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Julissa Reynoso: “Necesitamos recordar que la diversidad es nuestra fuerza”

La biografía de la embajadora de EE UU en España, primera mujer en el puesto después de 80 hombres, es tan variopinta como su propio discurso. Dominicana de nacimiento, criada en el Bronx neoyorquino, de raíces latinas y africanas, hija de migrantes, abogada formada en Harvard y Cambridge, y amante del flamenco y con una debilidad por Raphael.

Julissa Reynoso, embajadora de Estados Unidos en España.
Julissa Reynoso, embajadora de Estados Unidos en España.Ximena y Sergio
Berna González Harbour

Entrevistar en español a un embajador de Estados Unidos en Madrid es ya una experiencia singular, pues la inmensa mayoría han sido anglohablantes puros. Que además sea mujer, la primera que representa a su país después de 80 hombres, es único. Pero aún hay más. Julissa Reynoso reúne todos los ingredientes de la América más avanzada, integradora, abierta, capaz de llegar más lejos en el sueño americano y que a la vez se ve zarandeada por la derecha trumpista que hoy busca intensamente el retroceso: es mujer, es latina, es de origen africano, es activista de los derechos humanos y abogada con amplia experiencia en cuestiones de integración de comunidades. Nacida en Salcedo (República Dominicana) en 1975, se trasladó a los siete años al Bronx, donde sus padres ya vivían, y accedió a una educación de élite en Harvard gracias a una de esas becas de discriminación positiva que el Tribunal Supremo precisamente acaba de invalidar. Hoy es embajadora de EE UU en España y Andorra.

¿Cuándo conoció España?

Viajé en los noventa como turista a Madrid y Andalucía. Era Navidad, yo estudiaba en Inglaterra y recuerdo que Madrid era una ciudad muy dinámica, con muchas luces, mucha actividad. Lo mismo Sevilla, Córdoba: muchísimos jóvenes, mucha fiesta y mucha historia. Más tarde he vuelto por temas de trabajo o familia. Tengo dos primos aquí.

¿Ha encontrado orígenes familiares en España?

¡Soy Reynoso Pantaleón! Nací en República Dominicana, una de las primeras naciones modernas de América, con mezcla de orígenes españoles, indígenas y africanos y, según mis pruebas de ADN, yo tengo los tres grupos. Vengo del oeste de África, de lo que hoy es Gambia, Senegal y Nigeria, de donde salieron tantos esclavos.

Julissa Reynoso cuenta con orgullo lo que sabe de sus ancestros: es hija de una maestra descendiente de españoles llegados a República Dominicana en el siglo XIX y de un hombre, también maestro, en el que además se mezcla el ascendente indígena y el afrocaribeño. La esclavitud que salió de África en el XVII está en sus venas.

¿Y usted cómo se define?

Soy neoyorquina. Hay una canción que dice: I am every women, it’s all in me… [ríe y canturrea a Whitney Houston]. Es la canción de las mujeres neoyorquinas. Yo tengo todo.

Reynoso nació en una zona rural, en El Cibao, y conserva recuerdos muy felices de “una familia muy grande, muy de campo, muy unida y con mucho interés en superarse”. Su padre fue el primero en emigrar a Nueva York, donde trabajó en fábricas de ropa. Le siguió su madre, que allí volvió a formarse como maestra y trabajó como tal hasta que se jubiló. “Y después fui yo. Con siete años”.

¿Qué impacto le causó llegar al Bronx?

Cuando llegué en 1982 era muy diferente al lugar en que me había criado: era muy urbano, muy intenso, con mucha inseguridad, pobreza y conflictos, pero también mucha comunidad. El Bronx tiene una enorme riqueza cultural, organizativa y de gran impacto social. Con mucha capacidad de resistencia. También entonces estaba comenzando el boom de la cultura que hoy domina en EE UU: desde la música hip hop y el rap al grafiti y el breakdancing en las calles. Todo eso nació entonces. Todos los jóvenes del vecindario hacían música en la calle. Y eso ha sido para mí una marca muy importante en mi vida.

¿Y qué le ha dado el idioma español?

