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Lo que hay que ver y hacer en Queens, el verdadero corazón de Nueva York

Museos de vanguardia, parques con vistas y barrios multiculturales donde probar cocinas de todos los rincones del mundo. Así es este distrito neoyorquino que no hay que pasar por alto

Queens es el distrito más multicultural de Nueva York, sin tantos monumentos famosos como en Brooklyn y Manhattan, y el lugar donde viven los neoyorquinos de pura cepa. Es también el distrito más extenso y poblado, en el que viven inmigrantes procedentes de todo el planeta, que le dan un ambiente internacional. Aunque no tenga tanto caché cultural como las zonas más céntricas, es una opción para visitar cuando se prolonga la visita a Nueva York. Aquí conviven los barrios más humildes con otros como Malba, donde viven muchos de los millonarios. Pero, además, hay mucha naturaleza y cultura: parques muy conocidos, como el Flushing Meadows Corona, junto a otros casi desconocidos en los que no encontraremos turistas; y museos muy interesantes, con el MoMA PS1 a la cabeza.

Uno de los reclamos más apetecibles para acercarse a Queens es la gastronomía: el barrio presume de buenos res­taurantes, desde algún infiltrado con estrella Miche­lin hasta otros que pasan desapercibidos, así que es fácil hacer un viaje gastro­nómico intercontinental parando en las tabernas griegas de Astoria, los puestos de hot pot de Flushing y los lo­cales de empanadas de Corona. En Long Island City, el barrio más accesible de Queens para quien se aloja en Manhattan o Brooklyn, se pueden catar especialidades culinarias de todo el globo a precios asequibles.

Otro aliciente es explorar vecindarios habitados por neoyorquinos y familiarizarse con la vida coti­diana más auténtica de una de las urbes más grandes y diversas del mundo. Y hay muchos más planes posibles, como contemplar la puesta de sol desde Gantry Plaza State Park y tomar algo en el animado Vernon Blvd, o dedicar tiempo a re­correr Astoria para comer en restaurantes diferen­tes, beber cervezas loca­les y visitar el Museum of the Moving Image. Y en verano puede ser un planazo ir al cine al aire libre de Socra­tes Sculpture Park.

Más información en la guía Nueva York de Lonely Planet y en la web lonelyplanet.es.

Flushing, el mayor barrio chino de Nueva York, merece un día entero para empaparse del lugar entre puestos callejeros, negocios de ali­mentación asiáticos y centros comerciales kitsch. Si no se tiene mucho tiempo para recorrer Queens (que es enorme), lo mejor es pasar la tarde en Main St y Roose­velt Ave e ir luego a Flushing Meadows-Co­rona Park para curiosear por el mercado nocturno. Y si hace calor, siempre podremos refrescarnos en la playa de Rockaway, la más popular de la ciudad.

Arte de vanguardia en una antigua escuela: el MoMA PS1

El MoMA PS1 es el atrevido hermano del Museum of Modern Art de Manhattan, una de las instituciones de arte contem­poráneo más célebres del mundo. Nació en 1976, cuando Alanna Heiss —defensora del arte en espacios alternativos— tomó posesión de una escuela abandonada en Queens e invitó a artistas como Richard Serra, James Turrell y Keith Sonnier a crear obras específicas para el lugar.

El museo entero está dedicado a mostrar el talento de artis­tas emergentes mediante innovadoras exposiciones multimedia, y representa el dinamismo del panorama cultural y artístico de la ciudad. En otoño e in­vierno no hay que perderse las Sunday Sessions (conferencias, proyecciones y ac­tuaciones), mientras que en verano tienen mucho éxito las fiestas Warm Up del vier­nes por la tarde, en las que se dan cita desde hípsters hasta melómanos. Consisten en quedar en el patio del museo para comer, beber y ver actuar a un elenco estelar de bandas, músicos experimentales y DJs. Es como una macrofiesta de barrio, pero con mejor música y arte. Además, el acceso al PS1 es gratui­to con la entrada al MoMA.

