Los barones del PP temen que la debacle catalana radicalice a Casado
Ningún dirigente territorial popular plantea por ahora dimisiones ni cambio de candidato en Cataluña
El PP está tocado. La debacle en las elecciones catalanas ha supuesto un duro golpe para el líder del principal partido de la oposición, Pablo Casado, implicado al máximo y sin éxito en reflotar la marca del PP en Cataluña, que ya partía de su peor resultado histórico. El PP mira con desconcierto el auge de Vox, con 11 diputados y casi cuatro veces más votos en Cataluña. Los barones del partido, que este martes pedirán a la dirección una “reflexión profunda” y menos “vaivenes” en su discurso, temen que Casado se deje contagiar ahora por Vox y radicalice su estrategia. Nadie reclama por ahora dimisiones.
El PP no ha sufrido en Cataluña este domingo 14-F el mismo hundimiento que Ciudadanos, porque sus resultados —tres escaños, octava fuerza y apenas el 3,85% de los votos— ya partían de su suelo histórico, con solo cuatro asientos en el Parlament. Pero el problema de Pablo Casado se sigue llamando Vox, en Cataluña y en España. Las elecciones del 14 de febrero han constatado que la extrema derecha se mantiene en un ciclo ascendente, de avance, y mina las posibilidades de los conservadores de armar una alternativa nacional a Pedro Sánchez.
Casado no encuentra todavía la tecla para frenar a Vox y eso inquieta a los líderes territoriales del PP. Varios de ellos le pedirán en la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP, que se reúne este martes, una “reflexión” en profundidad sobre su estrategia. Su equipo más próximo en la sede nacional de Génova 13 también está en el punto de mira, porque se le reprocha escasa entidad. Pero dirigentes del máximo nivel en territorios clave como Galicia, Andalucía o Madrid reconocen también a EL PAÍS que no es el momento para plantearse un cambio de liderazgo, dimisiones, cortar cabezas ni, sobre todo, “giros radicales en el discurso o en los mensajes que se alejen de la moderación que se le presupone a un partido que pretende gobernar para toda España”.
“Calma chicha”, comenta uno de los barones territoriales más importantes del PP. “El resultado en Cataluña es el desastre que siempre ha sido pero no es achacable ni a Casado ni a la dirección nacional actual, sino a la falta permanente allí de estructura”, agrega. Y advierte de su temor, compartido por otros responsables territoriales del sector más moderado del PP: “Dentro de lo malo es mejor sacar tres diputados desde la centralidad que 11 y convertirse en Vox”. Este barón popular recomienda a Casado “que mantenga el rumbo y no escore al PP”.
Vox está ahora en todas las conversaciones con miembros del Partido Popular. “¿Por qué Vox ilusiona y el PP no?”, se preguntan en una de las principales presidencias autonómicas de los populares a juzgar por los resultados de las catalanas, en las que el partido de Santiago Abascal irrumpió como cuarta fuerza y fue capaz de pasar de cero a once diputados, mientras los populares entraban en barrena.
El PP: solo un problema de coyuntura
En el equipo de Casado niegan la mayor: dicen que el problema no es que el PP no ilusione, que es solo un problema de coyuntura. Sostienen que la campaña coincidió con la confesión de Luis Bárcenas, como reseñó el secretario general del PP, Teodoro García Egea, en su comparecencia en la noche electoral. Egea es ya hace tiempo el blanco de todas las críticas en muchos niveles del partido, porque no convence ni su estilo ni su gestión. Pero nadie vaticina que Casado vaya a prescindir ahora de él ni vaya a imponer cambios en su cúpula. “Pablo tiene que escuchar mucho más a la gente. A la interna y a la sociedad. Y su equipo confunde lealtad con sumisión. Tiene que demostrar que es capaz de integrar y de sumar”, apunta un líder territorial sobre el trabajo de Egea.
