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Icíar Bollaín y Maixabel Lasa: así se convirtió en cine el encuentro de una víctima de ETA con un terrorista

En 2000, ETA asesinó al político socialista Juan Mari Jáuregui. Años más tarde, su viuda accedió a reunirse con el asesino. ¿Cómo se podía llevar a la pantalla una historia tan compleja? La cineasta y la propia protagonista del encuentro lo explican.

Icíar Bollaín (izquierda) y Maixabel Lasa, este verano en Tolosa, la localidad guipuzcoana en la que fue asesinado por ETA Juan Mari Jáuregui el 29 de julio de 2000.Foto: GORKA LEJARCEGI | Vídeo: MIGUEL ÁNGEL ARTOLA

Hay una mujer sentada en un hotel de San Sebastián. Está sola, leyendo el guion de una película que, si ella da su aprobación, llevará su nombre y contará su vida. La de una mujer que cuando tenía 60 años recibió una llamada de teléfono y una voz le dijo que Juan Mari, su pareja desde que eran unos críos, el padre de su hija María, acababa de sufrir un atentado. Una mujer que, pasado el tiempo, aceptó reunirse con dos de los terroristas de ETA que habían asesinado a su marido y les preguntó cara a cara por qué lo habían hecho, si conocían quién era él, sus ideas políticas, las batallas que había librado. Todo está ahí, su vida entera en un manojo de folios, esperando su sí para que una actriz interprete aquel momento tremendo en que ella le dice a Ibon, uno de los autores del atentado:

—Prefiero ser la viuda de Juan Mari a ser tu madre.

Maixabel Lasa dijo que sí al guion y la película sobre su vida se estrenará dentro de unos días en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Ahora está en Tolosa (Gipuzkoa), a solo unos metros de donde, el 29 de julio de 2000, un comando de ETA formado por Ibon Etxezarreta, Luis Carrasco y Xabier Makazaga asesinó a su marido, Juan María Jáuregui, un político socialista que había sido gobernador civil de Gipuzkoa y que tuvo que marcharse a trabajar al extranjero por el acoso de la banda terrorista. A su lado, la directora Icíar Bollaín recuerda cómo se conocieron: “Los productores Koldo Zuazua y Juan Moreno llevaban mucho tiempo queriendo contar la historia de los encuentros restaurativos entre las víctimas y los ex miembros de ETA, y nos propusieron la idea de la película a la guionista Isa Campo y a mí. Lo primero que hicimos fue venir a verla. Estuvimos toda una mañana juntas y después fuimos a uno de los homenajes que se celebran cada año en honor de Juan Mari. Allí conocimos a sus amigos. Les preguntamos por la decisión de Maixabel de reunirse con los asesinos. Unos estaban de acuerdo, pero a otros se les saltaban las lágrimas. Para nosotras fue muy impresionante. Muchos decían: ‘A esta gente ni agua, no los queremos ni ver’, que es lo que en realidad piensa la mayoría. Tengo que reconocer”, dice Icíar dirigiéndose a Maixabel, “que cuando escuchamos a tus amigos hablar de todo, Isa y yo nos miramos y dijimos: ‘Uf, a ver cómo hacemos esto…”.

—¿Y cómo lo hicieron? —tercia el periodista.

—Pues intentando mantenernos muy cerca de Maixabel —dice la cineasta—. Contando la historia sin despegarnos de ella y de su verdad, intentando entenderla, haciendo lo posible por ponernos en su lugar, aunque es casi imposible. A mí me cuesta mucho imaginar el dolor que tuviste que sentir, me supera, me emociona. Hay un momento en la película en que, incluso físicamente, se me pone el cuerpo del revés. Es cuando Blanca Portillo [la actriz que encarna a Maixabel] va camino del primer encuentro. Es acercarte a la persona que más daño te ha hecho… Es terrible…

—Esa sensación la tuve yo también —dice Lasa—. Pensé: me voy a encontrar con una persona que ha pedido estar conmigo para decirme esto y aquello, pero que es la persona que más me ha hecho sufrir. Y la verdad es que fue duro, pero creo que estuvo bien, tuvo un final bueno, sanador… Los encuentros restaurativos tienen mucho que ver con el futuro, con sanar heridas, con dar una segunda oportunidad a gente que ha asesinado, que ha ocasionado mucho sufrimiento. Hay que tener en cuenta que estas dos personas no son ya las que eran. Ni Ibon ni Luis son los mismos que en el año 2000. El reconocer el daño causado, ponerse delante de la víctima, no solo no les ha supuesto ningún beneficio penitenciario, como cree alguna gente, sino que además les ha acarreado consecuencias en su entorno, en sus pueblos. Pasaron de ser héroes a ser traidores.

