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Sánchez vende optimismo económico en Davos: “España está conteniendo mejor que otros el daño de la guerra de Putin”

El presidente confirma que Suecia y Finlandia estarán en la cumbre de la OTAN en Madrid y evita hablar del rey emérito

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene este martes en la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza.Foto: AP | Vídeo: EUROPA PRESS

Pedro Sánchez está muy cómodo en Davos. Ha venido ya tres veces, y se nota que el ambiente económico internacional es un mundo en el que se mueve bien. Después de algunos recelos en las primeras visitas por la inédita coalición con Unidas Podemos y la vicepresidencia de Pablo Iglesias, que generaba algunas dudas en el mundo económico, Sánchez ya es recibido en la cita mundial más importante de negocios y alta política como un presidente “business friendly”, como se suele decir en inglés, es decir, favorable a la actividad empresarial. Y él trata de aprovechar el encuentro para buscar inversores, sobre todo en el sector de los microchips y superconductores, la gran estrella de este año, con los 12.000 millones que este martes ha aprobado el Consejo de Ministros en un PERTE (proyecto estratégico para la recuperación y transformación económica) para animar a las grandes empresas multinacionales de este sector a instalarse en España y crear una auténtica industria europea alternativa a la asiática. “España no perderá la carrera por las tecnologías más avanzadas. Al contrario, queremos situarnos en la vanguardia del progreso industrial y tecnológico, y el Proyecto Estratégico sobre semiconductores así lo demuestra”, ha explicado Sánchez en Davos.

Toda la agenda de reuniones privadas del presidente en la localidad suiza está centrada en eso, mediante citas con los primeros ejecutivos de cuatro grandes multinacionales de este sector: Intel, Qualcomm, Micron y Cisco. Sánchez ha aprovechado su discurso central, con los altos directivos de algunas de las mayores empresas españolas en primera fila —Iberdrola, Repsol, Naturgy, BBVA— para tratar de vender optimismo económico en un Davos dominado por un ambiente de incertidumbre ante la guerra en Ucrania. Sánchez se ha reunido en privado con estas empresas españolas —también estaba Telefónica en la cita—, y varios de los presentes confirman que él fue mucho más optimista que los propios empresarios, que ven una gran incertidumbre, aunque ninguno es radicalmente pesimista.

“España está conteniendo el daño mucho mejor que la mayor parte de las economías de nuestro entorno”, ha insistido Sánchez. “De las cinco mayores economías de la eurozona, España sigue siendo la que más crecerá este año, y las cifras de inflación están en línea con las de otras economías de la zona euro”. España ha tenido que revisar su previsión de crecimiento a la baja, con una reducción superior a la de otras economías de su entorno, y es una de las que más ha sufrido por la crisis de la covid. Aún no se ha recuperado el nivel de PIB precrisis, algo que sucederá previsiblemente a finales del año que viene, mucho después que otras grandes economías. Pero el Ejecutivo se aferra a los datos de empleo, que son “impresionantes”, según el presidente, con 20 millones de personas ocupadas, y al hecho de que incluso con la bajada, las perspectivas de crecimiento españolas —4,3% en 2022— son superiores a las de los países de su entorno.

“Hay fortalezas inherentes en la economía española que nos dan razones para ser optimistas ante la adversidad de factores externos e impredecibles como lo fue la covid y lo es ahora la guerra desencadenada por [Vladímir] Putin”, ha insistido el presidente. Sánchez, que se presenta en Davos como un líder que defiende el multilateralismo y la democracia liberal frente a los “nativistas”, en referencia a la ultraderecha de Vox y otros, y los que apuestan por el totalitarismo, ha centrado su discurso en la defensa de la democracia frente al presidente ruso.

Davos está absolutamente concentrado en aislar a Rusia. Tanto es así que se ha cerrado la posibilidad de que participara ninguna empresa rusa, antes muy presentes. De forma muy simbólica, la Casa Rusia, una gran casona en el centro de la calle principal de este idílico pueblo para esquiadores en medio de los Alpes suizos, ha sido transformada en “la casa de los crímenes de guerra rusos”, con imágenes permanentes de las matanzas de Bucha y discursos del presidente ucranio, Volodímir Zelenski, emitidos en las pantallas.