Durante mis primeros siete años hablaba, pensaba y lo hacía todo en español. Y al llegar a Nueva York todo fue inglés. Me tiraron en un sistema en el que durante un par de años la mitad de lo que me decían no lo entendía y tuve que ajustarme. Hoy en mi familia hablo español. Y en mi comunidad, en Nueva York y en mis trabajos americanos hablo inglés. He tenido la oportunidad de trabajar mucho en español como abogada, también en América Latina, y he podido mejorar mi control del idioma porque lo practico por trabajo, amistades y lecturas. Ha sido un esfuerzo continuo y un compromiso. Me ha dado mucha perspectiva, me ha abierto la puerta a países y poblaciones que no tendría si hablara solo en inglés y una conexión con la cultura, la música y la literatura que es un lujo que sea parte de mi vida.

Después de estudiar Derecho en Harvard hizo Filosofía en Cambridge. ¿Qué aprendió de la filosofía?

Era filosofía del desarrollo, de la economía, y estudié especialmente a uno de los grandes pensadores, Amartya Sen. Aprendí los mecanismos para asegurar que las comunidades más marginalizadas puedan salir de la pobreza de una manera sistemática. Por venir de República Dominicana y también del Bronx, que entonces era el distrito más pobre de EE UU, he tenido siempre un gran interés en temas de desigualdad. Quería saber qué herramientas usar para hacer cambios institucionales que permitan a la gente salir de la pobreza. Por eso hice esa maestría.

 Julissa Reynoso.
Julissa Reynoso.Ximena y Sergio

¿Lo ha podido poner en práctica?

Creo que sí. Como ciudadana siempre he estado muy comprometida con las comunidades de Nueva York, los migrantes y las minorías. Por supuesto, siempre hay que hacer más. Y después, ya en el Gobierno, he podido trabajar en el Departamento de Estado, con Obama y Hillary Clinton. Pudimos hacer mucho enfocados en Centroamérica y el Caribe. Siempre he tenido ese marco en mente.

¿Ha vivido el racismo en carne propia?

Tal vez ha habido momentos en que me tocaba ganar más que otro y no ha sido así por mujer, por latina, por afro o por las tres cosas. Pero hay tantas medidas disponibles para poder rectificar que me he sentido muy empoderada. Estudié en una de las mejores universidades de EE UU gracias a la acción afirmativa, un programa federal para dotar de oportunidades a miembros de minorías tras la historia de discriminación del país. Y me siento muy agradecida y bendecida por todas las puertas que se me han abierto. Mi historia es una historia de muchas bendiciones y puertas abiertas.

Ahora mismo hay un gran retroceso.

Yo estoy aquí gracias a décadas de lucha y de trabajo. Que la gran potencia del mundo envíe a otro país como España, otra potencia también, a una mujer migrante como yo que se crio en un barrio, no es habitual. Es algo muy particular de EE UU y ojalá otros países lo hicieran también.

Pero es muy particular del EE UU de Biden. No de Trump.

Bush también tenía personas de este perfil, y Reagan, por no hablar de los Clinton. Hemos visto un progreso continuo de integración de minorías migrantes en el Gobierno, en la política de poder, en la economía. Si observamos los números, las minorías afroamericanas y latinas están posicionadas hoy mejor que en ningún otro tiempo. Por supuesto que hay discriminación, aún hay mucho que hacer. Hemos visto ataques contra comunidades vulnerables, LGTB, mujeres…

El asesinato de George Floyd…

Sí, sí. Hay muchísimo que hacer. Pero el presidente Biden tiene el Gabinete más diverso de la historia del país. Estamos viendo unas políticas públicas que han transformado la cara del país en términos de poder adquisitivo, desde los más pobres a los que están mejor, y también en derechos. Hay desafíos importantes como los derechos reproductivos de la mujer, el Supremo ha tomado una decisión que el presidente no comparte. Y estamos usando las herramientas que tenemos como democracia para minimizar el impacto negativo de esa decisión.

El Supremo también acaba de invalidar las medidas que le han permitido a usted y a las minorías progresar. ¿Qué siente?

Es una gran decepción, pero no podemos permitir que la decisión sea un revés permanente para el país. Necesitamos mantener una puerta abierta a las oportunidades, recordar que la diversidad es nuestra fuerza. Seguiremos luchando por esa diversidad, por la equidad, la inclusión y la accesibilidad.