El equipo de Casado apunta también al desplome de la participación —que cayó al 53,54%— como otro de los factores que más podría haber perjudicado a los partidos constitucionalistas. En Galicia, en las elecciones autonómicas del 12 de julio, entonces al final de la primera ola de la pandemia y con algunos territorios de la comunidad totalmente confinados, la participación bajó cinco puntos y el PP de Alberto Núñez Feijóo revalidó su cuarta mayoría absoluta y cerró a Vox el paso al parlamento regional.
Cada vez que se reedita una crisis ahora en el PP de Casado todo el partido mira para Galicia y para Feijóo. “Estamos con la misma gaita de siempre, Feijóo está aquí solo centrado en gestionar la salida al virus, salvar vidas, evitar muertes y hoy (por este lunes) ha estado toda la mañana con los 35 médicos de su comité clínico”, afirman fuentes del PP gallego, que desmienten tener interés alguno por agitar las aguas cuando se enturbian en Génova 13.
“Mala gestión” del ‘caso Bárcenas’
Los barones populares no demandan ni exigen ahora dimisiones pero sí que se identifiquen los errores cometidos, atribuibles también al propio líder, que se multiplicó en la campaña catalana hasta eclipsar gran parte del tiempo a su candidato, Alejandro Fernández, a quien nadie culpa del fracaso y Casado ha respaldado tras el fiasco electoral. “Hubo una mala gestión del caso Bárcenas. Casado se sobreexpuso. ¿Para qué das 200 entrevistas? Y lo del desmarque del 1-O nos dejó perplejos a todos. Fue inexplicable”, opina un líder territorial. “Un porcentaje del voto de Vox procede de la ultraderecha, pero otro del PP. El problema del proyecto es que tiene que ser más sólido, sin esos vaivenes. No se sabe si Casado se equivoca o si se trata de improvisaciones”, reflexiona este barón del PP.
El desmarque de Casado de la gestión del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 en Cataluña por parte del Gobierno de Mariano Rajoy sí es señalado como un error por la mayoría de los líderes territoriales. “No estoy seguro de que esas declaraciones la última semana de campaña provocaran una fuga de PP a Vox, pero desde luego te quedaste como estabas, o peor, habiéndote desmarcado del pasado del partido. Y no sirvió de nada”, apuntan en una presidencia autonómica.
Ese giro catalanista de Casado le costó también que los marianistas se indignaran y le acusaran de mentir cuando sostuvo que ese día se negó a comparecer pese a que ejercía de portavoz del partido. En el entorno del líder del PP señalan en cambio que algunos dirigentes marianistas habían criticado esa actuación y apuntan, como ejemplo, que el entonces secretario de Estado para la Administración Territorial, Roberto Bermúdez de Castro, mano derecha de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, defendió que el PP tenía que “refundarse” tras la aplicación del artículo 155 en Cataluña.
Un excolaborador de Rajoy y del Ejecutivo de José María Aznar contradice esa versión: “El giro de Casado en esta campaña nos ha parecido sorprendente, separarse ahora del PP de Rajoy y de Aznar está claro que no le ha venido bien y menos en Cataluña, donde no tenemos precisamente la militancia más moderada y centrada de España”.
En el entorno del PP de línea dura de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, que ha sido incorporada a la campaña catalana, se precisa que “el desastre ocurrido ahora en Cataluña no es nuevo”, que los datos allí no son ni han sido nunca extrapolables y que ahora a Casado y a Fernández les “toca empezar a remar en aguas turbulentas y demostrar que lo que ha pasado en Cataluña no tiene nada que ver con lo que se piensa en el resto de España y eso no va de un día para otro”.
Revisión a largo plazo
Casado, en cualquier caso, cree que el PP está obligado a una reconstrucción a largo plazo en Cataluña precisamente porque el 1-O y el 155 lo destrozaron. Y el líder del PP confía en el actual presidente y candidato, Alejandro Fernández, para liderar ese proceso, sin prisa. En eso hay unanimidad en todos los bandos consultados del PP. Desde la Galicia de Feijóo se atreven con un consejo: “Los proyectos y liderazgos políticos necesitan cariño y tiempo, no hay soluciones rápidas, y tiempo en política a lo mejor son 10 años y desde luego no marcharse a Madrid, porque en política hacemos guisos, no hamburguesas”.
