Disneyland Hotel: una experiencia mágica no apta para alérgicos al polvo de hadas
El icónico y lujoso alojamiento, situado a las puertas del parque en París, ha reabierto tras un proyecto de cinco años con un nuevo concepto y una atmósfera inspirada en la realeza. La guarida soñada para pequeños príncipes y princesas
En las habitaciones hay albornoces y zapatillas de talla infantil. A diferencia de tantos otros hoteles de lujo, los niños aquí son bienvenidos en el bar, donde los taburetes están a su altura y la carta de mócteles tiene el mismo diseño que la de cócteles. Tampoco están vetados en el spa, en el que ofrecen tratamientos a partir de los seis años. Y existe un Kids Club donde ir a colorear, leer y divertirse y, lo mejor, encontrarse con un personaje de la realeza Disney. “Somos el reino de los príncipes y las princesas, este es el sitio de los niños, no el de sus padres. Es su reino, y lo hemos hecho todo para que así sea”, explica Majbritt Iaconis, directora del Disneyland Hotel, en París. Después de cinco años de trabajos, reabrió sus puertas a finales del mes de enero. Una reforma integral que solo ha conservado su ya icónica fachada de estilo victoriano y tono rosado, esa que al verla muchos sienten escalofríos porque es la entrada a, dicen, “el lugar donde los sueños se hacen realidad”. Si no eres amante de un poco de polvo de hadas, este no es tu lugar.
Este es el primer alojamiento cinco estrellas del mundo dedicado a las historias de la realeza Disney, así que su narrativa está formada por muchas otras historias. Las de Cenicienta, Bella, Aurora, Tiana, Blancanieves, Ariel, Aladdín, Rapunzel, Elsa, Vaiana y Raya. Protagonistas de 11 películas, estrenadas entre 1937 y 2021, cuyas referencias se aprecian de las alfombras al techo. Lo deja bien claro ya el vestíbulo: ambientado en las bibliotecas de los castillos franceses en tonos marfil y oro, lo corona una gran lámpara de cristal que representa el castillo de la Bella Durmiente, una obra de 11 metros de largo y más de una tonelada realizada en la República Checa por un experto en vidriería y cristal de Bohemia.
Por su puesto, hay más, porque si hay un sitio donde el concepto de experiencia inmersiva tiene sentido es aquí: no solo las princesas y los príncipes se pasean por sus pasillos y restaurantes, también lo hacen Mickey y sus amigos; La Troupe Royal canta a coro o se pone a interpretar inesperadamente cuentos; los Story Keepers lideran expediciones privadas para desvelar los secretos de las instalaciones; y existe la experiencia My Royal Dream, donde los pequeños huéspedes se convierten en su personaje favorito gracias al maquillaje, la peluquería, la manicura, los disfraces y accesorios (eso sí, el precio no está incluido en la reserva, y va desde 95 hasta 440 euros por niño). El hotel, cuyo hilo musical, cómo no, es una selección de las bandas sonoras Disney, tiene sus propias fragancias: una de día y otra para la noche, que se pueden comprar en su Royal Collection Boutique, con souvenirs exclusivos.
“Esto no ha sido solo una renovación en la que está involucrado el diseño. El reto ha sido integrar todos los detalles y que la parte técnica no sea muy obvia para el huésped: que parezca magia”, explica Sylvie Massara, quien lleva trabajando en la compañía 30 años. Los magos responsables de las experiencias inmersivas, tanto en los parques como en los hoteles, son los llamados Imagineers, una combinación de las palabras imaginación e ingeniería, pues su trabajo fusiona ambas. Ella ha sido parte del equipo de la decena de personas de Walt Dinsey Imagineering Paris que ha trabajado en este proyecto. Lo han hecho en colaboración con Walt Disney Animation Studios, para que, por ejemplo, la pared de la suite de Frozen sea como la del castillo de Elsa en la película o la chimenea en la suite de la Bella Durmiente sea igual que por la que entra Aurora antes de pincharse con la rueca —por cierto, una habitación en la que se expone un traje que cambia de color de rosa a azul y hay un soldado con armadura que no es que esté mal colocado, es que está durmiendo—. “Mi misión es que los huéspedes se adentren en las historias de este hotel, y crearles una emoción”, resume Massara, para quien en su trabajo es tan importante la habilidad técnica como poder dibujar la magia; “ser como un niño, pero no dibujar como un niño”, bromea durante la conversación en el Fleur de Lys Bar, un entorno tematizado con la flor símbolo de la realeza francesa.
