Las elecciones en Castilla y León y Andalucía abren el futuro político de España
Casado confía en ganar en las dos comunidades como trampolín a La Moncloa. Vox aspira a gobernar con el PP. El PSOE alerta del riesgo de la ultraderecha. Cs se queda sin margen
La política son expectativas y las de los partidos en 2022 no podrían ser más distintas. El PP quiere instalar la percepción de que España se adentra en un cambio de ciclo político con dos victorias en Castilla y León y Andalucía, donde ya gobierna, que serían la antesala de las elecciones generales de finales de 2023 o principios de 2024. Un relato que el PSOE rechaza y que incluso se le podría atragantar a Pablo Casado: Vox es su único socio posible y ya ha dejado claro que no se limitará a ser la comparsa del PP. La extrema derecha exige gobernar. Si lo hace, el PSOE cree que tendrá parte de la campaña hecha para movilizar al electorado progresista.
Otra incógnita por resolver es la reconfiguración del espacio a la izquierda del PSOE. El proyecto de Yolanda Díaz más allá de Unidas Podemos ha generado mucha ilusión pero es todavía un esbozo. A corto plazo parte, paradójicamente, con una ventaja: la debilidad de Unidas Podemos en Castilla y León le libera de la obligación de tener que obtener un buen resultado el 13 de febrero. El examen sí será más serio en Andalucía, donde la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo deberá lidiar con un crisol de fuerzas de izquierdas que no se entienden para moldear una propuesta transversal.
En un año de tantas cábalas, sí hay una certeza incontestable según todas las empresas demoscópicas: 2022 será el año de las dos derechas. Ciudadanos desaparecerá prácticamente del escenario político español.
Un PP en permanente tensión electoral. Casado repite sin cesar, tras tocar fondo en las elecciones catalanas de febrero, que el triunfo arrollador de Isabel Díaz Ayuso el 4-M en Madrid es el anticipo de un “cambio de ciclo”. El relato de Génova no ha variado desde entonces, estimulado por las encuestas. La fe que sus dirigentes profesan a los sondeos les ha llevado a prometer hasta lo que no depende de ellos. “Os hago un vaticinio, una promesa: a partir de este momento todas las elecciones que se convoquen, sea cual sea su ámbito territorial, las va a ganar el PP. Ese es mi compromiso”, aseguró el secretario general, Teodoro García Egea, el 19 de diciembre en el congreso del PP de Aragón.
“Ahora el tablero electoral es beneficioso para Casado. Las elecciones son en dos comunidades donde gobierna el PP y donde el factor principal será el hundimiento de Ciudadanos. No creo que el resultado sea definitivo para hablar de un cambio de ciclo, pero es evidente [si los populares encadenan dos victorias] que ya nadie podría decir que ha sido por una mera cuestión de carisma”, observa Narciso Michavila, presidente de GAD3.
“Me parece prematuro asegurar que estaríamos en un cambio de ciclo, todas las elecciones son importantes pero todo tiene que estar medido en función de las expectativas realistas de cada partido”, comparte Belén Barreiro, responsable de la empresa 40db.es. Casado, en una horquilla de entre 119 y 132 en función de las encuestas, fía su suerte a sumar la mayoría absoluta (176) con la extrema derecha.
Casado, en manos de Vox. El PP se ha quedado sin aliados en el Congreso. A lo más que puede aspirar, sin contar a la ultraderecha, es al apoyo de Unión del Pueblo Navarro y Foro Asturias. Vox lo sabe y ya ha avisado de que en los posibles pactos postelectorales exigirá gobernar en coalición. “El Gobierno será con Vox o no será”, recalcó en noviembre Macarena Olona, portavoz adjunta y secretaria general en el Congreso. “No esconden que eso es lo que hay, es todo un aviso no solo para los votantes progresistas o moderados, sino para el conjunto de los españoles. La elección será entre Gobiernos reaccionarios y retrógrados o Gobiernos socialdemócratas”, subraya Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE.
Primer asalto en Castilla y León. La sorpresa por el adelanto electoral que su presidente, Alfonso Fernández Mañueco, convocó el lunes pasado fue relativa. Una semana antes Luis Tudanca, líder territorial del PSOE y vencedor de las elecciones autonómicas de 2019 —no sucedía desde 1983—, estaba en Ferraz haciéndose las fotos para una campaña que en el cuartel general de los socialistas sabían que era inminente.
Mañueco confía en fortalecer su posición y recuperar la condición de partido hegemónico absorbiendo a los votantes de Ciudadanos. “La derecha insiste en la inestabilidad de los Gobiernos de coalición progresistas pero lo que estamos viendo es que en pocos meses han caído varias de sus coaliciones, primero en Murcia [tras la moción de censura acordada por PSOE y Ciudadanos], provocando también las elecciones anticipadas en Madrid, y ahora en Castilla y León. Nosotros, en cambio, hemos demostrado estabilidad en el Gobierno de España”, reivindica Lilith Verstrynge, secretaria de Organización de Podemos.
