La cosmética que se reinventa para respetar el bienestar animal
Las marcas más importantes de belleza del mundo trabajan con métodos alternativos como Garnier que, tras años sin experimentar en animales, ha sido certificada como con el sello del programa Leaping Bunny por Cruelty Free International que acredita que ningún ser vivo ha sido utilizado para elaborar o probar sus productos.
Nuestra manera de afrontar la vida, en todas sus manifestaciones, ha cambiado en los últimos tiempos. Cada vez somos más conscientes del alcance y la repercusión de nuestros actos, lo que nos hace ser más exigentes con los procesos y la procedencia de los productos que usamos. En el campo de la cosmética, por ejemplo, ahora queremos saber cómo se crean los productos que utilizamos, y queremos asegurarnos de que no han sido testados en animales. En otras palabras, exigimos más transparencia para estar seguros de que lo que consumimos tiene un origen más justo y respetuoso con el entorno en el que vivimos.
El término ‘Cruelty Free’ comenzó a utilizarse en la década de 1990, haciendo referencia a aquellos productos que no utilizaban animales para realizar pruebas que, en muchas ocasiones, ponían en riesgo su salud y bienestar. Desde entonces, si bien se ha convertido en una tendencia que se refleja en informes de hábitos de consumo, como el que recientemente ha realizado la web MarketWatch, hay maneras de confirmar que realmente esa información es fidedigna.
En 2013, la Unión Europea decidió regular esta práctica, prohibiendo la comercialización de cosméticos testados en animales, una decisión que se extendió a Estados Unidos y varios países de América Latina. Sin embargo, la legislación en muchas ocasiones ofrece espacios vacíos en los que no se puede asegurar al 100% la procedencia de muchos productos. Una de las principales organizaciones que trabaja para acreditar las buenas prácticas con respecto al tratamiento animal en la cosmética es Cruelty Free International, que trabaja desde la década de los 90 y que, englobando a ocho organizaciones internacionales distintas, vela por el fin de las pruebas en animales y otorga un distintivo a aquellas compañías que pueden demostrar que no utilizan dichas prácticas en sus procesos de fabricación, otorgando el sello Leaping Bunny.
Cruelty Free International exige a las marcas que acrediten de forma exhaustiva su cadena de suministro al completo, incluyendo sus materias primas e ingredientes de forma individual, de manera que se pueda detectar más fácilmente cualquier tipo de experimentación en animales. De igual manera, su sello solo se otorga a aquellas marcas que puedan acreditar que toda su producción sigue esos estándares, no de manera exclusiva a productos individuales. De esta manera, el consumidor puede comprobar qué productos cumplen con una política respetuosa con el bienestar de los animales.
Garnier, una de las marcas de cosméticos de gran consumo más importantes del mundo, ha conseguido recientemente a nivel mundial la certificación Leaping Bunny, para lo que ha seguido un proceso exhaustivo que acredita la procedencia de todos los elementos que conforman la totalidad de sus productos. Para ello, han sido necesarias las declaraciones de más de 500 proveedores que proporcionan más de 3.000 ingredientes diferentes en todo el mundo. Garnier ha trabajado junto a Leaping Bunny durante meses para acreditar que es una compañía libre de cualquier tipo de test realizado en animales hasta acreditar que es una práctica que queda completamente fuera de sus estándares de producción, un paso significativo dentro de la industria de belleza.
La consecución del sello otorgado por Leaping Bunny a Garnier está incluida dentro de la iniciativa Green Beauty, con la que la marca se ha propuesto utilizar un enfoque completo de sostenibilidad en cada una de las etapas de la cadena de valor de sus productos, de manera que pueda reducir de manera drástica su impacto medioambiental. Dentro de este compromiso, la marca utiliza productos solidarios procedentes de más de 780 comunidades locales en todo el mundo, ha alcanzado una tasa del 90% de biodegradibilidad en sus champús y fórmulas de tratamiento capilar y adopta un mayor número de envases reciclables y reciclados, que supusieron un ahorro de más de 9.000 toneladas de plástico durante el año 2020, entre otras prácticas.
Estas medidas se traducen en productos de uso diario que se basan en una filosofía sostenible, como los Garnier SkinActive Eco-Pads reutilizables, discos reutilizables que tienen como objetivo llegar a cero residuos en el proceso de desmaquillado, o el champú sólido Garnier Original Remedies, con envase de cero plástico y 94% de ingredientes de origen vegetal.
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