Los barones apuntan también a un problema de dibujo en la campaña del 14-F. “Probablemente en los territorios con fuerte identidad propia, como las nacionalidades históricas, diseñar desde Madrid una estrategia no es lo más acertado. Esto ya pasó en el País Vasco en las elecciones del pasado verano. Feijóo hace en Galicia y le dejan hacer. En Cataluña y País Vasco hay que mimetizarse con el territorio”, opinan desde una presidencia regional. Génova se volcó en la campaña catalana, con todos los vicesecretarios desplazados al territorio y donde el líder celebró más de 20 actos. En la dirección popular argumentan que si no lo hubieran hecho el partido había sufrido para movilizar a sus bases, porque apenas cuenta con implantación en Cataluña.
Con todo, el liderazgo de Casado no está en cuestión por ahora y quedan 22 meses para el siguiente examen en las elecciones en Andalucía, donde el presidente autonómico, Juan Manuel Moreno, está ganando fuerza al frente de la Junta y en su coalición con Ciudadanos. “Ahora no va a pasar nada, entre otras cosas porque para que haya movimientos tiene que haber alguien que lo lidere y eso ahora no existe”, precisan fuentes del PP andaluz.
Feijóo, que hoy estará en el comité ejecutivo del partido pero de manera telemática, no está en estos momentos en ninguna batalla interna y sí en demostrar que su lucha focalizada contra la pandemia le genera mejores resultados en Galicia que en el resto de España. Feijóo fue uno de los dirigentes que avanzó este lunes que el partido tendrá que reflexionar, pero para matizar a continuación su respaldo a Casado y a la continuidad de Fernández en Cataluña. El PP gallego, pero también el de otros territorios, apuesta por que Casado centre su oposición en cuestionar la mala gestión de la economía y de la pandemia por parte de Pedro Sánchez.
La coartada Bárcenas
El argumentario oficial elaborado por la cúpula del PP en Génova 13 intentó justificar la debacle electoral en Cataluña en el daño que les causó antes de empezar la campaña la confesión de Luis Bárcenas, su extesorero nacional, ante la Fiscalía Anticorrupción sobre la caja b de la formación conservadora. Lo soltó en la noche electoral el secretario general del partido, Teodoro García Egea, quien aseguró que en sus sondeos internos habían bajado de golpe de 10 escaños a la mitad, y lo repitieron este lunes la portavoz parlamentaria en el Congreso, Cuca Gamarra, el del Senado, Javier Maroto, o el vicesecretario de Comunicación, Pablo Montesinos. Ninguno de los más de doce dirigentes autonómicos del PP contactados este lunes por EL PAÍS apoyó ese argumento. Uno de esos responsables, con mucha ascendencia en el PP, subrayó así que el caso Bárcenas que tanto daño ha infligido a los populares en esta última década en el nivel nacional se remonta ya mucho tiempo atrás, añadió que la confesión de Bárcenas ante la Fiscalía ahora apenas aporta novedad sobre diversas declaraciones precedentes del extesorero y recalcó que la corrupción no es uno de los asuntos que más reprocha históricamente el electorado popular catalán.
La dirección del PP de Pablo Casado, sin embargo, apuntó a través de varios portavoces a que parte de la culpa de su hecatombe procede del “pacto” secreto que achacan al Gobierno de Pedro Sánchez, a través de la Fiscalía, con Bárcenas, como indicó Gamarra, que lo relacionó con la abstención. Maroto insistió: “Que hayamos tenido el nombre de Bárcenas en todos sitios afecta electoralmente. El cansancio que genera este asunto de hace 8 o 10 años y que seguirá coleando significa un desgaste, porque recuerda un episodio triste de la historia de nuestro partido”.
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