintana asegura que su obra surge de la necesidad de animar a políticos vocacionales a que se lancen a esa tarea y de que tengan las armas que él no tuvo cuando dio el paso. “Les recomiendo que lo hagan. Que sean concejales, pero que lo hagan con las cosas claras”, apunta el exedil, ya desvinculado de la política activa y del PSOE y que, por ahora, no se plantea regresar. “Yo no me arrepiento de todo lo vivido. Para mí fue un máster y un doctorado y hoy mis clases en el instituto son más ricas gracias a esa etapa”, remata orgulloso Quintana.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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