A Carmen Martín Gaite: se busca interlocutora
Tus reflexiones, tu siembra incesante a través de notas, conferencias, ensayos me han mostrado que teatro y narrativa no son caminos distintos
Hola, CarmenMartínGaite —lo digo todo junto porque me resulta extraño dirigirme a escritores, sobre todo a escritoras, por su nombre de pila, sin apellido; me suena a colegueo injustificado—. Me han dicho que esto es un buzón donde puedo dejar una carta para ti. Y aquí estoy: quiero corresponderte. Busco interlocutora y tú me has enseñado que esta cuestión es importante; hasta tienes un ensayo dedicado a ello, La búsqueda de interlocutor. Escribimos y leemos para comprender en común, y a veces la respuesta tarda en llegar o se repliega entre las páginas de un libro cerrado, pero allí aguarda. De hecho, tus reflexiones, tu siembra incesante a través de notas, conferencias, ensayos me han mostrado la señal que necesitaba para comprobar que teatro y narrativa no son caminos distintos, como pudiera parecer. Desde pequeña me dedico a ambos —a escribir y hacer, y por supuesto a recibir, como espectadora y lectora— y a menudo he escuchado un “tendrás que elegir, son incompatibles”. Esta tradición literaria —la de que el cultivo de un género, por parte de un autor, excluya la práctica de otro, para su mejor desarrollo— me dolía: ¿cómo iba a elegir entre tan magníficos amores? El narrador, me di cuenta con los años, también se dirige a su público. También la página vive tensión escénica, y la primera mayúscula toma aire en su caja torácica, igual que una actriz.
CarmenMartínGaite, admirada, querida: entre teatro y teatro —y circo—, he escrito una novela para ti, Hermana. (Placer). Y para otras escritoras españolas que admiro: Elvira Lindo, Elena Fortún, Matilde Ras, Ana María Matute, María Lejárraga, Teresa de Jesús. Todas aparecéis en mi libro porque la protagonista investiga sobre la mitología en torno a la figura de la escritora, sobre las nociones de soledad, sacrificio y placer. Empecé a escribir en un mundo en el que tenía pocos referentes de escritoras, y la mayoría —anglosajonas— me eran presentadas a través de una sufrida historia personal. Con el tiempo me di cuenta de que este martirologio condicionaba mi forma de ver la escritura y la posible vida en ella. Seguía escribiendo, pero tenía miedo de ponerme la máscara de escritora, porque parecía maldita. Tú eras una de las pocas máscaras amables: en la solapa de un libro que leía mi madre, tu sonrisa, tu boina, tu pelo blanco, y sobre todo tu fascinante currículo. Ensayista, novelista de prestigio, interesada por los cuentos populares, traductora y adaptadora de mis lecturas “fundacionales”. Tú tradujiste la versión de Cumbres borrascosas que me marcó hasta hoy. Tú fuiste de las primeras en reivindicar a Elena Fortún. Tú escribiste el guion televisivo de su Celia, pero también de la serie Teresa de Jesús, dirigida por Josefina Molina, y puedo decir que es una de mis favoritas de todos los tiempos junto a Mad Men.
CarmenMartínGaite, he querido hablar de este lento descubrimiento, de esta mitología adherida a la mente y a las yemas de los dedos, este leer y releer a solas y al mismo tiempo en multitud. He querido encontrarte en mi novela. Sé que algún día me contestarás desde un libro.
María Folguera es escritora, dramaturga y gestora cultural. Publica el 13 de mayo la novela Hermana. (Placer) (Alianza Editorial).
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