Explorando La Sagra, montañismo de altura en Granada más allá de Sierra Nevada
Este pico de 2.383 metros de altura se enmarca dentro de la desconocida comarca de Huéscar. Una vasta altiplanicie rodeada por cadenas montañosas que invita también a descubrir villas como Puebla de Don Fadrique
Podría ser la montaña perfecta: forma piramidal, aislada de otras elevaciones, elegante y solitaria en medio de una meseta de altura. Y está, además, en el altiplano granadino, no en los Alpes suizos. Es La Sagra, un pico aislado al norte de la provincia de Granada, entre Huéscar y Puebla de Don Fadrique, que alcanza los 2.383 metros de altitud. Es el icono de la comarca. La cima más alta de Andalucía si exceptuamos las de Sierra Nevada. Una altiva pirámide de piedra que se ve a kilómetros de distancia.
La Sagra y los espesos pinares que cubren sus laderas son sugerentes en cualquier época del año, pero si hubiera que elegir un momento singular para la visita sería, sin duda, en el invierno. Entonces, su silueta triangular se viste de blanco y destaca aún más sobre los cielos límpidos y azules de esta altiplanicie de secano.
Coronar su cima nevada es una tradición para los montañeros del sudeste peninsular. Ya sea por el Embudo, la vía más inclinada y compleja si la nieve está dura, o por el Bosque Vertical, una ladera donde los pinos centenarios se agarran a los desniveles como escaladores de madera. O por cualquiera de sus muchas vías de acceso. Desde arriba, si el día está claro, el panorama es soberbio porque no hay ninguna otra cordillera ni obstáculo que alcance esta altitud en kilómetros y kilómetros a la redonda; hasta que por el sur la vista tropiece con Sierra Nevada.
Sus laderas también esconden secretos. En la vertiente oeste, en la carretera que va hacia Huéscar, los caprichos de la climatología han facilitado la supervivencia de un pequeño bosque de secuoyas que Rafael de Bustos Sagade, VII marqués de Corvera, plantó en su finca privada de La Losa hace 170 años; según una leyenda urbana no confirmada, con plantones que le regaló el mismísimo duque de Wellington. Procedan de donde procedan esas semillas, lo cierto es estos árboles gigantes de la familia de las taxodias, que pueden llegar a alcanzar los 100 metros de altura, llaman poderosamente la atención en esta esquina de Andalucía. Al llegar a La Losa se ve un ejemplar aislado a la izquierda y luego un grupito pequeño a la derecha. Pero si avanzamos 200 metros más veremos a la izquierda el bosque más grande, con 18 ejemplares que llegan a alcanzar entre 50 y 60 metros de altura y un perímetro troncal de 7,10 metros. La finca La Losa es privada, así que para ver las secuoyas hay que concertar una visita guiada con la Asociación Cronos a través del mail (cronospatrimonioycultura@gmail.com).
La Sagra se enmarca dentro de la desconocida comarca de Huéscar, la esquina más septentrional de Granada. Una vasta altiplanicie rodeada por cadenas montañosas como esta de La Sagra o la no muy lejana sierra de Castril y limítrofe con cuatro provincias bien distintas (Albacete, Murcia, Almería y Jaén), una raridad que le ha conferido tradiciones y características muy peculiares.
Te recomiendo un paseo por Huéscar, la capital de la comarca y su principal centro de servicios. Por encima de las techumbres de teja rojiza sobresale la colegiata de Santa María y su torre inconclusa, un edificio de proporciones basilicales que aparenta ser aún más grande y macizo por lo angosto de las calles que lo rodean. Es el monumento señero de Huéscar, aunque desperdigados por el casco urbano hay otros muchos edificios civiles que hablan de la bonanza vivida en el Altiplano granadino en el siglo XVI, cuando maestros canteros toledanos y andaluces se afanaban en levantar palacios e iglesias en todos estos pueblos.
Aunque la localidad más cercana a La Sagra, y mejor centro de servicios para acometer el ascenso o cualquier actividad de aire libre en el entorno de la montaña, es Puebla de Don Fadrique — o La Puebla, a secas, para los vecinos—. Su silueta armónica vista de lejos anuncia un pueblo antiguo y de larga historia que creció al amparo de Huéscar y de la casa de Alba, que gestionaba estas tierras en señorío desde el siglo XV. El segundo duque de Alba, don Fadrique Álvarez de Toledo, se refugió aquí y contribuyó al desarrollo de la villa y a su emancipación como aldea de Huéscar. Por dentro no conserva la misma unicidad arquitectónica que barruntaba por fuera, pero aún se ven calles con sabor serrano a las que se asoman algunas casonas típicas del altiplano granadino, como la Casa de los Patiño o la Casa de los Fontes, ambas con portada blasonada del siglo XVI. El edificio más singular y el que destaca en el horizonte urbano es la majestuosa iglesia de Santa María de la Quinta Angustia, un templo con vocación renacentista pero con muchos elementos góticos. Fue proyectado en 1538 y en el interior se muestran buenas tallas de la imaginería murciana del siglo XVIII, entre ellas una Inmaculada de Francisco Salzillo. El complemento perfecto para un fin de semana en la más radiante (y desconocida) naturaleza andaluza.
Dónde dormir y comer en la Puebla de don Fadrique
- Hotel Collados de la Sagra. Un agradable hotel de montaña al pie de La Sagra, en un paraje aislado y de gran valor natural. Tiene 20 habitaciones y cuatro cabañas de madera. Buen restaurante, aunque algo más caro que la media de la zona.
- Hostal Puerta de Andalucía. Alojamiento sencillo en el centro de Puebla de Don Fadrique con un buen restaurante de cocina serrana granadina donde comer bien a la carta o de menú.
- Alojamiento rurales Molino del Machero. Un antiguo molino del siglo XVIII rehabilitado con primor y en un paraje excepcional. Se alquila por habitaciones o casa completa.
Para tapear (por lo general, caña y tapa 1,70 euros en todo el pueblo)
- Con Solera: quintos y tapas.
- La Montés: sublime la tortilla de patatas con pan frito y toque de alioli.
- El Dobletes: más moderno y con buenas raciones, destacable el choto al ajillo.
- La Borruela: también moderno y muy versátil, igual atienden el tapeo de mediodía que el tardeo de copas.
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