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La dureza de Robles complica la estrategia de apaciguamiento de Sánchez

Malestar en sectores del Ejecutivo y el PSOE por el tono de la ministra

Margarita Robles, en la sesión de control al Gobierno en el Congreso, este miércoles. Foto: CLAUDIO ÁLVAREZ | Vídeo: EPV
Carlos E. Cué

La estrategia estaba muy clara desde primera hora de la mañana. En realidad, desde el domingo, cuando Félix Bolaños viajó a Barcelona: La Moncloa ha optado por apaciguar a ERC y a los demás socios indignados por el escándalo del presunto espionaje a más de 60 independentistas. Por eso, Pedro Sánchez arrancó la mañana en el Congreso en un tono muy suave con el portavoz de ERC, admitiendo su comprensión y prometiéndole que actuarían con total transparencia con las cuatro vías que ofreció Bolaños el domingo en Barcelona: investigación del CNI, del defensor del pueblo, comisión de secretos oficiales y desclasificación de documentos. Todo iba según lo previsto. Rufián ni siquiera fue especialmente agresivo para su estilo.

Pero entonces llegaron las preguntas a Margarita Robles, que tenía varias sobre el mismo asunto. El día anterior, la ministra ya había estado muy dura en el Senado. Ella no da por bueno el informe sobre el espionaje que ha publicado The New Yorker, incluso duda de la credibilidad de la revista. Pero después del cruce de Sánchez con Rufián, Robles empezó más suave. Sin embargo, poco a poco, sobre todo tras el cruce con el portavoz del PNV, Aitor Esteban, se fue calentando, y acabó en un choque abierto con los independentistas ante la evidente incomodidad de algunos miembros del Gobierno —los de Unidas Podemos se ausentaron— y diputados socialistas, sorprendidos por el enconamiento de un debate entre supuestos aliados.

Robles, señalan en su entorno, está absolutamente convencida de que el CNI no ha hecho nada incorrecto, y sube el tono porque cree que los independentistas están haciendo una campaña política con un informe al que no da ninguna credibilidad. Ella, que este miércoles llegó a decir en los pasillos del Congreso que no se “dedica profesionalmente a la política, al contrario que él [por Gabriel Rufián]”, porque es magistrada del Supremo, está muy molesta con las acusaciones del independentismo al CNI, y cree que es su obligación defenderlo, y por eso sube el tono. “¿Qué tiene que hacer un Estado cuando alguien declara la independencia?”, argumentó este miércoles en el Congreso.

Sin embargo, tanto en el Gobierno como en el PSOE, aunque no es una opinión unánime —hay quien defiende que es razonable que Sánchez use un tono más amable y Robles más duro— causó un importante malestar que la ministra, con su enfrentamiento abierto, complicara la estrategia de apaciguamiento de La Moncloa. De hecho, los independentistas tardaron muy poco en tomar las palabras de Robles para pedir su dimisión y de paso alimentar más el ambiente victimista que hay en Cataluña.

Debate interno en ERC

Poco después del choque en el Congreso, Félix Bolaños se reunió con Gabriel Rufián y la cita no fue bien. Las cosas ya estaban difíciles antes de la sesión de control, pero se complicaron aún más. ERC vive un debate intenso entre los que creen que hay que dejar pasar el decreto al menos con una abstención y los que piensan que el caso del espionaje es tan grave que hay que votar no si Sánchez no entrega una cabeza política, la de Robles o la de la directora del CNI, Paz Esteban. Varias fuentes del Gobierno coinciden en que es muy poco probable que Sánchez acceda a la petición de destituir a Robles, y mucho menos ahora que se vería como una concesión a los independentistas, pero eso no impide que se detecte un evidente malestar con la estrategia de la ministra, aparentemente autónoma, de salir al choque con los secesionistas. Robles es una independiente con muy buena valoración en las encuestas, pero sin respaldo político fuerte en el PSOE.

Estos sectores del Gobierno y del PSOE que están molestos señalan que el problema no es la votación de este jueves, que se podrá salvar de una u otra manera, incluso con la abstención del PP, sino lo que queda de legislatura. El PSOE y Unidas Podemos, señalan varios ministros y dirigentes nacionales y regionales consultados, no puede estar un año y medio entero dependiendo del PP, porque eso sería entregarle a Alberto Núñez Feijóo el control de la agenda política y vivir en un desgaste permanente. Sánchez necesita rearmar su mayoría si quiere agotar la legislatura y terminar su agenda legislativa progresista. Por eso es clave reencontrarse con ERC, el PNV y otros aliados indignados por el espionaje. La estrategia de La Moncloa pasa, por tanto, por llegar hasta el final en la investigación del escándalo y tratar de calmar las aguas con sus socios. Y para eso, el tono de Robles no ayuda, según estas fuentes. La ministra, sin embargo, está muy segura de su posición y parece dispuesta a llevarla hasta el final, según su entorno.

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