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Cambio de paradigma en la industria del perfume

El compromiso con la sostenibilidad a través de envases reciclables y el auge de las firmas nicho entre los más jóvenes cambian las reglas en la composición de las fragancias y dibujan un variado universo aromático.

Bergamota, geranio, romero, rosa, limón, madera, vainilla… son algunos de los componentes más comunes en perfumería. Los clientes se decantan por unos u otros por diferentes motivos: desde los gustos personales, la memoria olfativa o las tendencias que marcan las industrias de la moda y la cosmética hasta las preferencias propias de cada momento histórico y cultural.

Así, impulsado por las reivindicaciones de la sociedad actual, el mundo de la perfumería ha dado un giro radical en los últimos años. “Vivimos una época más comprometida que huye de los estereotipos y que se inclina por productos con los que identificarse sin que nadie se sienta excluido”, apunta Jorge Martín Pacheco, CEO y fundador de 5th Essence, que distribuye en España diferentes marcas nicho de prestigio en lugares estratégicos lejos de las grandes superficies. “Hoy están de moda, por ejemplo, las ediciones de perfumes asociados a conceptos como eco-friendly o inclusivo”, añade Jérôme di Marino, perfumista de la firma japonesa Takasago y que ocupa el sillón Haba Tonka de la Academia del Perfume (una fundación cultural sin ánimo de lucro que se dedica a la divulgación del universo de los aromas). En su opinión, si bien existe un sector que sigue eligiendo la segmentación entre perfumes mascu­linos y femeninos, se observa un cambio de mentalidad en auge en cuanto a la percepción y la expresión de los géneros. “Más que no-gender (sin género), podemos hablar de una corriente gender-fluid (género fluido) que, a la hora de elegir un perfume, abarca muchas posibilidades en respuesta a la inclusividad, la igualdad y la libertad de los sexos”. Estos cambios se aplican también a las materias primas, de forma que hace años que la rosa ya no se usa solo en fragancias femeninas ni la lavanda en las masculinas.

“El arte es universal y, de la misma forma que un hombre o una mujer puede disfrutar de un libro o un cuadro, sería raro que un hombre y una mujer no pudieran disfrutar del mismo perfume”, reivindica Pedro Simões Dias, fundador de la firma Comporta. En sus fragancias utiliza tanto notas cítricas como florales y sus creaciones son globales sin distinción de género —­desde el envase hasta el aroma—. Sin embargo, este portugués amante de los perfumes (posee una de las mayores colecciones de Europa) recuerda que “lo que gusta a hombres y mujeres evoluciona de una época a otra”. Así, cuenta cómo en la Corte del rey Luis XIV los hombres utilizaban aguas de rosas y las mujeres únicamente una mezcla de polvos. Hasta que en 1868 la creación de una molécula sintética llamada cumarina revolucionó la perfumería: “Los hombres se enamoraron de las notas amaderadas, la lavanda y los cítricos. Y fue entonces cuando las mujeres se decantaron por los acordes florales y frutales (fresa, melocotón) y, más tarde, por los aldehídos”. Nació así la perfumería selectiva, con la separación de los sexos que en un principio no existía. Más de un siglo después, en 1994, Calvin Klein fue un visionario lanzando One, que hizo historia por ser la primera fragancia unisex donde las barreras eran invisibles a todos los niveles. Aquello abrió la puerta a otras propuestas pragmáticas y neutrales que hoy evitan cualquier estereotipo, como un packaging rosa o un frasco negro.

1.	Constantinople, de Penhaligon’s. Con iris, geranio, pachuli, musgo, pino, pimienta rosa y lavanda. 204 euros (100 mililitros).
2.	Orphéon, de Diptyque. Sueño olfativo fresco, florido y sensual dominado por el cedro y el pachuli. 112 euros (75 ml). 
3.	Dominique Ropion Indelebile, de Frederic Malle. Con naranja amarga. 215 euros (100 ml).
4.	Orson, de Carine Roitfeld. Floral oriental inspirado en Nueva York. 220 euros (100 ml).
5.	Muda, de Comporta. Con notas olfativas de geranio, café, limón y mirra, entre otras. 140 euros (100 ml).
6.	Tobacco Mandarin, de Byredo. Con mandarina, cilantro, comino, cuero, sándalo y oud. 245 euros (100 ml).
7.	Magnolia Lime, de The Lab Room. La magnolia se alía con el frescor de la lima ácida. 32 euros (100 ml).
1. Constantinople, de Penhaligon’s. Con iris, geranio, pachuli, musgo, pino, pimienta rosa y lavanda. 204 euros (100 mililitros). 2. Orphéon, de Diptyque. Sueño olfativo fresco, florido y sensual dominado por el cedro y el pachuli. 112 euros (75 ml). 3. Dominique Ropion Indelebile, de Frederic Malle. Con naranja amarga. 215 euros (100 ml). 4. Orson, de Carine Roitfeld. Floral oriental inspirado en Nueva York. 220 euros (100 ml). 5. Muda, de Comporta. Con notas olfativas de geranio, café, limón y mirra, entre otras. 140 euros (100 ml). 6. Tobacco Mandarin, de Byredo. Con mandarina, cilantro, comino, cuero, sándalo y oud. 245 euros (100 ml). 7. Magnolia Lime, de The Lab Room. La magnolia se alía con el frescor de la lima ácida. 32 euros (100 ml).MAR MOSEGUÍ

“La perfumería de autor tiene mucho que aportar en lo que respecta a la inclusión”, advierte Martín Pacheco, de Comporta. “Disponemos de gran cantidad de nuevas marcas que apuestan por la libertad de género en sus creaciones, permitiendo que nos acerquemos a ellas sin estar condicionados por campañas de marketing o clasificaciones sexistas”, resume.

