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Blogs / El Viajero
El blog de viajes
Por Paco Nadal

Seis pequeñas pero deliciosas joyas arqueológicas en España para volver a nuestro pasado romano

Más allá de las grandes ciudades y monumentos, otras zonas de la Península esconden mosaicos, puentes o termas que bien merecen una visita. De la villa romana de Almenara-Puras al paraje de Las Médulas

Las Médulas, en León.
Vista del paisaje de Las Médulas, en León.Ken Welsh (Universal Images Group via Getty)
Paco Nadal

La herencia de Roma en Hispania es abrumadora. Pero más allá de los grandes hitos monumentales, como Itálica, los teatros de Mérida o Cartagena, el anfiteatro de Tarragona o el acueducto de Segovia, quedan desperdigados por toda la Península otras evidencias y yacimientos menos atribulados, cierto, pero tan exquisitos y carismáticos como los más conocidos para viajar en el tiempo a ese mundo clásico. Estos son seis de ellos.

1. Villa romana de Almenara-Puras (Valladolid)

Mosaico romano en el Museo de las Villas Romanas, en la provincia de Valladolid.
Mosaico romano en el Museo de las Villas Romanas, en la provincia de Valladolid.Alamy Stock Photo

En 1887, apareció bajo unos terrenos de labor en el pago de la Calzadilla, entre los términos municipales de Almenara de Adaja y Puras, en la provincia de Valladolid, un gran mosaico romano. No eran tiempos ni de sensibilidad por el pasado ni de alegrías presupuestarias, por lo que el hallazgo quedó en el olvido. Hasta que en 1942 se empezó a excavar la zona con criterio científico. Lo que había allí abajo era una villa tardorromana, habitada entre los siglos IV y V, con una de las mejores colecciones de mosaicos de toda Hispania. Unos 400 metros cuadrados de teselas en perfecto estado que hablaban de la opulencia con la que vivieron sus propietarios. Hoy la villa romana de Almenara-Puras se ha convertido en el Museo de las Villas Romanas, una obra pionera en España, que recrea in situ y de una manera muy didáctica lo que fueron estas factorías agrícolas del mundo romano.

Cómo llegar. A 53 kilómetros al sur de Valladolid por la N-601.

2. Arco romano de Cáparra (Cáceres)

Los peregrinos que llegan al valle del Ambroz por la Vía de la Plata, la ruta jacobea que sigue la estela de las calzadas romanas entre Hispalis (Sevilla) y Asturica Augusta (Astorga), suelen quedarse asombrados ante la visión de un enorme arco tetrapilón que se levanta en medio de la nada. Es el vestigio más llamativo que nos legó la ciudad romana de Cáparra, quinta masio de la calzada XXIV (que enlazaba Mérida con Astorga), que llegó a tener una extensión de 16 hectáreas, amén de notables edificios, entre ellos un anfiteatro y dos grandes templos. Un puente sobre el río Ambroz, aún en uso, la unía al resto de la comarca. No es habitual ver restos que levanten más de un palmo en los yacimientos romanos. El tiempo y el hombre se encargaron de laminarlo todo. Por eso este magnífico arco cuadriforme o tetrapilón que daba acceso a la urbe y que se ha conservado milagrosamente en el tiempo se ha convertido en el emblema de la Vía de la Plata. Tiene casi nueve metros de altura y cuatro pilones de sillares graníticos que soportan otros tantos arcos de medio punto cubiertos por una bóveda de arista.

El arco cuadriforme o tetrapilón de la antigua villa romana de Cáparra (Cáceres).
El arco cuadriforme o tetrapilón de la antigua villa romana de Cáparra (Cáceres).unknown (Cover/Getty Images)

Las excavaciones a su alrededor han sacado a la luz buena parte de la ciudad romana y un tramo de la Vía de la Plata original a su paso bajo el arco, que coincidía con el Decumanus, una de las dos arterias principales de toda ciudad romana. A ambos lados de la calzada se levantaban tiendas, tabernaes y negocios de todo tipo, tal y como sucede hoy con las carreteras nacionales. El Centro de Interpretación de la Ciudad Romana de Cáparra, abierto en uno de los laterales de la excavación, muestra mediante paneles, fotografías y vídeos una recreación virtual de cómo fue la ciudad. Especialmente recomendable es el vídeo en el que se muestra una idealización en tres dimensiones de cómo eran y cómo se organizaban estas primeras grandes urbes de la Península.

Cómo llegar. Autovía A-66. Salida 455 (dirección: Guijo de Granadilla ctra.- CC-13.3. Oliva de Plasencia, Cáceres [Extremadura]).

3. Puente romano de Alcántara (Cáceres)

La genialidad de Roma para las obras públicas nos legó infinidad de puentes, muchos de ellos aún en uso. Pero si hubiera que elegir uno solo que simbolizara la elegancia y el buen hacer de los canteros e ingenieros romanos sería este vado sobre el río Tajo, cercano a la localidad cacereña de Alcántara. Ya lo dice una inscripción en un templo a la entrada del puente: PONTEM PERPETVI MANSVRVM IN SECVLA MVNDI (“Este puente permanecerá perpetuamente por los siglos del mundo”). Está claro que los romanos tampoco tenían límites en cuanto a la vanidad. El puente de Alcántara lleva 2.000 años en uso (es de la época de Trajano, siglo II) y con un poco de cariño y un par de manos de pintura puede durar otros 20 siglos más.