Icíar Bollaín (izquierda) y Maixabel Lasa pasean este verano por Tolosa.
Icíar Bollaín (izquierda) y Maixabel Lasa pasean este verano por Tolosa.Gorka Lejarcegi

Dice Icíar Bollaín que sintió vértigo a la hora de afrontar la película. “En primer lugar”, explica, “porque todo esto que contamos es verdad, lo han sufrido Maixabel y otros cientos de víctimas en España, y lo último que quieres es ahondar en la herida de nadie. Hay una cosa que es importante: Maixabel se ha encontrado con los asesinos de su marido porque ella es como es, pero nadie es mejor o peor por no hacerlo. Es muy personal y muy delicado. Yo misma no sé si podría. Y, en segundo lugar, sentí vértigo porque, aunque el centro de la historia es Maixabel, la película se llama Maixabel y siempre estaremos alrededor de ella y de su hija María, la otra parte también tenía que estar presente. Y a ver cómo tratas eso… Porque son personas que han cometido unos delitos atroces, pero que han hecho un viaje muy largo de autocrítica y la película también se acerca a ellos y a su mundo para poder contarlo”. La guionista Isa Campo explica que durante más de un año se estuvieron reuniendo con Maixabel y con su hija, y también con Ibon Etxezarreta y con Luis Carrasco para que explicaran su proceso personal de alejamiento de ETA y la preparación de los encuentros con la viuda de Jáuregui. “Ha sido un viaje tremendo para todos, catártico”, relata Campo, “esta película representa todo lo que esperas del cine como espectador y como autor. E incluso va más allá de lo cinematográfico. Los protagonistas reales de la historia nos han llevado de la mano explicándonos todo, en cada reunión era como tocar las profundidades del alma de cada persona. A todos nos da vueltas todo”. Una apreciación con la que están de acuerdo Blanca Portillo, que logra incluso un gran parecido físico con Maixabel, y Luis Tosar, que representa en la película el papel de Ibon Etxezarreta. También ellos tuvieron la rara oportunidad de conocer a los personajes que iban a interpretar. “Es algo a lo que tú no sueles acceder de primera mano”, reflexiona Isa Campo, “tú no sabes cómo alguien se convierte en terrorista, por qué empieza a dudar, se sale de la banda y acaba encontrándose con la víctima. También en el caso de Maixabel, su proceso desde que recibe la llamada tras el atentado a su marido hasta que va al encuentro con el terrorista en mayo de 2014. Es sobrecogedor que todo eso te lo expliquen ellos en primera persona”.

La actriz Blanca Portillo dice que nunca le podrá agradecer lo suficiente a Icíar Bollaín la oportunidad de participar en la película y a Maixabel Lasa que la recibiera con los brazos abiertos: “Yo iba muerta de miedo. No es fácil interpretar a un ser humano que tienes ahí a tu lado, que no está en las páginas de los libros de historia, sino que se toma un vino contigo, y al que además tienes idealizado, porque enseguida te das cuenta de que no hay nada en ella que sea falso, nada es postizo, empatiza contigo, con tus penas, con tus dolores, tiene una facilidad brutal para ponerse en tu lugar, para intuir que todos esos miedos te atenazan y quitártelos con toda la sencillez del mundo, llamándote por teléfono y diciéndote: ‘Hola, Blanca. ¿Cómo estás? Soy tu doble”. Portillo recuerda con especial emoción dos momentos de la película. Uno de ellos es el rodaje del homenaje a Jáuregui al que asistió uno de los terroristas. “Era prácticamente una reproducción exacta de lo que había sucedido unos años atrás. Allí estábamos Luis Tosar y yo, pero también los personajes reales, Maixabel e Ibon, y también algunos de los amigos de Juan Mari que estaban el día que, sin contárselo apenas a nadie, Maixabel se presentó con el asesino de su marido. Todo el mundo lo revivió. Los tenías allí de verdad. Son experiencias que van más allá de lo profesional. Era bello hacerlo. Fue maravilloso. Todo el equipo estaba emocionado, y eso de alguna manera tiene que respirarse en la película…”.

