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UNIVERSOS PARALELOS
Columna
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La maldición de los Ramones

Casi treinta años después de su desaparición, los supervivientes del grupo neoyorquino todavía viven de aquel repertorio

Los Ramones
Dee Dee Ramone, en un concierto con The Ramones en Chicago (Ilinois), en 1977.Paul Natkin (Getty Images)
Diego A. Manrique

Asombroso: en abril Marky Ramone inicia una gira de 26 conciertos por otras tantas ciudades españolas. Ocurre que el antiguo baterista de los Ramones es ya septuagenario y el recorrido se las trae. Aparte, Marky tiene malas pulgas, como demostró durante su famosa visita al programa Carne cruda, entonces en Radio 3.

Los peligros son obvios. Ahí está Legend of a Rock Star, el descarnado libro póstumo de su compinche Dee Dee Ramone: esencialmente, el diario de un zigzagueante recorrido europeo en 2001, 27 actuaciones en 30 días, en formato trío. Como el presupuesto es mínimo, ellos mismos deben cargar y descargar su equipo. La furgoneta en la que viajan no les falla y superan las inspecciones de aduanas sin sustos desagradables. Fuera de eso, las calamidades son constantes: poco descanso, hoteles cutres, clubes de tercera categoría, teloneros que les roban las cervezas del camerino.

Desde la izquierda, Johnny Ramone, Dee Dee Ramone, Joey Ramone y Marky Ramone, en 1980.
Desde la izquierda, Johnny Ramone, Dee Dee Ramone, Joey Ramone y Marky Ramone, en 1980.Foto: Getty

Coinciden además con la alerta por la enfermedad de las vacas locas, por lo que evitan los restaurantes y buscan los McDonald’s, en la creencia de que esos establecimientos reciben carne directamente desde Estados Unidos. Aunque Dee Dee, hijo de militar, pasó la infancia y parte de su adolescencia en Alemania, está convencido de que los europeos odian a todos los estadounidenses, a pesar de la evidencia en contra: le esperan periodistas y responsables de fanzines, le invitan a drogas, se le ofrecen bellas admiradoras. Por su parte, se imagina como vengador, fantaseando actos de violencia y vandalismo.

Dee Dee, conviene recordarlo, fue autor o coautor de muchas de las canciones más celebradas de los Ramones. Con sus experiencias como chapero y yonqui, tenía más calle que el resto del cuarteto. Pero, incluso dentro de una familia tan disfuncional como los Ramones, costaba convivir con él: se marchó en 1989, aunque siguió haciendo labores de compositor. Intentó reinventarse como rapero con el apodo de Dee Dee King, pero tuvo que seguir a la sombra del grupo madre, interpretando Blitzkrieg Bop o Rockaway Beach.

El drama de los Ramones: nunca alcanzaron el nivel de éxito que les correspondía por su enorme influencia. En un negocio como el showbiz estadounidense, que se rige por ventas millonarias y giras por grandes recintos, sencillamente ellos no contaban. Hasta resultaban embarazosos por la fidelidad a su estilo y el mal rollo interno, ejemplarizado por el odio —no se hablaban— entre Joey Ramone, el vocalista, y Johnny Ramone, el guitarrista.

El citado libro refleja esa situación insana. Dee Dee está terminando su accidentada gira europea cuando se entera de la muerte de Joey, tras larga lucha contra un linfoma. Eso no supone que se termine la guerra civil. Al contrario: según Legend of a Rock Star, se envenena aún más cuando ingresan en 2002 en el Rock and Roll of Fame. Marky intenta liar a Dee Dee para tocar en la ceremonia, prescindiendo de Johnny, líder de facto. Como en una pesadilla, Dee Dee recibe llamadas, visitas del mánager del grupo y de otros colaboradores, que llevan años ignorándole: ahora, quieren algo de él.

Y todo puede empeorar. Naufraga la relación con su esposa argentina, Bárbara Zampini. Es ella la que encuentra su cadáver, víctima de una sobredosis de heroína. No era verdad que lo hubiera dejado.

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