Flushing Meadows, el pulmón verde de Queens

La principal atracción del centro de Queens es Flushing Meadows-Corona Park, un parque de cinco kilómentros cuadrados construido para la Exposición Universal de 1939 y presidido por la estructura de acero inoxidable Unisphere, que con 43 metros de altura es de los mayores globos terráqueos del mundo. Enfrente se alza el antiguo edificio New York City, que ahora alberga el Queens Museum, y al sur, tres torres deslucidas de la época de la Guerra Fría, que forman parte del Pabellón del Estado de Nueva York construido para la Exposición Universal de 1964.

Qué ver y hacer en Queens Nueva York

Encontramos también obras de arte como los mosaicos que Salvador Dalí y Andy Warhol crearon para dicha exposición. Y deporte: cerca están el estadio de béisbol Citi Field y el USTA Billie Jean King National Tennis Center, además de con otras instalaciones deportivas como los populares campos de fútbol Astroturf y el campo de pitch and putt iluminado de noche. Para la ciencia, hay que ir hacia el oeste y cruzar Grand Central Parkway para visitar el New York Hall of Science.

Y para la gastronomía hay que esperar a la noche: Flushing Meadows-Coro­na Park acoge el mercado nocturno de Queens, con cocinas de todo el mundo. En verano, cada sábado se instalan decenas de puestos que venden comida callejera de inspiración internacional. Se pueden probar bolas fritas de pescado de Antigua, pierogi de Polonia o guiso de quingombó de Sierra Leona, y postres como té de burbujas, dónuts-mochi o pastéis de nata portugueses.

Arte al aire libre y en almacenes en Astoria

En el barrio de Astoria encontraremos arte con vistas a Manhattan en el Socrates Sculpture Park, proyectado por el escultor Mark di Suvero en un vertedero abandonado, y que hoy ofrece unas bonitas vistas y la contemplación de sus instalaciones artísticas en un entorno arbolado. En vez de una colección permanente, sus dos hectáreas albergan exposicio­nes itinerantes formadas por obras de grandes dimensiones. En verano suele haber eventos gratuitos como espectáculos de danza, ferias agrícolas o clases de yoga y meditación, y durante todo el año es uno de los espacios preferidos por los vecinos para pasear al perro o disfrutar de un pícnic.

Muy cerca está otro espacio para el arte contemporáneo: el Noguchi Museum, un oasis zen en medio de Queens. Es un proyecto muy personal del escultor, diseñador y paisajista, nacido en Los Ángeles, Isamu Noguchi, quien transformó este almacén abandonado de Long Island City en su estudio. Tras la muerte de Noguchi en diciembre de 1988, su espacio de trabajo se convirtió en un museo para exponer sus icónicas lámparas y mesitas de café y sus elegantes esculturas abstractas de piedra. Todo se ha dispuesto en apacibles galerías cubiertas y un jardín de esculturas minimalista que conforman un oasis de calma.

En el mismo barrio de Astoria, pero más cerca del MoMA PSI, encontramos un atrevido proyecto instalado en un almacén: es el SculptureCenter. Está en una calle sin salida de Long Island City, y ocupa un antiguo taller de reparación de trolebuses. Acoge exposiciones temporales de artistas consolidados y emergentes. Aparte de la galería principal, parecida a un hangar, que se dedica a estas instalaciones a gran escala, hay un cavernoso espacio subterráneo donde se exhiben obras de menor tamaño, así como instalaciones de luz y sonido.

Museum of the Moving Image: una experiencia para los sentidos

El otro gran museo de Queens es el Museum of the Moving Image, un maravilloso complejo en Astoria que representa uno de los mejores museos de cine, televisión y vídeo del mundo. Inaugurado en 1988, se centra en el arte, la historia y la tecnología de las imágenes en movimiento.

En la planta superior podemos dejarnos llevar por la nostalgia al descubrir formatos cinematográficos antiguos, como juguetes ópticos del siglo XIX y un valioso conjunto de televisores y cámaras de época. En varias galerías se exhibe lo mejor de una colección de más de 130.000 piezas, que incluye la peluca que Elizabeth Taylor lució en Cleopatra, disfraces de Barrio Sésamo y maquetas utilizadas en cintas como Blade Runner. Se invita a buscar el teatro de temática egipcia oculto en el edificio que acoge proyecciones. Los elementos interactivos,como un folioscopio y una sala de doblaje, revelan la ciencia que hay detrás del arte, mientras que las muestras itinerantes presentan imágenes y vídeos artísticos.