Tardaron dos años en pensar y diseñar el concepto; a ello se sumó un año en seleccionar proveedores europeos y encargarles el trabajo; y, finalmente, dos años más para remodelar el hotel, que tiene 487 habitaciones y suites y se encuentra a muy pocos minutos de estar frente al icónico castillo de Disneyland Paris. ¿Se fijará el huésped que el marco del espejo de la habitación recuerda el cabello dorado de Rapunzel? ¿Qué los tiradores de los armarios son rosas, como la de La Bella y la Bestia? Un detalle que no pasa desapercibido es el espejo mágico: se transforma en la televisión.
“No hay un estilo concreto, es un sitio actual con referencias que sugieren realeza y a la vez algo atemporal. Queremos que los huéspedes se sientan en casa”, lo describe Thomas Muller. Él es escenógrafo de Walt Diseny Imagineering Paris, y no abandona la sonrisa durante la hora que dura su recorrido por el hotel durante su presentación a la prensa europea, a la que estuvo invitada El Viajero. Muller lo conoce al dedillo, pues él ha estado involucrado en todo lo que ha tenido que ver con la integración de las historias en el diseño (“tengo un trabajo muy guay”). Por ejemplo, en la elección de la galería de retratos que cuelgan en el restaurante The Royal Banquet, con una sala dedicada a las familias, otra a los cocineros, otra a los villanos y otra a los caballos (¿qué le habría pasado a Maurice si Philippe no hubiera advertido a Bella?). Ese ha sido su mayor campo de juegos, asegura. Ahora ha pasado a serlo de Mickey, Minnie, Goofy o el Pato Donald, que se pasean por él vestidos con unos trajes de gala exclusivos; uno se levanta más veces para saludarles y hacerse una foto con ellos que para ir al bufet. “Todo ha sido creado específicamente para el hotel, hemos colaborado con Walt Disney Animation Studios y sus archivos para honrar las historias y ser fieles al trabajo de los creadores, con estampados y detalles que se ven tal cual en las películas”. La Table de Lumière es el otro restaurante del hotel, y rinde homenaje al salón de baile de La Bella y La Bestia, que a su vez se inspiró en la galería de los espejos de Versalles. En él se come en compañía de emblemáticas parejas Disney.
“No es solo un hotel de cinco estrellas, de hecho, no me gusta hablar de estrellas. Estamos fuera de ese juego, porque la experiencia que podemos ofrecer es entretenimiento en vivo desde por la mañana hasta por la noche. ¡Dónde más puedes hacer eso! Los padres, además, vuelven a su infancia, todos tenemos recuerdos”, asegura Iaconis, quien lleva tres décadas en el sector hotelero y ha trabajado como manager de operaciones en distinguidos hoteles de la capital francesa, como el Ritz Paris, el Plaza Athénée o el Mandarin Oriental. Ella se incorporó al proyecto hace unos 10 meses, y su primera función fue contratar a los 800 trabajadores del Disneyland Hotel, a los que llaman Cast Members y para los que se han creado 27.777 piezas de vestuario. ¿Qué le llevó a aceptar el puesto? “Fue la primera llamada, escuché algo…”, se emociona Iaconis. Y prosigue: “Escuché emoción en la otra voz. Dije, guay, tengo que ir al siguiente paso. Y luego escuché algo que no había oído nunca, mucha amabilidad… Cada paso fue maravilloso. No fue solo fachada, venía del corazón. Y desde el primer día que empecé, todo el mundo ha estado a mi lado por si necesitaba ayuda, y eso es la primera vez que me ha pasado. Incluso tengo conocidos que me dicen que no me reconocen”, ríe. “Si hoy pudiera empezar mi vida, y fueran 20 años antes, habría empezado a trabajar aquí. Es como un cuento de hadas”.
Un cuento de hadas que, en este caso, tiene un precio digno de reyes y reinas. Una noche en una habitación superior, con dos camas dobles para dos adultos y un niño, cuesta a partir de los 1.100 euros (puede variar según la temporada). Eso sí, incluye entradas a los dos parques para todos los huéspedes (con la ventaja de poder acceder antes de la apertura oficial, Extra Magic Time, lo llaman). Existen camisetas sobre Disney con el lema “El día más caro de la historia”. También las que dicen “El día más feliz”. Aquí, las dos cosas pueden ser ciertas.
Suscríbete aquí a la newsletter de El Viajero y encuentra inspiración para tus próximos viajes en nuestras cuentas de Facebook, X e Instagram.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.