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Más de 4.100 migrantes han pasado a Francia por Irún este año

Pese al blindaje de la frontera, la cifra ya supera al dato anual anterior y se sigue cruzando el peligroso río Bidasoa a nado

Pedro Gorospe
Varios cientos de personas concentradas el lunes en Irún para denunciar la muerte de un migrante que trataba de llegar a Francia a nado.
Varios cientos de personas concentradas el lunes en Irún para denunciar la muerte de un migrante que trataba de llegar a Francia a nado.GORKA ESTRADA

Jon es uno de los responsables de Irungo Harrera Sarea, la red de acogida que ve cómo cada vez más migrantes cruzan el río Bidasoa a nado por alguno de los 10 kilómetros en los que hace de frontera con Francia: “Si no los han parado ni el Atlántico ni el Mediterráneo, ¿cómo los va a parar el río de Irún?... Y es un error terrible”.

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Spain’s Bidasoa river: the new ‘death trap’ for migrants

En lo que va de año han pasado la frontera de manera ilegal —la mayoría andando, en coche o autobús y un número creciente a nado— 4.100 migrantes, según los datos del Gobierno vasco, una cifra que basa en la ocupación de sus recursos. A ella hay que sumar las personas se alojaron en albergues de la Cruz Roja y quienes desconfían de la ayuda institucional y no recurren a ella. Medio centenar permanecen en Irún a la espera de cruzar a Francia sin descartar lanzarse al río.

Esa nueva vía ya se ha cobrado dos vidas este año. El domingo falleció ahogado un hombre que intentaba cruzar a la otra orilla. Y otro, Yaya, de Costa de Marfil y de 28 años, murió de la misma manera en mayo. En abril, un tercero se había quitado la vida arrojándose al cauce.

Si en 2019 usaron los recursos asistenciales del Gobierno vasco 4.244 migrantes, solo en los ocho meses de 2021 ya los han utilizado 4.100. En 2020, el año de la pandemia, el Gobierno vasco registró 3.493 migrantes. Así resume este contexto el director de Migración y Asilo del Gobierno vasco, Xabier Legarreta, para dar la medida del problema. El punto negro de Irún es mucho más que un goteo de migrantes. Es un auténtico chorro. “Este pasado viernes utilizaron los recursos del Gobierno vasco en el área de Irún 80 personas en tránsito hacia el norte; el sábado, 60; y el domingo quedaban 20”, explica Legarreta. El director regional de Migración pone en valor que se trata de un “drama humanitario”.

Legarreta reclamó el lunes, consciente de que se trata de un fenómeno imparable y que habría que crear “corredores humanitarios seguros”: La UE “tiene que tomar cartas en el asunto”. La red de Irún contabiliza de media unos 20 o 30 migrantes cada día. “El 95%, procedentes de Canarias”, explica Jon. “Una vez en la península, se las ingenian para subir hasta Irún en su camino hacia el norte de Europa”.

Pero al llegar a Irún se encuentran con que la frontera está blindada. La causa oficial al otro lado es la pandemia. Hay controles a los viandantes, a los que van en tren e incluso a los que pasan en pequeños barcos. “Y no son controles generales, son selectivos, solo piden la documentación a los que parecen árabes o subsaharianos”, puntualiza el portavoz de la red local de ayuda. Los identifican y, si su documentación no está en orden, los devuelven a España. Hasta dos y tres veces en muchos casos, sin pasar por la policía española. Los dejan en el puente de Santiago o en el de Behobia. “La desesperación está empezando a causar estragos entre los migrantes que tienen peor suerte”, asegura este portavoz. “Y en esa desesperación hacen lo que sea por seguir su camino”.

Diez kilómetros “imposibles de controlar las 24 horas”

Sin embargo, el río no es, en ningún caso, una opción. Aunque la policía vasca vigila a petición del Ejecutivo autonómico la ribera del Bidasoa a su paso por Irún, esa decena de kilómetros que hacen frontera son “imposibles de controlar las 24 horas”, asegura un agente de la comisaría de la localidad guipuzcoana. La vigilancia, dice, es cada vez más intensa.

Pese a todo, supone un coladero. “No es raro ver a cuatro o cinco cruzando en grupo”, dice Jon. “El problema” es que se está corriendo la voz entre ellos de que cruzar el Bidasoa es fácil porque en algunos sitios apenas si hay 40 o 50 metros entre orillas y con la marea baja parece que se puede pasar andando.

“El río es una ilusión”, dice Adrián, de la Sociedad Deportiva Santiagotarrak, de Irún, que se dedica al remo y al piragüismo. Sus miembros se conocen el Bidasoa como la palma de la mano. “Ven la otra orilla muy cerca, pero en realidad está muy lejos, y si vienen cansados o desnutridos o no saben nadar bien es una trampa en algunos puntos”.

La piragüista y medallista olímpica Maialen Chourraut solía entrenar en la denominada curva de San Miguel, a unos tres kilómetros de la Isla de los Faisanes (en dirección contraria a la desembocadura), donde el domingo falleció un migrante. Es una zona de unos 150 metros de rápidos que, cuando la marea está alta, sirve para los especialistas en descenso en aguas bravas. Con marea baja hay que tener cuidado ante la abundancia de pozas.

El primer migrante fallecido murió en la Isla de los Faisanes, en la parte más cercana a Francia, donde el cauce se hace profundo. En ese tramo se pasa de tener el agua por la rodilla al hundimiento. Se llamaba Yaya y viajaba con su sobrino, que sí sobrevivió. Yaya trabajó de albañil y taxista para viajar a Europa. Se embarcaron en una patera en el Sáhara Occidental y después de cinco días a la deriva alcanzaron Canarias. Primero recaló en Málaga y después llegó como pudo a Irún. El Bidasoa se lo tragó. “La gente se está muriendo porque no se les facilita el paso”, critica Anaitze Agirre, otra portavoz de la red Irungo Harrera Sarea.

“El tapón que las autoridades francesas están generando en Irún favorece además el negocio de los pasantes”, explica Jon. Entre quienes dicen organizar un paso seguro al otro lado y les dejan en la orilla y quienes les cobran 50 euros para pasarles y les engañan “se está generando un negocio que empieza a ser peligroso”.

Hakim se concentró ayer en la plaza de San Juan de Irún para denunciar la muerte de un compañero que, como él, buscaba seguir su ruta y falleció ahogado en el Bidasoa. Todavía no está identificado. Solo saben por las huellas que no estaba fichado. A día de hoy, Hakim asegura que no va a pasar a Francia a nado. Aunque quizás lo diga con la boca pequeña. Si solo existe esa opción, si el resto de las vías están cerradas... ¿Quién sabe?

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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