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La República y un adoquín vuelven al Congreso

El presidente lanza el cebo del elogio al 90 aniversario del “hito” de 1931 y provoca sarpullidos en la derecha

Javier Casqueiro
El líder de Vox, Santiago Abascal, enseña un adoquín durante su intervención este miércoles en el Congreso de los Diputados.
El líder de Vox, Santiago Abascal, enseña un adoquín durante su intervención este miércoles en el Congreso de los Diputados.Chema Moya (EFE)

Pedro Sánchez quiso iniciar el debate de este miércoles sobre el balance del estado de alarma contra el coronavirus con un intencionado elogio de la II República, de la que se cumplía precisamente su 90 aniversario. Fue premeditado y logró su objetivo. Del virus tenía poco más que añadir: confía su placaje en las vacunas y no ve necesarios más estados de alarma ni un plan jurídico alternativo tras el 9-M. El golpe de efecto inicial fue la mención a la proclamación justo el 14 de abril de 1931 de la II República como “uno de los tres hitos cruciales” de la conformación de España como “un gran país”. Y lo equiparó al 6 diciembre de 1978 cuando se aprobó la vigente Constitución y al 12 de junio de 1985, cuando España firmó el ingreso en la Comunidad Europea. Sabía que iba a obtener réplica y esa alusión escoció en la bancada de la derecha y activó los aplausos nostálgicos en la izquierda.

Sánchez recordó al historiador Santos Juliá y estableció un “vínculo luminoso” entre “el mejor pasado” de la II República, con sus logros como el voto femenino o las mejoras a las clases obreras, los otros hitos históricos y el actual plan de reconstrucción del país ligado a los millonarios fondos europeos. Al líder del PP, Pablo Casado, no le agradó esa derivada y recriminó al jefe de Gobierno que demandase unidad de acción mientras se dedicaba a “reabrir debates morales y la historia de España”. Casado advirtió ahí de que el PP ni hace ni hará esas apelaciones a “onomásticas” que separan a los españoles y argumentó que ni siquiera el líder comunista Santiago Carrillo lo quiso hacer en un mitin que él le escuchó en la transición en Valladolid. “Usted siempre intenta dividir y nosotros no vamos a hacerlo. Nosotros celebramos la Concordia, el Estado de Derecho y la Constitución”, acabó Casado y le conminó a retratarse juntos poniéndose en su momento la vacuna contra el virus para favorecer la vacunación.

El anzuelo estaba echado y el portavoz de Vox, Santiago Abascal, lo recogió encantado para elevar el pistón. Primero rechazó “el selfi” con Sánchez y Casado y luego tildó de “cuento chino” las promesas del presidente y se ciñó a intentar replicar cualquier reivindicación a favor de la II República: “Esa República a la que en 1934, el Partido Socialista, con las mismas siglas que ahora, dio un golpe de estado y después ha reivindicado la Constitución de 1978”. El portavoz ultra retomó así otra de sus obsesiones históricas contra el socialista Largo Caballero, del que recogió parte de una cita: “Tenemos que luchar como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee no la bandera tricolor de una república burguesa sino la bandera roja de la revolución socialista”. Y así llegó a considerar que Sánchez al sentirse heredero de esos socialistas en realidad estaba “amenazando a la monarquía y el orden constitucional de 1978”. Esa digresión de Abascal le sirvió luego a la portavoz socialista, Adriana Lastra, para concluir que Abascal respaldaba así el golpe de estado franquista de 1936. Y a Inés Arrimadas, de Ciudadanos, para rememorar a Miguel de Unamuno sobre la Guerra Civil: “No se trata de unos españoles contra otros, sino de toda España, una, contra sí misma. Suicidio colectivo”.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha defendido este miércoles en el Congreso el Plan de Recuperación,Transformación y Resiliencia para hacer frente a la crisis del coronavirus.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha defendido este miércoles en el Congreso el Plan de Recuperación,Transformación y Resiliencia para hacer frente a la crisis del coronavirus. Chema Moya (EFE)


Abascal lo que sí hizo fue esgrimir desde la tribuna uno de los adoquines que rescató de su reciente y polémico mitin en Vallecas, que acabó con agresiones y heridos entre policías y un grupo de opositores a la presencia de Vox en ese barrio. Abascal lamentó que el presidente no denunciase esa agresión que entiende alentada por sus socios en el Gobierno de Podemos. El portavoz de Más País, Íñigo Errejón, calificó de “show electoral” esa intervención y le avisó de que en 2019 utilizó ese recurso el entonces líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en un debate y luego tuvo muy malos resultados.

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El 4-M y la campaña madrileña se coló así hasta el centro del hemiciclo. Sánchez interpretó el tono histriónico e hiperbólico de algunas expresiones de Casado en que el equipo de la popular Isabel Díaz Ayuso no le deja hacer actos en Madrid. Casado y otros portavoces acusaron a Sánchez de opacar en Madrid a su aspirante socialista, Ángel Gabilondo, sobre todo por el desmentido a su promesa de que no subirá los impuestos con lo que ven como un aviso de “hachazo o sablazo fiscal” por parte de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. En ese ambiente, un diputado del PP, Andrés Lorite, le dijo al ministro de Fomento, José Luis Ábalos, que era “el saco sin fondo de la indignidad” y otro de Vox, Ignacio Gil Lázaro, llamó al ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, “falaz, cobarde, sectario e indigno”. Y no pasó nada.

Yolanda Díaz elude la pugna con García Egea en su primer duelo

La expectación de la sesión de control al Gobierno de este miércoles en el Congreso, tras más de cinco horas y media de debate sobre la covid-19 y los millonarios fondos europeos, se trasladó a continuación al estreno como vicepresidenta tercera de Yolanda Díaz y su duelo dialéctico con el número dos del PP, Teodoro Garcia Egea. Durante los anteriores periodos de sesiones, esos segundos enfrentamientos los protagonizaron el vicepresidente y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, con García Egea, al que siempre denominaba con cierto retintín “don Teodoro”; Iglesias llegó a imitar el acento murciano de García Egea y le encaraba desde su escaño con la mano metida en el bolsillo mientras hablaba de maletines. El secretario general del PP, eso sí, no cejaba en acusar a Iglesias de todos los males de España.

Yolanda Díaz fue nominada por Iglesias como su sucesora en el Ejecutivo —previsible candidata a liderar también Podemos— y ya es ahora la pieza más relevante de esa formación en los debates en el Congreso. Egea se estrenó en su nuevo duelo preguntándole si estaba satisfecha como ministra de Trabajo con los datos de empleo. Pero a continuación el dirigente del PP desparramó una partitura de ataques sobre el comunismo del que no reniega la vicepresidenta y que él relacionó con “priorizar a los suyos” o “a las aerolíneas chavistas” salvadas por el Ejecutivo como la compañía Plus Ultra.

Díaz, que se ha preparado a conciencia qué tipo de perfil quiere ofrecer en esas mediáticas intervenciones, obvió esos capotes. Ni siquiera respondió cuando Egea dijo parafrasear a Iglesias afirmando que “trabajar es de cretinos”. La vicepresidenta enfatizó: “En absoluto estoy satisfecha con los datos de paro de mi país”. Luego concedió que “el principal problema de España es el desempleo” y corrigió la cifra de parados que el popular había elevado a seis millones: “Son 3.940.640”.

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Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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