El museo de una leyenda: Louis Armstrong House Museum

Louis Armstrong, el mítico trompetista, se instaló en una modesta casa del barrio de Corona, en Queens, en el momento cúspide de su carrera, y allí vivió hasta su muerte en 1971. Hoy su residencia, convertida el Louis Armstrong House Museum, permite conocer su legado a través de una casa-museo en fabuloso estado de conservación, incluyendo una llamativa cocina retro de color tur­quesa. Los objetos relacionados con la gran figura del jazz nos van introduciendo, a través de audio y comentarios, sobre su vida y su carrera. El flamante y contiguo Louis Armstrong Center guarda grabaciones, fotos, documentos e instrumentos, y programa charlas, conciertos y actuaciones.

Un destino culinario

No nos engañemos. A pesar de sus parques y sus interesantes museos, la gente visita Queens sobre todo por la comida. Aunque los restaurantes más populares están en Manhattan y Brooklyn, esta zona se lleva la palma por la buena cocina internacional. Todo un viaje culinario que nos lleva desde Long Island City y sus establecimientos de kilómetros cero, en As­toria a Little Egypt para probar desde comida griega hasta bagels. Más al este, el barrio de Elmhurst evoca Bangkok con múltiples restaurantes tailandeses, mientras que Roosevelt Ave sobresa­le por la comida callejera latina. La línea 7 del metro termina en Flushing, el barrio chino sin turistas.

Queens acoge un gran número de comunidades de inmi­grantes procedentes de China, India, Latinoamérica, Grecia, Oriente Medio y otros lugares cuyos restaurantes permiten catar sus exquisitas especialidades. Es una buena ocasión para conocer otras cocinas del mundo menos frecuentes en otras ciudades, probando platos como el ema datshi (chiles verdes pi­cantes con queso fundido) butanés de Zhego (en Woodside) o las brochetas de cordero uigures de Nurlan (en Flushing). I Love Paraguay (en Sunnyside) teletransporta a una nación sudamericana poco visitada con chipa so’o (masa de maíz re­llena de carne y queso), mientras que Africana propone un menú inspirado en África occidental que incluye recetas tí­picas de Nigeria, como edikang ikong (estofado con hojas de calabaza) y peppersoup de carne de cabra.

No faltan alternativas menos exóticas para el paladar. Casa Enrique, que hasta hace poco era el único restaurante del distrito galar­donado con una estrella Michelin, sirve comida casera mexi­cana de primera (y el mejor guacamole de la ciudad) a una parada de metro de Manhattan. La comida india del humil­de Adda Indian Canteen de Long Island City no tiene rival, especialmente sus biryanis y curris. En Woodside abundan los restaurantes tailandeses, desde el afamado SriPraPhai, un mítico local para darse un banquete con curris o un buen cangrejo blando bien brito, hasta Zaab Zaab, famoso por su pescado entero relleno de chiles y hierbas.

Astoria, un barrio griego en Nueva York

Astoria acoge a la comunidad griega más numerosa del mundo fuera de su país. Como se puede uno imaginar, el barrio está repleto de pastelerías, restau­rantes y negocios especializados en productos hele­nos, sobre todo en Broadway. Al pasear por el barrio es fácil escuchar música típica de Grecia que sale de ventanas abiertas junto al aroma a souvlaki.

Aunque los griegos llevan más de 60 años creciendo en el barrio, Astoria también acoge a otras comunidades, sobre todo de Oriente Medio y Latinoamérica, así como a jóvenes crea­tivos (el vecindario está de moda entre actores y actrices en ciernes). Esto implica que los establecimientos de toda la vida comparten protagonismo con bares modernos y restauran­tes de una nueva generación de chefs que aportan un toque contemporáneo a la cocina griega tradicional. Para los más golosos, no faltan las pastelerías, con especialidades como los melomakarona (pastelitos con miel y sabor a naranja) y las baklavas.

