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El Gobierno saca adelante la sexta y última prórroga del estado de alarma

La nueva moratoria hasta el 21 de junio se ha aprobado con 177 votos a favor, la abstención de ERC y el apoyo de PNV y Ciudadanos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, abandona la Cámara baja, este miércoles. En vídeo, su intervención y las de Casado y Abascal durante el debate de la prórroga del estado de alarma.Vídeo: ALBERTO DI LOLLI (POOL) / ATLAS

El Congreso de los Diputados ha aprobado en la tarde de este miércoles la sexta y última prórroga del estado de alarma. La moratoria estará en vigor hasta el próximo 21 de junio, cuando en teoría todo el país podrá recuperar la movilidad y se estacionará en la nueva normalidad tras la covid-19. La propuesta planteada por el Gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos ha salido adelante con 177 votos a favor, uno más que la mayoría absoluta de la Cámara, frente a 155 en contra y 18 abstenciones. El debate ha durado más de seis horas con argumentos muy parecidos a las anteriores sesiones, con un tono de nuevo crispado pero no tan virulento como hace 15 días y con el rechazo contundente de los líderes del PP y Vox, Pablo Casado y Santiago Abascal, a las llamadas a la unidad que ha vuelto a lanzar sin éxito el presidente, Pedro Sánchez.

La votación de este miércoles, tras nueve horas de pleno, ha sumado los mismos votos positivos que hace 15 días, 177 con la aportación clave otra vez del PNV y Ciudadanos, más abstenciones (18 frente a 11) y menos votos negativos que entonces (155 frente a 162), gracias en este caso al giro dado por ERC. Hace 15 días fue la primera vez que el PP votó no. En la votación de la primera prórroga (el 23 de marzo) no hubo votos negativos pero en la segunda (el 9 de abril) ya se opusieron Vox y la CUP (54 votos).

El presidente ha aprovechado el debate de este miércoles para pedir el apoyo de la mayoría de la Cámara con el objetivo de “facilitar la transformación de la economía hacia otro modelo más sostenible” para hacer frente a los estragos causados por el coronavirus. El jefe del Ejecutivo ha anunciado que la semana que viene el Consejo de Ministros aprobará un real decreto que aunará todas las medidas y normas sanitarias para la salida de la crisis en cogobernanza con las comunidades autónomas hasta el descubrimiento de una vacuna contra la enfermedad. Sánchez ha demandado a la oposición que no use la bandera de España contra otros españoles. El discurso no ha apaciguado en nada al líder del PP, que ha vuelto a protagonizar otra intervención implacable en la que ha mezclado todas las polémicas y escándalos vividos por el Gobierno. El líder de Vox también ha cargado con dureza contra el Ejecutivo: “Digan a sus compañeros de investidura que no quemen ni arríen la bandera española”.

Pablo Casado, Pedro Sánchez y Santiago Abascal, durante sus intervenciones este miércoles en el Congreso. En vídeo, sus declaraciones. Vídeo: Atlas

“Hemos superado lo peor de la pandemia". Así ha comenzado Pedro Sánchez su intervención. Luego ha recopilado algunas de las ideas ya expresadas en anteriores debates sobre que nadie en el mundo estaba preparado para una emergencia sanitaria así y justificó como imprescindibles las decisiones adoptadas, tanto durante lo peor de la pandemia, que sumó hasta 950 muertos algunas jornadas, como en la situación actual, con el segundo día sin ningún fallecido comunicado oficialmente, según los datos aportados por las autonomías con los protocolos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Pedro Sánchez ha hecho varios balances de las actuaciones del Ejecutivo durante esta “calamidad mundial” para justificarse, intentar aplacar algo las críticas previsibles de la oposición de derechas e intentar allanar el camino para una desescalada menos crispada. Fue ahí cuando pidió que se mantengan la prudencia y precaución y cuando subrayó que no entendía cómo, ante la evidencia de que el estado de alarma ha funcionado y al principio fue apoyado por la casi totalidad de la Cámara, ahora, cuando se vislumbra el final, algunos partidos se hayan descolgado de la utilidad de una herramienta legal y prevista en el artículo 116 de la Constitución.

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El presidente ha reclamado la mayor unidad política en España para presionar juntos en Europa en la consecución de un buen plan Marshall, que podría movilizar recursos para el país de hasta 140.000 millones de euros entre ayudas y créditos, y ha avanzado que, a nivel interno, prepara un plan de recuperación “de magnitud sin precedentes”. Sánchez ha introducido en esta parte las alusiones políticas más directas y críticas contra el PP y Vox. Les llamó a ejercer su tarea “sin la mezquindad ni la irrelevancia de la pequeña política” para que “España salve a España” con lo mejor de sus recursos.

El líder del PSOE ha introducido varias alusiones a la guerra de banderas que parece haberse desatado por algunos partidos y en parte de la población. Sánchez ha enfatizado que la bandera de España “es una tela símbolo de la nación cosida por 47 millones de hilos, que representa a todos, con la voluntad de vivir juntos, conformar un proyecto de país común y que nadie tiene derecho a usar contra otros". Y reafirmó ahí que “España es un país extraordinario, el mejor del mundo, donde no hay buenos y malos españoles”, pero que “hay que reformar, preservar y modernizar” con diálogo entre todos.