El puente de Alcántara, de la época de Trajano (siglo II), en la provincia de Cáceres.
El puente de Alcántara, de la época de Trajano (siglo II), en la provincia de Cáceres.DEA / C. SAPPA (De Agostini via Getty Images)

Y eso que a lo largo de la historia el hombre se ha empecinado en derribarlo. Hubo demoliciones parciales de sus arcos en la Reconquista, en las guerras entre castellanos y portugueses, en la Guerra de Sucesión y en la Guerra de Independencia. Y aún hoy el tráfico de acceso a la población por la carretera EX-117 sigue pasando sobre él (acaban de empezar las obras de un nuevo puente alternativo, pero no estarán finalizadas hasta 2025). A pesar de todo esto, tan sólida es su factoría que el puente de Alcántara sigue ahí, elegante y esbelto, con sus 57 metros de altura y sus ocho metros de ancho; unas dimensiones desproporcionadas para la época que parecen confirmar que sí, que los romanos tenían visión de futuro y usaban primeras calidades.

Cómo llegar. A 65 kilómetros de Cáceres por la EX – 207.

4. Termas romanas de Campo Valdés (Gijón)

Pocos visitantes saben que debajo del barrio más singular y castizo de Gijón, Cimadevilla, se conserva la mejor evidencia de la ocupación romana de esta península estratégica que dio origen a la ciudad. Son las termas de Campo Valdés, unos baños romanos del siglo III que aparecieron junto al mar y que delatan el grado de desarrollo y bienestar que llegó a alcanzar la ciudad en aquella época, pese a estar en el confín noroeste del imperio. La presencia de esos restos era conocida desde antaño por los gijoneses, pero no fueron excavadas y puestas en valor hasta la década de los noventa del pasado siglo. La primera gran sorpresa fue el enorme tamaño del complejo para una ciudad perdida en el extremo norte del imperio, lo que delata que Gigia hubo de tener cierta importancia en aquella Hispania romanizada. Se aprecian todos los elementos de unos baños públicos romanos, el frigidarium, el templarium, el caldarium, las saunas y vestuarios… Hay zonas, como el hipocausto, con un grado de conservación único entre este tipo de edificios. Una de las visitas imprescindibles en la ciudad asturiana.

Cómo llegar. Campo Valdés, s/n., en el centro de la ciudad de Gijón.

5. Ruinas de Bilbilis (Zaragoza)

Bilbilis Augusta, embrión de la actual Calatayud, patria del poeta romano Marcial, fue un gran municipium de la Hispania romana que se extendía de forma escalonada por varios cerros bañados por el río Jalón. Contaba con un foro con plaza porticada, templos, teatro, termas, una red de canalizaciones para el agua potable, grandes mansiones privadas… De aquel esplendor hemos sabido por las excavaciones que desde 1971 fueron dejando a la vista parte del entramado urbano que aquí hubo mansiones privadas, mosaicos, templos, tabernas, pinturas murales, cerámicas y todo tipo de objetos.

Las ruinas romanas de Bilbilis Augusta, en Calatayud (Zaragoza).
Las ruinas romanas de Bilbilis Augusta, en Calatayud (Zaragoza).PHAS (Universal Images Group via Getty)

Por desgracia, Bilbilis fue usada como cantera de piedra para muchas de las iglesias y palacios de Calatayud y solo ha llegado hasta nuestros días una mínima parte de su esplendor original. Aun así, es una visita más que recomendable en el sur de la provincia de Zaragoza.

Cómo llegar. Salida 237 de la A-2 desde Madrid, sigue por la N-234 hasta el destino.

6. Las Médulas (León)

No todas las evidencias de nuestro pasado romano se alzaban desde el suelo cementadas con opus caementicium. El paraje de Las Médulas es fascinante no por lo que se construyó, sino por lo que se derruyó. La acción combinada del hombre y la naturaleza en estas antiguas minas de oro dio como resultado un paisaje irreal de pináculos y montañas rojizas tapizadas por un extenso bosque de castaños. Se aconseja ir al atardecer, cuando los últimos rayos del sol se acuestan sobre las arcillas encarnadas e incendian el escenario.

El paisaje de Las Médulas, en León.
El paisaje de Las Médulas, en León.Ken Welsh (Universal Images Group via Getty)

Las Médulas fue una región aurífera conocida desde época astur. Pero fueron los romanos los que la explotaron de forma industrial. Para ello excavaban galerías subterráneas por las que luego hacían circular agua a presión que arrastraba aluviones de tierra cargados de pepitas de oro, pero que, a la vez, desmoronaba el terreno. El resultado es un caos medioambiental lleno de armonía. Hay que subir hasta el mirador de Orellana, el último punto al que se puede acceder en coche, y luego caminar los últimos 600 metros a pie, antes de que el sol desaparezca por el horizonte. Cuando te asomas por fin a la barandilla del mirador el espectáculo que se despliega ante tus ojos es único e irrepetible.

Cómo llegar. A 24 kilómetros al suroeste de Ponferrada por la N-536 y CV 191-2.

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