¿Qué sintió cuando vivió el asalto al Capitolio?

Para todos fue muy impactante, muy trágico. Yo estaba ya trabajando en la transición de Gobierno, todos estábamos preparando las políticas para entrar en la Casa Blanca y los preparativos para la toma de posesión y esto nos asustó, nos sorprendió, nos dolió… También vimos el gran coraje de todos esos diputados, de la policía del Congreso y del propio vicepresidente Mike Pence, que cumplió con su deber de certificar el voto. Las instituciones mostraron su fortaleza. Son serias y tienen un gran compromiso con la nación.

¿Le preocupa que la imagen de EE UU quedara dañada?

Creo que hizo daño a la imagen del país. Pero luego hemos visto llegar a Biden con un mandato importante. El sistema judicial ha tomado ese episodio muy en serio y varias personas involucradas han sido procesadas. Tengo mucha confianza en el sistema judicial estadounidense y sé que está haciendo todo lo que está a su alcance para que nunca jamás podamos ver algo así en mi país.

Más allá de lo judicial está la convivencia. La escritora norteamericana Elizabeth Strout me confesaba ayer mismo que es pesimista sobre la recuperación de la convivencia tras una polarización tan grande. ¿Y usted?

Estamos ya mucho mejor. En la transición tuvimos muchísimos casos legales que cuestionaban el voto y ya salimos de eso. Las Cortes certificaron que el voto era correcto. Las instituciones cumplen. Soy inmigrante y por naturaleza tengo que ser optimista. Biden ha cambiado la cara de Estados Unidos. En dos años y pico ha aprobado los paquetes legales más importantes desde Roosevelt para cambiar el país, particularmente la economía y la industria. Y lo ha hecho con un Congreso que fue elegido por el pueblo americano, muchos de ellos de otro partido. Veremos los resultados en 10, 15 o 20 años. Tengo fe. El país está mucho mejor que lo que se escucha, pero en los medios y las redes reciben más atención los que más bulla hacen. Hay mucha gente que quiere hacer daño y que está provocando porque quiere atención, pero tengo mucha fe en que la ciudadanía no está ahí.

Julissa Reynoso, embajadora de Estados Unidos en España, en su residencia en Madrid.
Julissa Reynoso, embajadora de Estados Unidos en España, en su residencia en Madrid. Ximena y Sergio

¿Qué se puede hacer para luchar contra todo lo que contamina por redes?

La educación es la principal manera, aunque es más fácil decirlo que hacerlo. Los gobiernos tienen que regular, crear criterio, hay que educar a los padres. Nosotros hemos tomado posiciones muy públicas sobre cuáles son los riesgos asociados a las redes, no solo en fake news, sino también en salud mental. Es un tema sumamente urgente y hay que manejarlo, pero empieza ahí, en la educación. Es importante crear ciertas normas para que no se puedan manipular los hechos.

Estuve recientemente en Santo Domingo y comprobé el respeto que ahí se mantiene a los símbolos españoles. Pero en numerosos lugares de América Latina y de EE UU se destruyen monumentos y hay un rechazo a la figura de Colón. ¿Necesitamos revisar la historia?

Yo, como dominicana, soy una persona muy alegre, y eso que soy la menos alegre de mi familia [ríe]. Los dominicanos somos muy alegres y punto. Creo que la historia tiene que ser contada de manera completa y buena parte de la historia que se cuenta, no solo sobre España, no es completa. Yo quisiera entender mejor mis raíces africanas, pero los expertos en la historia de los esclavos y los afrodescendientes en mi país se pueden contar con los dedos de una mano, si es que hay, frente a los que conocen la historia de España. De esos hay muchísimos porque tenían el poder. Hoy, cuando tenemos más contexto de la complejidad de la historia, sería bueno que pudiéramos entender un panorama más completo de qué ocurrió, de dónde somos, por qué tenemos unas costumbres y otras no…, y eso se debe hacer por toda América, desde Canadá hasta Chile. Conocer el rol de los indígenas, de los europeos y de los afrodescendientes. Yo no estoy de acuerdo con destruir nada, pero sí con contar la historia más completa con toda su complejidad, sus tragedias y los logros.

