Eres, una historia íntima
En mayo de 1968 la firma de baño y lencería Eres revolucionó el sector con sus colores, formas y materiales. Hoy, sus tejidos y diseños atemporales siguen siendo su seña de identidad. Visitamos su nuevo cuartel general, al noreste de París.
A lguien apuntó que para crear belleza era indispensable estar rodeado de ella, empapado de armonía y luz, para que las musas inspiraran. Quienes desarrollan su trabajo en el nuevo edificio 19M, obra del arquitecto Rudy Ricciotti —autor del Mucem (Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo) de Marsella—, no solo están envueltos de belleza, en su versión más minimalista y depurada, sino que contribuyen a embellecer el mundo de las mujeres.
El 19M es un edificio triangular de 25.000 metros cuadrados, ubicado en el distrito 19 de la capital francesa, de metal blanco, vidrio y cemento. Lo ocupan diferentes empresas del grupo Chanel: los pequeños artesanos históricos, como Lesage, Lemarié, Goossens y Desrues, entre otros, así como el rey parisiense de las prendas de baño e íntimas, Eres, en este grupo desde hace ahora 25 años. “Aquí están reunidas nuestras diferentes etapas de creación y producción”, cuenta Florence Dennetière, actual directora general de la firma, desde la tercera planta de una de las alas de este inmenso edificio de altos techos y enormes ventanales que sin embargo no intimida a quien lo visita por vez primera.
Entre las personas que trabajan aquí —el 90% son mujeres— hay reconocidos profesionales con décadas al servicio de la empresa, como Solange Girand-Fontana. “Es la responsable de taller, con 30 años en la casa, y este 2021 ha sido nombrada Chevalier des Arts et des Lettres”, nos dice orgullosa Dennetière, que fue durante una década responsable del departamento de recursos humanos en Chanel y sabe bien de la importancia de que un empleado sea reconocido por su labor.
Corría mayo de 1968, la juventud se rebelaba en las calles de París y en sus universidades. Movimientos de protesta a los que luego se añadirían los obreros. Cristóbal Balenciaga daba la triste noticia de que cerraba su casa de costura y se retiraba. Mientras, dos mujeres jóvenes, con ansias de vestir a sus semejantes, de liberarlas a su manera, se ponían manos a la obra: Sonia Rykiel, en el barrio parisiense de Saint-Germain-des-Prés, e Irène Leroux, en el de la Madeleine. Esta última creaba la marca de moda baño Eres que revolucionaría el sector no solo por sus colores, sino por sus formas. Y algo tanto o más importante, por el material con el que estaba confeccionada. Una de las señas de identidad de la casa.
En el terreno del baño poseen tejidos únicos —y patentados— como el ya icónico peau douce (piel suave en francés), que es muy resistente, elástico, moldeable y sedoso al mismo tiempo, o el parachute (paracaídas), que seca con gran rapidez. Todas sus telas se crean en Italia y Francia, en empresas con gran tradición, que recurren a innovadoras tecnologías e imaginan para ellos colores y estampados exclusivos. Por eso los precios de sus prendas parten de los 220 euros. Una inversión en calidad y diseño, ya que sus modelos duran muchos años y no pasan de moda. Algunos clásicos, como Cassiopée y Aquarelle, figuran desde hace lustros entre sus éxitos e incluso hay mujeres que los legan a sus hijas.
Además de su fundadora —al frente de la marca hasta 2007—, quienes han dirigido este buque han sido sobre todo mujeres. “Es más coherente, al tratarse de una firma enfocada a nosotras, y de un terreno íntimo, con lo que una mujer la entenderá mejor”, explica Dennetière. Así, el otro pilar, esencial para el nacimiento de cada colección, es también femenino: Marie-Paule Minchelli, la directora creativa. En otros tiempos, eran dos las mujeres que dirigían los estudios de creación: una para lo relativo al baño y la otra para la lencería. Hoy, ya no es así. Ahora se trata de tener el mismo discurso, de buscar la coherencia entre ambos campos y, por tanto, de tener una sola voz. “Creo dos colecciones al año [verano e invierno], además de una que denominamos crucero, donde hay modelos clásicos e icónicos, así como intergeneracionales”, señala Minchelli, que llegó en 2008.
El tiempo de trabajo que hay detrás de cada pieza es de en torno a un año y medio desde que escogen los motivos de la temporada y los materiales hasta que se fabrican las prendas. “La colección para el próximo invierno la diseñé durante el primer confinamiento, en 2020, en París. En ese periodo de incertidumbre, quise plasmar el deseo de salir y de rodearnos de naturaleza. Mi último viaje había sido a Marraquech y de alguna manera esa inspiración también se refleja en mi serie”, explica la directora creativa. Si bien la moda de baño sigue siendo el nicho fuerte de Eres, los diseños de Minchelli en lencería están ganando terreno —en 2020 los primeros representaron el 68% de las ventas, y los segundos, el 30%—. Una tendencia reforzada por el contexto actual: el año pasado, con el confinamiento, las ventas de trajes de baño bajaron en todo el sector un 22%, según Euromonitor —aunque se espera que en 2022 superen los datos prepandemia—, mientras la lencería resistió mejor el golpe. La de Eres apuesta por materiales poco convencionales, como el encaje de Calais, y bien podría lucirse por fuera. En la firma, que también vende prendas para el hogar o deportivas (para yoga, por ejemplo), apuestan por jugar con todas sus creaciones; combinarlas entre sí más allá del terreno para el que fueron concebidas.
Hay unas 60 tiendas en el mundo —dos de ellas en Madrid y Barcelona— entre propias y franquicias, así como puntos de venta multimarca. Hoy se congratulan de la puesta en marcha de su nuevo e-commerce, justo antes del primer confinamiento francés. ¿Y la consumidora se anima a adquirir algo tan ajustado al cuerpo sin probárselo?
“Cada vez más”, dice Dennetière. Aunque ella y su equipo reconocen que frases como “me siento guapa” cuando las clientas se prueban una de sus creaciones las anima a seguir acompañando a las mujeres cada día.
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