El presidente: “Viva el 8-M”

“El veneno del odio es el más dañino; digamos no al veneno del odio, no a la violencia verbal, física, no al insulto y no a la provocación. Nuestros padres no se sacrificaron para esto”, ha concluido el presidente. Sánchez ha asumido que se han podido cometer errores por parte del Gobierno, anheló concordia para ser útiles ahora en la solución de los problemas que se avecinan y se mostró especialmente orgulloso de actuaciones de su Ejecutivo como el ingreso mínimo vital y las manifestaciones feministas: “Lo digo alto y claro, viva el 8-M”.

A Pablo Casado ha vuelto a no gustarle nada la intervención de Sánchez. Y en este caso ha optado por comenzar recordando que este pasado 1 de junio se cumplieron dos años justos desde que triunfó en el Congreso la moción de censura contra Mariano Rajoy, cuya figura reivindicó en su gestión íntegra de aquel Gobierno. A partir de ahí ha dedicado su discurso, de nuevo escrito, a descalificar todo lo realizado por el actual Ejecutivo de coalición del PSOE con Unidas Podemos por “fomentar la división y polarización” del país con su hoja de ruta, por “hacer oposición a la oposición”, por “hablar de veneno el que reparte cicuta”, “por malversar las instituciones del Estado” y por pactar “en un bazar” con partidos que persiguen romper y destruir España.

El presidente del PP ha descalificado a Sánchez por “maniqueo” y por “ser un pato cojo con el peor y balance más negro de la democracia” y al que ha culpado ahora, durante la pandemia, de ocultar las cifras de víctimas y muertos de la covid-19, de poner en riesgo a miles de mujeres durante el 8-M, de ocultar a los expertos que deciden con “chapuzas” y en un comité secreto el funcionamiento del país, y ha enlazado en su alocución desde el caso de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez cuando aterrizó en el área internacional del aeropuerto de Madrid-Barajas hasta las “purgas” que ha achacado ahora al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en la dirección de la Guardia Civil. Casado ha señalado al presidente como responsable de esa crisis. Y ha vuelto a advertir de que cuando pase esta etapa el PP reclamará en el Congreso una comisión de investigación sobre la gestión de la pandemia para que no quede oculta la labor del que entiende como el “presidente más radical de la historia de España”.

El líder de Vox, Santiago Abascal, ha rechazado también como Casado las apelaciones a la unidad y a obviar la crispación y los insultos de Sánchez, y ha arremetido de nuevo otra vez con fijación casi monográfica contra el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. A Sánchez le ha recriminado su máxima al levantar la voz a favor del 8-M y rebatió: “¡Gritar viva el 8-M es como gritar viva la enfermedad y la muerte!”. A Iglesias le ha recordado que fue él mismo el que presumió de su padre como militante del FRAP, para llamarle terrorista, y ha aludido incluso a su abuelo. También ha recurrido a sus clásicos ataques al Grupo Prisa, editor de EL PAÍS. Al vicepresidente le ha advertido de que acabará teniendo que rendir cuentas ante los tribunales y los españoles y le ha reprochado que se marche del hemiciclo durante sus intervenciones: “Que aproveche ahora, que ya tendrá tiempo de verlas desde una pantalla de televisión cuando esté en la cárcel”.

Los demás partidos entraron a continuación en un rifirrafe sobre la baraja de aliados que el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos ha utilizado en esta etapa para pactar estas prórrogas y en una especie de competición entre ERC, PNV y Ciudadanos sobre su influencia en esos acuerdos. Gabriel Rufián, el portavoz de ERC, ha sido muy duro contra Junts per Catalunya, contra el Cs e Inés Arrimadas, a la que llamó “la Rosa Díez en la fase 2” y ha ridiculizado a esa formación por apoyar al final al Ejecutivo pese a que según su criterio “pervive” la demanda de la mesa de diálogo sobre Cataluña que esa formación tachó de “mesa de la vergüenza o del chantaje”. Y ha insistido en que el Gobierno debe elegir: “La pregunta es qué quiere ser el Gobierno. Todo no puede ser. Dime con quién pactas y te diré qué pactas”. Laura Borrás, de Junts per Catalunya, que votará de nuevo no porque mantiene que no se ha sido eficaz ni devuelto toda la autonomía a Cataluña, pidió a Rufián menos ataques directos y más unidad del independentismo en su fin último.

Aitor Esteban, del PNV, ha reivindicado que pese a la pérdida de competencias durante las primeras semanas al final sí se ha recuperado una autonomía de decisión para las comunidades y que, por tanto, ahora ya todas las medidas no serán las mismas en toda España. A lo que Edmundo Bal, el portavoz adjunto de Cs, ha contestado que algo estarán haciendo bien en su actual estrategia de utilidad si los nacionalistas se ponen tan nerviosos y ha abogado por ser valientes y mirar por el bienestar de todos los españoles y no caer en la “vieja política” del insulto y la descalificación entre “rojos y fachas”.

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