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Lanzarote, un viaje entre mundos en una sola isla

Degustar vinos volcánicos o carnes cocinadas con el calor terrestre, practicar surf, explorar volcanes y maravillarse con atardeceres increíbles. ¿Qué más se puede pedir a un destino? Este es un recorrido de norte a sur por los imprescindibles de la isla canaria

Playa de Papagayo en la isla canaria de Lanzarote
Vista aérea de la playa de Papagayo, en la isla canaria de Lanzarote.Kess16 / Alamy / CORDON PRESS

Descubrir Lanzarote es adentrarse en una narrativa fascinante, como contemplar un lienzo donde César Manrique fusionó su arte con la lava y el mar. Una tierra de contrastes donde tiene cabida el plan más inverosímil, dejando al viajero sin saber dónde dirigir la mirada cuando se asoma por la ventanilla del coche. La primera vez en la isla es natural preguntarse dónde encontrar el alojamiento perfecto y cómo comenzar la aventura. ¿Le atrae la energía del norte para practicar surf y explorar dunas, o prefiere la serenidad del sur y disfrutar del sol en sus playas? ¿O quizás una mezcla de ambos planes, donde cada rincón cuenta una historia diferente? Antes de tomar la decisión, debe saber que hay dos microclimas en esta isla canaria: posiblemente hará viento en el norte y más sol en el sur.

A lo largo del año, Lanzarote se abraza con un clima que crea una sensación de eterna primavera, con una temperatura media de 21 grados. Pero no hay que confiarse, hay que meter en la maleta ropa variada porque puede hacer todas las estaciones en un mismo día: además de que es fundamental no olvidarse de un calzado cómodo, bañador y una chaqueta para las noches más frescas. Un coche de alquiler le proporcionará la libertad necesaria para explorar cada rincón sin limitaciones.

El norte de la isla

Se puede explorar el norte desde el aeropuerto de la isla, conociendo algunos de los lugares fascinantes creados por el genio de César Manrique, como la mansión-museo de Lagomar, los Jameos del Agua (un rincón natural dentro de un túnel volcánico) y el mirador del Río (un balcón con vistas al mar y la isla La Graciosa que quita el aliento). En los años sesenta, el arquitecto, pintor, escultor y artista canario lideró un enfoque sostenible, contribuyendo a que Lanzarote fuera nombrada Reserva de la Biosfera en 1993, fusionando el arte con la naturaleza y dejando una huella imborrable.

La mansión-museo de Lagomar, o la Casa de Omar Sharif, nació de la colaboración entre César Manrique y Jesús Soto.
La mansión-museo de Lagomar, o la Casa de Omar Sharif, nació de la colaboración entre César Manrique y Jesús Soto.

La primera parada de este recorrido es Haría, un pueblo que ha embrujado a algunos viajeros como José Antonio García. En este hermoso valle de palmeras, una idea para hospedarse es en La Casa de los Naranjos, de la que es propietario García. Tropezó con este tesoro de más de 200 años de antigüedad de manera casual durante un viaje y, siguiendo su instinto y tras echar algunos números, compró la propiedad en estado semirruinoso, dejando atrás su vida en Madrid. Con mucho trabajo, ha transformado cada rincón de las ocho habitaciones de esta casa señorial del siglo XIX, impregnándola con un aire romántico de château francés. Ha rehabilitado materiales originales e incorporado mobiliario de anticuario adquirido tanto en Madrid como en sus viajes, logrando la calificación oficial del Gobierno canario como hotel emblemático. En la planta superior, reposa la biblioteca privada de los antiguos dueños, la más antigua de la isla.

La biblioteca de La Casa de los Naranjos, en una imagen proporcionada por el hotel.
La biblioteca de La Casa de los Naranjos, en una imagen proporcionada por el hotel.

¿Qué más planes se pueden hacer en el norte? La antigua vivienda de César Manrique se encuentra a pocos minutos de La Casa de los Naranjos, y es donde el artista encontró serenidad y conexión directa con la naturaleza hasta su fallecimiento en septiembre de 1992, a raíz de un accidente de tráfico.

Los sábados, el mercado de Haría ofrece productos artesanales y agrícolas, lo que permite sumergirse en la vida local. Después, hacia el este, se encuentra Punta Mujeres, un pintoresco pueblo costero con encantadoras casitas blancas que conserva su atractivo tradicional y alberga varias piscinas naturales. Si le gustan los deportes de olas, diríjase hacia el oeste: la zona de Famara es el santuario de los surfistas y se disfrutan atardeceres inolvidables en sus playas. En primera línea de mar, el restaurante El Risco es uno de los más reconocidos donde disfrutar de la cocina kilómetro cero marcadamente canaria.

El pueblo de Punta Mujeres, en Lanzarote.
El pueblo de Punta Mujeres, en Lanzarote.Kess16 / Alamy / CORDON PRESS

Por el centro insular

Dejamos el norte y comenzamos la ruta hacia el sur, descubriendo en el camino lugares asombrosos como el parque nacional de Timanfaya, creado por erupciones volcánicas entre 1720 y 1736. Es una de las visitas más turísticas de Lanzarote, aunque no por ello menos atractiva. Para llegar hasta aquí hay que tomar la carretera LZ-67 hasta la garita de acceso. La entrada se puede adquirir online a través de la web oficial de los Centros de Arte, Cultura y Turismo, la empresa pública que gestiona estos espacios (también otros, como los Jameos del agua y el mirador del Río) o en la propia taquilla.