El bar Frontón Beotibar (cerrado por obras este verano), donde
Juan María Jáuregui fue asesinado por ETA.
El bar Frontón Beotibar (cerrado por obras este verano), donde Juan María Jáuregui fue asesinado por ETA. Gorka Lejarcegi

Luis Tosar también tuvo la oportunidad de encontrarse con su personaje. “No he intentado hacer una imitación de Ibon, ni creo que a Icíar se le pasara por la cabeza hacer un documental. Hemos intentado interpretar lo que nos han contado cada uno por su lado e ir traduciéndolo con mucho respeto hacia ellos y con mucho miedo de traicionar la realidad. Encontrarse con un terrorista es controvertido, claro. Lo que pasa es que Ibon es ahora una persona absolutamente dispuesta a trabajar por mejorar las cosas. Hablamos lógicamente del horror que produjo ETA y a partir de ETA, del horror que produjo Ibon y de otra gente que estaba con él. Pero por suerte, después del largo proceso de reflexión que contamos en la película, le ha conseguido dar la vuelta a la tortilla gracias a que ha encontrado a personas como Maixabel. Durante nuestra conversación, nos dimos cuenta de que tenemos la misma edad con un mes de diferencia. Yo no vivía en Euskadi, pero vivía en Galicia, en un ambiente muy nacionalista, y yo qué sé, de alguna forma me siento afortunado de nacer donde nací, quién sabe si pudiera haber sido un Ibon si hubiera crecido en otro lado y tal como me iba a mí entonces la cabeza”.

—¿Con qué se queda de la película?

—Me quedo con que el horror de la violencia ha causado daños que son irreparables. Y eso no lo vamos a poder solucionar. Los muertos ya no van a volver. Ibon Etxezarreta y Luis Carrasco son muy conscientes también de que la gente a la que le arrebataron la vida no va a estar. Pero también es cierto que los conflictos sí podrían llegar a solucionarse, pero para eso es necesario que haya voluntad. Y creo que hay gente que la tiene. Maixabel es el ejemplo perfecto. Si le hacemos caso a gente como Maixabel, quizás se pueda avanzar. Si, en cambio, hacemos caso omiso, o si creemos que tiene el síndrome de Estocolmo o nos parece una flipada, pues no avanzaremos mucho.

Lo que cuenta Tosar es exactamente lo que movió a los productores Koldo Zuazua y Juan Moreno a pensar en el proyecto hace ya 10 años. “La sociedad vasca”, explica Zuazua, “siempre se ha caracterizado mediáticamente por todo lo que nos desune, y es verdad que somos una sociedad fracturada por el terrorismo, pero también es verdad que existe una tendencia a la conciliación. Somos una sociedad donde casi todo es grupal”. Moreno añade: “El hecho fundamental de la película es que está basada en sucesos reales. Hay mucha gente que la ha visto en los pases privados y nos ha dicho: ‘Si no hubiera ocurrido, no me lo creería?’. Iñaki Gabilondo, con la escena de las flores, nos preguntó: ‘¿Pero esto pasó de verdad?”.

Icíar Bollaín, sentada en Tolosa junto a Maixabel Lasa, cuenta ese momento.

—En la película hay una escena en la que Ibon va conduciendo antes del encuentro con Maixabel. No nos la hemos inventado, nos la contó él, y es uno de los momentos que más me impresionan de la película. Nos dijo: “Yo hice mi geografía del dolor antes de hablar con Maixabel, recorrí los sitios donde había atentado”. Y eso lo hemos recreado en la película. Esos segundos son estremecedores.

Los actores Blanca Portillo y Luis Tosar en un fotograma de la película 'Maixabel'.
Los actores Blanca Portillo y Luis Tosar en un fotograma de la película 'Maixabel'.david herranz

Después de que su marido fuera asesinado por ETA, Maixabel Lasa también fue amenazada y tuvo que vivir con escolta. Los encuentros restaurativos, que puso en marcha en 2011 el Gobierno socialista cuando Mercedes Gallizo era directora de Instituciones Penitenciarias, fueron suprimidos al llegar al poder el Partido Popular en 2012. Pero, como cuenta Maixabel Lasa, a quien menos le gustaban en realidad era al entorno de ETA.

—A la izquierda abertzale nunca le han gustado, porque ellos estaban vendiendo otra cosa a sus presos. Estaban vendiendo la idea de que esto se iba a solucionar colectivamente, y eso era imposible. Y por eso la izquierda abertzale no quería saber nada. La reinserción no es colectiva. La reinserción es individual y personal. Lo tienes que hacer tú por tu convencimiento y por darte cuenta de las barbaridades que has cometido. Nadie te puede obligar a reinsertarte con una pistola en la sien.

Después de decirle a Ibon Etxezarreta que prefería ser la viuda de Juan Mari a ser su madre, Maixabel recibió una llamada.

—Era Ibon. Me dijo: “¿Te acuerdas de aquello que me dijiste…?, pues tengo una respuesta”. Y me dice: “Pues yo también ahora mismo hubiera preferido ser Juan Mari”.

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