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Pedro Sánchez se abona al ring parlamentario

El Gobierno explota al máximo los duelos con Feijóo, mientras el PP minimiza su repercusión más allá del ruido mediático

Alberto Núñez Feijóo, el 18 de octubre, en el Senado.
Alberto Núñez Feijóo, el 18 de octubre, en el Senado.Claudio Álvarez
Xosé Hermida

El primer duelo, el pasado 6 de septiembre, estuvo precedido de una expectación periodística que ni el clásico de La Liga. A la espera de que Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo saltasen al ring, las horas se consumieron conjeturando estrategias y posibles zonas de combate. El Senado, esa institución de vida más bien fuera de foco, parecía resucitado entre el jolgorio de cámaras y la avalancha de invitados. “Hasta fue noticia una foto con la portada del discurso de Feijóo”, ilustra un asesor del presidente del PP. Días después, el CIS hizo una encuesta exprés sobre el derbi bipartidista: solo el 21% respondió que se había interesado por él.

La revancha entre Sánchez y Feijóo, el pasado martes, ya resultó un poco más discreta. “Y más lo será con el tiempo, la atención decaerá”, aseguran en el equipo del líder popular. El balance de los dos duelos en la cumbre oscila entre el triunfalismo del Gobierno y una cierta resignación en los populares. En la dirección del PP se conforman con decir que no han perdido pese a jugar en clara desventaja, ya que el rival, subrayan, no solo dispone de tiempo ilimitado ―y lo aprovecha a fondo―, sino que elige además el día y el tema. En La Moncloa proclaman que han alcanzado su gran propósito: “Desenmascarar a Feijóo”. El PP minimiza la repercusión de estos duelos, que comparan al forcejeo sobre el Poder Judicial: ocupa mucho a los medios y a los políticos, entre la indiferencia de la calle. En cambio, el Gobierno está convencido de que, aunque no tengan grandes audiencias, sus mensajes llegan a una buena parte de la población.

Lo irónico de esta disparidad actual de interpretaciones es que la primera iniciativa de buscar un cara a cara con el presidente partió de Feijóo, cuando en agosto retó a Sánchez a un debate en el Senado sobre la política energética. Los socialistas estaban lanzados a una ofensiva para neutralizar la crecida del líder del PP en las encuestas, y Sánchez venía eufórico tras los resultados del debate del estado de la nación, celebrado a mediados de julio en el Congreso con el senador Feijóo como testigo mudo al frente de sus filas. La Moncloa no solo atrapó la ocasión. Decidió repetirla un mes y medio después.

Más allá de las cuestiones políticas de fondo, ni los adversarios de Sánchez dejan de admitir que ha ganado mucha destreza en los debates parlamentarios. En ellos ha volcado buena parte de sus esfuerzos de los últimos meses para luchar contra la marejada de las encuestas. El debate sobre el estado de la nación levantó la moral de los socialistas. Por el desempeño de Sánchez y por el conjunto de medidas anunciadas, que ahora ya cuesta menos considerar dentro del Gobierno como un “giro a la izquierda”, idea que se rehuyó en el primer momento.

No es que ese debate arrasase en audiencias, aunque sí tuvo una repercusión mayor. Un 45% de los encuestados por el CIS dijo que lo había seguido y un 68% que había recibido información sobre él. El Gobierno sostiene que desde entonces ha conseguido recuperar la iniciativa política y las expectativas de voto. “Durante tres días los medios estuvieron hablando de aquello y el impacto de los anuncios fue brutal”, sostiene un colaborador del presidente. La impresión de Belén Barreiro, directora de 40dB., que elabora los barómetros demoscópicos de EL PAÍS y la Cadena SER, no resulta tan benévola para el Ejecutivo, aunque sí apunta a una evolución más matizada desde julio. Si bien el PSOE está estancado en su intención de voto, Barreiro señala que sus estudios apuntan a que ha frenado el desgaste de los meses anteriores y a que la valoración popular sobre las medidas del Gobierno ha mejorado.

Desde entonces, Sánchez se ha metido de lleno en el ring parlamentario y ha protagonizado otras tres comparecencias monográficas, dos en el Senado y una en el Congreso. “Es el primer presidente de la historia que en el plazo de seis días comparece ante las dos Cámaras”, presumen en La Moncloa. Cuando los rumores en los escaños del PP interrumpían estos últimos días a Sánchez, este los reconvenía con aire burlón: “Tanto se quejaban de que no comparecía y ahora no me escuchan”.

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En su puesta en escena parlamentaria, el presidente derrocha seguridad en sí mismo, excesiva incluso para algunos de los suyos. La agresividad contra Feijóo en el duelo de septiembre ha sido muy discutida, y el PP cree que esa actitud permitió que su líder saliese vivo del debate. El pasado martes, cambió notoriamente de tono. No fue una rectificación, aseguran en La Moncloa, solo que ambos debates se enfocaron con objetivos diferentes. El primero, demostrar que Feijóo “no está preparado ni tiene proyecto”. El segundo, ofrecer una imagen “más presidencial” y subrayar que, a diferencia del PP, él sí cuenta con “un plan y un equipo”.

Belén Barreiro es de las que cree que los medios y el mundillo político sobrevaloran la importancia de estos espectáculos parlamentarios, sobre todo “en un momento de descrédito de los partidos”. “Pocas personas lo ven, lo que les llega es un eco a través de los medios, muchas veces mediante esas cápsulas que ofrecen las televisiones y las redes sociales”, señala. Si estos duelos entre los líderes de PSOE y PP se prolongasen en el tiempo, la directora de 40dB. sí atisba una posible repercusión política: “Lo que se escenifica es que hay dos líderes y eso puede reforzar la imagen de que lo que domina es el bipartidismo”.

Esta última cuestión ha quedado muy evidente en los dos últimos duelos, para incomodo de los demás partidos, incluidos los aliados habituales del Gobierno. Todos ellos intervienen en el debate del Senado ante un salón de plenos desierto tras la desbandada que sigue al final del choque entre los dos grandes. Sánchez podría evitarlo esperando a que hablasen todos para dar una réplica conjunta. Pero su objetivo no ha sido otro que Feijóo y en él ha puesto el foco único, confiado en erosionar su figura en un Senado que hasta ahora parecía solo un lugar de trámite.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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