Dado que el parque está protegido, se conoce en un recorrido en autobús de 30 minutos desde el Islote de Hilario, siguiendo la Ruta de los Volcanes por el epicentro de las erupciones volcánicas. Son sorprendentes las demostraciones de las anomalías térmicas que aún registra esta zona, así como que el restaurante El Diablo, proyecto también de Manrique, utilice el calor de la tierra para cocinar carnes y verduras de manera única. ¿En qué otro lugar se puede probar un bocado así?

Al sur del parque, espera el Charco Verde, un lago que debe su nombre al color del agua. Gracias a su cercanía a Timanfaya su paisaje se tiñe de arena negra.

Varios turistas se toman selfis en el Charco Verde de Lanzarote.
Varios turistas se toman selfis en el Charco Verde de Lanzarote.Barry Mason (Alamy / CORDON PRESS)

Desde aquí, nos dirigimos a La Geria, donde bodegas emblemáticas como El Grifo, Bodega La Geria y Stratvs cultivan viñedos sobre las rocas negras de lava del volcán Timanfaya. Los viñedos se aferran a suelos de cenizas negras, impidiendo cualquier vegetación. Con viento, sol y escasez de lluvias, producir vino aquí parece casi un milagro, así que las vides se protegen con muros de piedra seca para enfrentar el viento y regular la humedad, creando un paisaje casi lunar con un impactante contraste entre el suelo volcánico negro y el verde de las vides.

Las Grietas es otro rincón impresionante que muestra la fractura en la ladera del volcán Montaña Blanca y revela las capas de lava de diversas erupciones que han marcado la historia de la isla.

En el centro de la isla una buena opción para alojarse es el hotel César Lanzarote, antaño hogar de Gumersindo Manrique, padre del artista. Gestionado por Numa Management Group, es un proyecto joven: abrió sus puertas en 2023. Con 20 habitaciones con vistas al mar y los volcanes, está diseñado con un aire algo moderno y con un estilo que captura la esencia de la isla, obra de la talentosa Virginia Nieto. Los tonos verdes, la piedra, los materiales naturales y los nombres de plantas en las habitaciones son una clara declaración de que aquí la naturaleza es la verdadera protagonista. La piscina, con su aspecto de lago, y el gimnasio al aire libre complementan la experiencia, convirtiendo al hotel en un oasis de belleza y serenidad en medio de la árida Lanzarote.

Los viñedos rodean el Hotel César Lanzarote, en una imagen proporcionada por el alojamiento.
Los viñedos rodean el Hotel César Lanzarote, en una imagen proporcionada por el alojamiento.

Las hectáreas de viñedos que rodean el hotel despiertan la curiosidad por quedarse a cenar en su restaurante, César Lanzarote, y probar uno de los vinos que ellos mismos producen, y algunos otros. La carta, asesorada por Juanjo López de La Tasquita de Enfrente, se basa en cocina canaria con toques modernos y una presentación espectacular. Platos como el gofio escaldado, pescado de roca con gofio amasado (un auténtico producto canario) o conejo al salmorejo son algunas de las propuestas, sin olvidar sus deliciosos postres como el cremoso de aguacate con fresas o la pana cotta con miel de palma.

En el sur

Una vez recorridos los rincones imprescindibles del centro de la isla, nos dirigimos al sur, a Punta Papagayo, donde se encuentran varias playas espectaculares, como la playa del Pozo, la propia Papagayo o Playa Mujeres. Si se visita esta zona, es un pecado no quedarse a comer en Be Papagayo: un chiringuito con vistas a la playa donde sirven comida sencilla canaria y arroces que bien podría recordar a un spot ibicenco, salvo que en los arenales que se disfrutan desde su terraza no se ven ni tumbonas ni hamacas.

En Playa Blanca aguarda otro lugar de ensueño: Kamezí Boutique Villas, propiedad de un empresario vasco que ha inmortalizado las iniciales de sus seis hijos en el nombre del hotel. Este refugio blanco, asomado al mar, brinda villas privadas de hasta cinco habitaciones, equipadas con todos los lujos imaginables: barbacoa, jardín y piscina privada. Algunos afortunados eligen extender su estancia aquí por un mes completo, y sinceramente, ¿quién podría culparlos? El desayuno se sirve directamente en la habitación, con pan y bollería recién horneados en su propio obrador. Su área de bienestar cuenta con jacuzzi, sauna y gimnasio, todo con vistas al mar. A ello se suma el restaurante del establecimiento, con un Sol Repsol y una mención en la guía Michelin: Kamezí Deli & Bistro, dirigido por el chef Rubén Cuesta y el sumiller Víctor Manuel Gudiño, ofrece un viaje gastronómico a través de dos menús degustación (uno corto y uno largo).

La piscina del Kamezí Boutique Villas, en Lanzarote, en una imagen proporcionada por el hotel.
La piscina del Kamezí Boutique Villas, en Lanzarote, en una imagen proporcionada por el hotel.

La experiencia comienza con un recorrido por el mercado del restaurante, una de las despensas de joyas vegetales y hortícolas más exquisitas de Lanzarote, anticipando lo que está por venir. La travesía continúa en la Terraza Ocean View, un rincón de blancura casi futurista que rinde homenaje a las cuevas y volcanes de la isla, mientras el comensal se deleita con un cóctel de autor. Es el momento de trasladarse a la mesa, donde comienza un viaje culinario por los paisajes volcánicos, con una cocina de mercado refinada y arraigada en productos locales de proximidad. La carta, con 600 referencias de vino, completa esta experiencia.

Ahora sí, es el momento de volver a casa tras explorar desde el norte hasta el sur la isla, dejando una marca imborrable en la memoria viajera. ¿Es un destino para volver? Eso es seguro. Lanzarote atrapa. Y mucho.

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