En ese ambiente de choque total con Putin, Sánchez ha reivindicado no solo la democracia liberal sino también la OTAN, y ha confirmado que Suecia y Finlandia, los dos países que quieren entrar ahora como respuesta al expansionismo ruso, estarán en la cumbre de Madrid los días 29 y 30 de junio. Sánchez ha insistido en que su intención en esta cumbre es reforzar los lazos de la UE y la OTAN, y también se ha ofrecido como un mediador para que algunos países de América Latina que tienen dudas con Rusia entren al bloque de los que la están aislando.

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El presidente, como es habitual, no ha hecho ninguna mención a asuntos de política interna en su discurso y, por tanto, sigue sin valorar la polémica por la primera visita de Juan Carlos I a España desde que se fue a Abu Dabi por los escándalos alrededor de su fortuna opaca en el extranjero. Su Gobierno sí ha lanzado un mensaje muy duro contra el rey emérito por no dar las explicaciones que Sánchez le ha pedido varias veces, pero el presidente ha evitado de momento la polémica. Preguntado expresamente en los pasillos, Sánchez ha insistido en que no quería hacer ninguna valoración de este asunto porque está concentrado en su agenda económica en Davos y en especial, en las reuniones con las multinacionales del sector de los microchips.

Sánchez ha rematado el discurso con una gran defensa de la democracia frente a los totalitarismos: “Estamos viendo el fin de la era de la ingenuidad. Estamos viendo cómo nuestros valores tienen que ser defendidos. El ataque frontal de Putin nos recuerda que el futuro es una tierra por conquistar. No hay nada inevitable en el auge del extremismo, la desigualdad y la tiranía. Hay una oportunidad para los valores de la democracia, la libertad y la ley internacional. Es tiempo de confiar en nosotros mismos. La democracia y el multilateralismo puede ser complicados, aburridos e imperfectos, pero ahora sabemos que son el único camino para la paz y la libertad duraderas. El tiempo de la complacencia ha acabado”.

Sánchez: ¿por qué es tan difícil intervenir el mercado eléctrico europeo y no el financiero?

Después de esta intervención central, Sánchez participó en una mesa redonda por la tarde centrada en la crisis energética, otro de los asuntos más debatidos en Davos. Y ahí el presidente mostró su impaciencia con sus socios europeos, que frenan hace meses la profunda reforma del mercado eléctrico que España impulsa con algunos aliados y la oposición sobre todo de Alemania. Sánchez tuvo un intenso cruce, con formas amables, con Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea centrado en el “pacto verde (green deal)”, que había lanzado varias alabanzas al plan de recuperación del Gobierno español y a su apuesta por las renovables y por la transformación de las viviendas para reducir el consumo de energía y favorecer la instalación de paneles solares. “España ha presentado un plan fabuloso, triple A, que tiene grandes reformas en esto. Pero ¿por qué no se cobran impuestos por estos beneficios de las compañías energéticas? Tenemos que obligarles, sobre todo a las petroleras, a que inviertan más en renovables”. En primera fila, Sánchez Galán, de Iberdrola, que siempre defiende que en realidad quien se está beneficiando de esta crisis son las petroleras y no tanto las eléctricas como la suya, asentía con entusiasmo mientras Sánchez le miraba y sonreía porque le ha escuchado cosas parecidas en persona varias veces.

El presidente español pidió la palabra. “España fue uno de los primeros países que intervino en el tema de los beneficios caídos del cielo. Pero señor Timmermans, ¿por qué es tan difícil intervenir el mercado eléctrico europeo? En España llevamos 12 meses planteándolo. ¿Por qué es tan difícil con el mercado eléctrico pero sí intervenimos cuando funciona mal el sistema financiero?”, insistió Sánchez. Timmermans se defendió. “Las empresas energéticas se están embolsando enormes beneficios mientras la gente sufre. Eso no es natural. Debemos reformar el mercado, pero hemos tardado 30 años en construirlo. No podemos dañarlo con decisiones precipitadas. La Comisión está preparando propuestas para el próximo Consejo Europeo”, concedió. Sánchez, Timmermans y otros coincidieron al final: si no se hace algo rápido y los ciudadanos ven que los gobiernos trabajan para que la crisis energética no afecte a los más débiles, será imposible implicar a los ciudadanos en la transición verde y fracasará.

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