¿Qué siente cuando ve a los inmigrantes bloqueados en la frontera de México? ¿Qué les diría?

Nosotros tenemos reglas, pero también tenemos caminos muy amplios de migración. El rol de un Gobierno es asegurar que haya reglas que puedan ser aplicadas, que existan unos caminos legales justos para los que quieren llegar. Hemos tratado de mejorar los sistemas para que sean más justos y eso no se resuelve de un día para otro. Biden ha comprometido una ley de inmigración y hasta ahora no hemos podido cumplir porque no tenemos los votos, pero hemos tratado de mejorar el sistema.

¿El sueño americano es posible aún?

Yo creo que sí, yo soy ejemplo de eso y también millones de personas. Gente que llega con poco o sin nada, refugiados, inmigrantes o americanos que tienen una idea y esa idea se convierte en… Apple, Microsoft, lo que sea. ¡Tengo tantos amigos y amigas con este perfil que asusta!

Ha querido pasar la fiesta de la Independencia haciendo el Camino de Santiago. ¿Por qué?

Siempre he tenido mucho interés en hacerlo, en particular por ese proceso de meditación. Lo hago con unos jóvenes que vienen de Nueva York y Florida a través de un programa que estamos apoyando. Espero conocerlos, encontrar además a otra gente en el camino y compartir ese proceso de contemplación, sentir ese espíritu colectivo que ha pasado durante siglos por ese camino.

¿Es creyente?

Sí, señora. ¡Espero que no me duelan mucho los pies!

La independencia la ha celebrado días antes en la plaza de toros de Madrid. ¿Le gustan los toros?

Esa plaza es un lugar muy bonito que se utiliza mucho para hacer eventos. Nada que ver con los toros. Si me pregunta por los toros, le diré que nunca he ido a una corrida, no me atrae, no es algo que me inspire.

Usted es muy amiga de Hillary Clinton. ¿La historia no le ha hecho justicia?

Ella es una de las grandes líderes de mi país y es como una segunda madre para mí. Es mi mentora, la razón por la que yo estoy aquí, junto con Jill Biden. Mucha gente ama a Hillary Clinton. Yo fui voluntaria de su campaña cuando se lanzó a la carrera del Senado por Nueva York en 2000. Así la conocí. ¡Hace 23 años! Yo era una niña.

¿Cómo encuentra España tantos años después?

He encontrado un país muy muy abierto, muy profesional, muy dispuesto a compartir, a abrir puertas, a hacer cosas, muy creativo. Han pasado más de 30 años desde que lo conocí y hoy es mucho más diverso, más cosmopolita. Siempre tuvo una gran reputación por ser un país muy democrático y lo sigue siendo. Ha mejorado. Pero en los noventa también era una maravilla, la gente feliz, muy contenta, y me recibieron muy bien.

¿Nos contará qué es lo mejor que ha encontrado?

Tengo muchos amigos en la música y me ha encantado hacerme más amiga aún de los músicos del flamenco, del pop, aquí hay mucho talento. Y le contaré lo que me ha pasado con Raphael. Como nací en República Dominicana, mi familia era superfán de “Raphael de España” y me crie con “Raphael, Raphael, Raphael”. Y en Nueva York también, todos los vecinos eran de Puerto Rico, mexicanos…, y todos: “Raphael, Raphael”. Cuando llegué quería conocerle. Y conocerle ha sido la cosa más grande que me ha pasado en los últimos…, no diré en cuánto tiempo porque no quiero que crean que lo más grande no ha sido estar con el presidente Biden [bromea]. Pero tengo un chat familiar al que siempre mando fotos con este político, con el otro, llegando a la Casa Blanca… “Ah, qué bien” [parafrasea sin entusiasmo la reacción de sus familiares]. Hasta que mandé una foto con Raphael y el grupo ¡explotó! [ríe]. Ahora nos hemos hecho amigos, voy a su casa. Eso ha sido lo mejor que me ha pasado por ahora en Madrid.

Su equipo ríe a carcajadas. “¿Ha sonado terrible?”, pregunta ella. Y termina: “¡Es que es verdad!”.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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