Ya en 2003, Montale Parfums, además de ser pionera en el uso del oud (madera), también lo fue al no clasificar sus perfumes por géneros sino por familias olfativas o por una materia prima protagonista, según explica Martín Pacheco, de 5th Essence. “En la actualidad, fiel a su filosofía, cada año nos deleita con nuevas creaciones sin género, inclusivas, que nos aportan frescura, originalidad y que atienden a diversos factores como, por ejemplo, nuestro estado de ánimo (entrar en el invierno sin pasar por la tristeza)”. Otro ejemplo reciente al que hace referencia es el de Carine Roitfeld Parfums (2019). Esta célebre editora de moda ha creado una colección de siete fragancias sin género (7 Lovers) inspirada en la noción del amor ambiguo. “Son perfumes cargados de humor y deseo que evocan una vida de aventura y sensualidad y que simbolizan diferentes amantes pasionales en distintas ciudades del mundo”. Perfumes que van desde un estilo ecléctico (con acordes de cannabis y gálbano), sensual (con pimientos y pétalos de flores) o pasional (construido alrededor de la vainilla) hasta otros más extravagantes (notas aromáticas de comino, cilantro y azafrán).

Mónica Ceño, directora y creadora de The Lab Room (centro de estética madrileño), considera que la clave está en que “la memoria emocional no tiene sexo”. “Las fragancias deben evocar ciudades, lugares imaginarios o vividos, jardines, océanos o montañas. Y también emociones”, insiste. Sin embargo, recuerda las diferencias culturales que tanto influyen en el sector de la perfumería y que provocan disparidades geográficas dentro del propio mercado. “En los países árabes se sienten atraídos por olores completamente distintos a los nuestros: amaderados, con pachuli y muy intensos”, arranca Ceño. “En Oriente Próximo, los hombres eligen perfumes florales que se ponen a capas [uno encima de otro] y que, en combinación con su pH, dan resultados maravillosos”, prosigue. “En el lado opuesto tenemos a los japoneses, que apenas se perfuman [para no molestar] y les gustan los olores con reminiscencias a bosques. Y en Francia, Inglaterra o Estados Unidos siempre se decantan por la rosa o los buqués florales”, remata. En su caso, asegura que desde The Lab Room siempre han apostado por fragancias que combinan la dualidad de hombres y mujeres: rosa-coñac, vainilla-ámbar y verbena-neroli, entre otros ejemplos. “Todas ellas juegan con esa doble faz, ya que mezclan la intensidad de una flor con el frescor o el dulzor de otros ingredientes”, cuenta. Y concluye: “La perfumería hoy apuesta por la diversidad, eliminando etiquetas”. En palabras de Di Marino, de Takasago: “Ya no hay límites. Hoy todo vale”.

El contrapunto a esa ausencia de límites respecto al género lo pone la preocupación por el medio ambiente y el respeto por la naturaleza. Eso ha reconducido al sector y lo ha obligado a centrarse en el uso de materias primas sostenibles, apostar por materiales reciclables para sus envases o diseñar frascos recargables. “Además, las notas que siguen esa tendencia suelen tener evocaciones de naturaleza —minerales, cítricos, verdor, jardines en flor—, así como de tranquilidad —almizcles, maderas cremosas como el sándalo o notas dulces como la vainilla o el haba tonka—”, dice Di Marino.

El colectivo que más está forzando al sector de la perfumería a cambiar, renovarse y buscar nuevas sendas —­respetuosas con la diversidad de género y con la naturaleza— es el de los jóvenes. “Les interesa expresar su forma de ser a pesar de las reglas que nos impone la sociedad”, continúa este experto perfumista, considerado una de las jóvenes promesas del sector en el ámbito internacional. “Les gusta cambiar a menudo de fragancia, vivir experiencias olfativas, innovar, mezclar para crear así su propia identidad olfativa”. En este sentido, los perfumes nicho son una opción diferenciadora al utilizar aromas que no lleva nadie y que se mueven fuera de los límites de la clasificación mujer/hombre, según explica. La perfumería nicho o de autor sigue inspirándose en conceptos no exclusivos en los que de un modo u otro nos sentimos identificados bien sea por un estilo de vida, una personalidad o por la predilección hacia algún aroma en concreto manteniendo tanto la libertad de creación como la libertad de elección. En el terreno creativo, en perfumería se huye de complejas pirámides olfativas, empleando una media de 7 a 10 materias primas excepcionales, naturales y limpias. El alcohol orgánico es protagonista y hay una clara apuesta por botellas de vidrio reutilizable sin inserciones plásticas, con papel reciclable y sin celofán. Las nuevas marcas se despojan de lo superfluo, preservando la calidad del perfume y dando lugar a fragancias respetuosas con el medio ambiente y con nuestra salud y libres de género. Lo resume así Di Marino: “Sentirse libre es saber que uno tiene la posibilidad de poder elegir. Y ellos [los jóvenes] eligen ser diferentes”.


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