El precedente de Ciudadanos y su fagocitación por el PP en Madrid no está tan claro que se vaya a repetir. La campaña de Francisco Igea, vicepresidente hasta que el lunes fue expulsado de la Junta junto al resto de consejeros de su partido, incluida la responsable de Sanidad en plena sexta ola, se basó en la renovación. “El PP ha practicado aquí el mismo clientelismo que el que se ha visto en Andalucía”, llegó a decir entonces. Otro ejemplo: el PSC se nutrió en las elecciones del pasado febrero especialmente de exvotantes de Ciudadanos. La sensación es que su reparto en los primeros comicios del año sería más equitativo o engrosarían la abstención.
La pujanza de Vox en las dos comunidades con más circunscripciones se empezará a vislumbrar el 13 de febrero. El partido de Santiago Abascal tiene ahora mismo un procurador en Castilla y León. Algunas encuestas le auguran hasta una decena. Más que de sobra para ser decisivo. “En estas elecciones constataremos la fortaleza de Vox, que lejos de remitir se mantiene e incluso puede ir a más. Si el PP se queda cerca de la mayoría absoluta será interesante ver con quien pacta, si con Vox o algún partido de la España Vaciada en caso de que logre representación como podría pasar en Soria. Todo tiene consecuencias y más si Vox entra en un Gobierno. La izquierda ya se encargaría de recordarlo en las generales para movilizar a su electorado”, señala José Pablo Ferrándiz, socio fundador de Elemental Research.
Andalucía: en juego mucho más que unas autonómicas. Todos los partidos tienen la mirada puesta en las segundas elecciones de 2022 pese a que todavía no tienen fecha, a expensas de cuándo las convoque el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno (PP), tras perder el favor de Vox y prorrogar los Presupuestos. La comunidad más poblada y feudo tradicional del PSOE reparte más escaños que ninguna otra en el Congreso: 61 de 350. Y lo que pase en las autonómicas sí podría tener una lectura más nacional.
Si el PP se consolida y mantiene la Junta, en La Moncloa tomarían nota: Casado podría anotarse un éxito en una comunidad que los socialistas han presidido 36 años. “Andalucía es la madre de todas las batallas. Si hubieran sido primero las andaluzas, una victoria del PP habría tenido un mensaje más fuerte. Una de las claves es si el PSOE es capaz de lograr que le vote el medio millón de abstencionistas de su electorado que en 2018 se quedaron en sus casas. En 2019 sí votaron en las generales”, apunta Ferrándiz. Juan Espadas, el exalcalde de Sevilla y sucesor de Susana Díaz, está en sintonía con Ferraz pero tiene un problema: no es muy conocido. El ánimo de la federación andaluza, la principal del PSOE con 45.000 militantes, tampoco es el que era. Sus cuadros no han terminado de digerir la pérdida de la Junta.
Aun así, los expertos insisten en ser precavidos. Hay una razón de peso: la mayoría de las elecciones autonómicas de mayo de 2023 serán en comunidades presididas por el PSOE. “Los socialistas se mantienen muy bien en las comunidades donde gobiernan. Pero eso no quiere decir que Pedro Sánchez vaya a retener esos votos”, afirma Michavila. “Los bloques no son sustancialmente diferentes a los de otras elecciones. No vemos a un presidente del Gobierno en declive. En las estimaciones de voto, el PSOE sigue siendo el primero en el conjunto del país”, discrepa Ferrándiz.
El reto de Díaz: aglutinar a la izquierda del PSOE. El proyecto de Yolanda Díaz parte de mínimos en Castilla y León. Unidas Podemos solo logró dos procuradores en 2019 (10 en 2015). “Díaz tiene un gran tirón y retiene mucho voto que se le iba a Pablo Iglesias. Pero aguantar, sin una estructura de partido, es muy complicado”, advierte Narciso Michavila. La primera prueba de fuego será lograr un frente amplio en Andalucía. “El reto a la izquierda del PSOE es un proyecto que permita aglutinar el voto de las diferentes sensibilidades en ese espacio”, le secunda José Pablo Ferrándiz. “Hablamos de crecer y ampliar el espacio: hemos gobernado, gestionado e impulsado políticas públicas expansivas y de mayorías como la reforma laboral”, resalta Lilith Verstrynge.
Ciudadanos se queda sin margen. El partido de Inés Arrimadas está en sus estertores, según coinciden todos los pronósticos. En menos de 10 meses ha salido de su tercer gobierno: Murcia, Madrid y Castilla y León. La fuga de cuadros y militantes es constante. “Ciudadanos ya está desapareciendo, son votos que vuelven sobre todo al PP. Lo interpreto como un final de ciclo del 15-M, aunque en el caso de Podemos sí habrá algo a la izquierda del PSOE”, concluye Michavila.
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