Y si visitamos Queens en primavera, cada mes de mayo se celebra en Astoria la Fiesta Griega: cuatro días de desfiles carnavalescos acompañados de comida, música y danza helenas.

Sabores del Oriente Próximo en el Pequeño Egipto...

Seguimos en el Mediterráneo en nuestro recorrido por Queens. Ahora llega el turno de viajar a Egipto. Solo tenemos que ver la mezquita rosa que domina la calle Steinway St, entre 30th Ave y Astoria Blvd, para saber que estamos en Little Egypt. Este diminuto rincón de Astoria está lleno de bares de narguilés, pastelerías, tiendas especia­lizadas y buenos restaurantes que pasan inadvertidos. De noche, la calle cobra vida gracias a los ve­cinos atraídos por el humo de las gastronetas y a la cliente­la que abarrota los cafés. Aunque se llame “Pequeño Egipto”, podremos encontrar delicias de todas partes de Oriente Próximo y del norte de África.

...y del sur de Asia en Jackson Heights

Al norte de Roosevelt Ave se extiende Jackson Heights, una zona única en la ciudad por ser el núcleo de la cultura de la India, Pakistán, Bangladés y Nepal, en torno a 74th St. Con el le­gendario supermercado Patel Brothers como referente, esta calle es un verdadero viaje por sus vistosas tiendas de saris, joye­rías, sastrerías, salones de belleza y tiendas de conveniencia. En la pequeña Diversity Plaza destacan sus escaparates, incluidos los de locales minúsculos que venden paan (hoja de betel rellena con una exquisita mezcla de ingredien­tes dulces y salados como coco, dátiles, semillas y especias).

‘Street food’ latino en Roosevelt Ave

Hay una zona de unas 50 manzanas, delimitada por 70th St, 90th St, Roo­sevelt Ave y 34th Ave, que son un auténtico viaje a Latinoamérica con el paladar, aunque en realidad hay comida típica de todos los rincones del mundo.

Cuesta superar la propuesta gastronómica del ejército de gastronetas, carritos y locales de delicatesen se­cretos de Roosevelt Ave. Paseando de 90th St a 103rd St, uno puede sorber champurrado (espesa bebida caliente de cho­colate con maíz), picar cemita (sándwich mexicano) y dejar hueco para un guiso de pescado ecuatoriano: es barato, au­téntico y muy de Queens. Andando por la acera sur se llega­rá al cruce con Forley St, donde el célebre puesto Taco Veloz sirve tacos deliciosos y cemitas excelentes. Algo más al oeste se halla Mariscos El Submarino: al fondo hay un mostrador tras el que los hábiles empleados preparan unos de los mejores cócteles de gambas y aguachiles del planeta; carga­dos de gambas (y/o pulpo) y cubiertos con aguacate troceado, son sabrosos, refrescantes y exquisitos.

Siguiendo por Roosevelt Ave se alcanza Birria-Landia, famoso por sus tacos de birria (carne estofada servida con una salsa). Aún se puede ir al norte hasta 37th Ave para poner fin a este viaje culinario por Latinoamérica con una esponjo­sa arepa rellena de queso de Arepa Lady.

Flushing, la auténtica Chinatown

Pero si Queens tiene fama gastronómica es, sobre todo, porque acoge al verdadero Chinatown de Nueva York, más allá del turístico barrio de Manhattan. El centro de Flushing parece otra ciudad. En este exuberante barrio ha­bitado por inmigrantes de toda Asia se puede pasear por mercados y restaurantes que proponen clásicos populares y desconocidas especialidades regionales de China y otros países. Flushing tiene fama como destino gastronómico, pero también es ideal para familiarizarse con la cultura de la comunidad china más numerosa y genuina de Nueva York.

Lo mejor es comenzar con un buen té oolong en Fang Gour­met Tea, donde también se pueden comprar delicadas tete­ras y accesorios. Al otro lado de Main St, Ebisu Drug Store vende productos de belleza japoneses, tentempiés y artícu­los para el hogar.

Más al sur, en Main St, el centro comercial New World Mall, tiene una zona de restauración en la planta inferior, muy popular, en la que se puede elegir entre más de 30 pues­tos que sirven delicias orientales, desde fideos estirados a mano de Lanzhou hasta barbacoa a la coreana, dumplings cerrados con maestría, sushi, té de burbujas y pho vietnamita. Conviene llegar con apetito y voluntad de probar platos atípicos como sopa de estómago de pescado y fideos de arroz con caracoles de Liuzhou. Quien quiera algo dulce puede hacer cola en Tiger Sugar, cuyo té de burbujas se ha vuelto un fenómeno mundial.

Al salir, si seguimos por Roosevelt Ave hasta Soy Bean Chan Flower Shop, que además de hermosas rosas y fra­gantes peonías tiene un mostrador enfrente que sirve tofu suave y fresco con sirope de jengibre; se puede degustar con calma esta exquisitez calentita en un banco del vecino Bland Playground. Y una manzana más allá, en 39th Ave, se alza el Hyatt Place Hotel: en la 10ª planta en el Leaf Bar & Lounge, muy por encima del estrépito de la calle, podremos relajarnos tomando un cóctel.

Ambiente playero y hípster en Rockaway, paraíso del surf

Surf, restaurantes costeros y kilómetros de playas resplandecientes. Estos son los reclamos de esta zona inmortalizada por la banda Ramones en 1977 con la canción Rockaway Beach. La mayor playa urbana de EE UU —y una de las mejores de Nueva York— está separada de Manhattan por un corto trayecto en el tren A (o en ferri). Menos concurrida que Coney Island y con un aspecto más salvaje (y un agua más limpia), Rockaway es una larga franja de arena con dos centros de actividad.

En el extremo occidental se encuentra Jacob Riis Park, que forma parte de la Gateway National Recreation Area (de 10.500 hectáreas) y atrae, sobre todo, a familias. Al lado están las interesan­tes ruinas verdes de Fort Tilden, desmantelada instalación de artillería costera de la I Guerra Mundial donde se reúnen playeros modernos. En el extremo oriental, a partir de Beach 108th St, se ven muchos hípsters, artistas y restaurantes de kilómetro cero frente a los únicos arenales de la ciudad destinados al surf (de Beach 92nd St hacia el este). En el paseo marítimo, una serie de estructuras de hormigón venden tentempiés como lobs­ter rolls, ceviche y pizza.

Quien desee surfear puede reservar una lección en Station Surf Shop, cerca de la estación de metro de Beach 90th St. The Rockaway Hotel (en Beach 108th St) es una opción excelente para pernoctar y para cenar se puede optar por algo exótico, como el res­taurante uzbeko Uma’s o en el precioso patio de la enote­ca Sayra’s Wine Bar, tomar una copa en Rockaway Beach Surf Club y acabar la noche en Connolly’s, famoso antro que sirve bebidas heladas.

La nota natural en esta zona playera la pone el pantanoso Jamaica Bay Wildlife Refuge, que abarca las aguas al norte de la isla barrera de Rockaway. Es uno de los hábitats húmedos de aves migratorias más importantes del litoral oriental, que atrae más de 325 especies de pájaros en primavera y otoño.

Dos paseos para disfrutar de las vistas

Podemos cambiar del paisaje multicultural para irnos a Malba, a ver las mansiones del barrio de lujo de Queens, con sus jardines perfectamente cuidados y coches de alta gama en la entrada. Dicen que allí viven los políticos, futbolistas, ricos y famosos, pero no es fácil toparse con ellos.

Otras vistas muy diferentes son las que podemos disfrutar paseando por el Gantry Plaza State Park, en la zona alta de la ciudad, desde donde se contemplan unas vistas privilegiadas de Manhattan, con el skyline típico en el se asoman edificios como el Chrysler o el majestuoso Empire State. El parque invita, además, a dar un estupendo paseo junto al East River o a disfrutar de una de las mejores puestas de sol de Nueva York.

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