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24 horas de surf en Valdoviño, la fábrica de olas gallega

Ubicada en la comarca coruñesa de Ferrolterra e integrada en la Red de Pueblos del Surf, en esta zona esperan 12 escuelas, un singular museo surfero, variadas olas casi todo el año y una atractiva oferta lúdico-gastronómica

Valdoviño
Surfistas en la playa de Pantín, en Valdoviño (A Coruña).ALAMY / CORDON PRESS

La costa noroccidental de A Coruña es un amplio frente abierto al Atlántico de casas desperdigadas donde gana siempre la naturaleza con su potente oleaje; y que tiene como catalizador el deporte de la tabla. Las mismas olas que impidieron la construcción de puertos entre las rías Altas de Ferrol y Cedeira, son actualmente las responsables de que los riders formen parte del paisaje costero de Valdoviño.

“En estos 24 kilómetros de costa, todo un regalo de la naturaleza, no rompe una ola world class [de clase mundial], pero, a cambio, se puede deslizar en magníficas condiciones 350 días al año: pocos lugares del mundo pueden jactarse de ello. El surfista de paso es más factible que se vaya asustado por el tamaño de la ola que aburrido por su falta de consistencia”, asegura Vicente Irisarri, histórico impulsor del surf en Galicia y alma mater del Pantín Classic, el más relevante, por antigüedad y continuidad, de todos los campeonatos de surf que se celebran en España, y que este año se disputará del 24 de agosto al 1 de septiembre.

Valdoviño, integrado en la comarca coruñesa de Ferrolterra, así como en la Red de Pueblos del Surf, ha apostado por este deporte acuático como motor económico, con 12 escuelas de surf (8 de ellas residentes), un singular museo surfero, variados picos relativamente tranquilos (el surf condice mal con la masificación, con lo hortera), así como una oferta lúdico-gastronómica en consonancia.

7.30 El ánade friso en la laguna

Al amanecer, con el sol despuntando, las aves se activan a la hora del desayuno en la laguna litoral de A Frouxeira (1). Se puede aparcar a la altura del Camping A Lagoa para enfilar el paseo de pizarra que bordea este valioso humedal, declarado Zona Ramsar y Zona Zepa, un auténtico hotel de carretera ornitológica que en verano retiene poca agua. Frente al observatorio ornitológico (2) es habitual la presencia del ánade friso, cuyos machos y hembras guardan gran semejanza (en el mundo de los patos, el macho suele vestir de forma más colorista). Aunque es una de las aves más difíciles de detectar, en esta albufera se escucha el mugido del avetoro, elegida Ave del Año 2024 por SEO/Birdlife. A veces alguna nutria se acerca para sorprender al visitante.

9.00 Desayuno con vistas

La Confitería Campeiras (3) propone, aparte del Desayuno Energético —huevos fritos con beicon, café y zumo—, unas no menos contundentes empanadas de tortilla con chorizo o de berberechos, sin olvidar sus queiques (bizcochos) de la casa, empezando por el de yogur. La terraza panorámica en la playa do Río (4), en Meirás, hace del Bar Muramar la mejor opción a la hora de desayunar tostadas con jamón y tomate, o churros de la casa; los fines de semana, hornean cruasanes y napolitanas, siempre con el acento familiar que le caracteriza.

El viajero documentado jamás debería incurrir en el desatino de obviar en Meirás la ermita de O Porto (5), sencilla pero emotiva capilla muy cuidada por los pescadores. Únicamente cuando se está en su presencia queda patente, a causa de un curioso efecto óptico, su falsa naturaleza insular. Otra pista gastronómica: la carnicería Casa Félix (6) ha hecho de la longaniza el mejor souvenir.

La ermita de O Porto, en Meirás.
La ermita de O Porto, en Meirás.Helen Hotson (Alamy / CORDON PRESS)

10.00. Pantín, la onda de los campeones

La llegada a la playa de Pantín (7) conviene realizarla por la bellísima carretera pegada al acantilado, a partir del mirador do Paraño. El descenso representa uno de los mayores placeres. Lo que tiene Pantín de surfera lo tiene de hermosa, incluida dentro de la Red Natura 2000; se percibe un magnífico panorama verdiazul que exige detenerse en el arcén.

Rodearemos la parte trasera de este arenal, recorrido por una pasarela, primero por el sector llamado Marnela, seguido de O Rodo y Ariño, tramo tan propenso a las marejadas del Atlántico que lo han bautizado como “La Factoría de Olas”. Y hay que achacar a la épica rompiente de derecha, llamada El Lomo Verde —pegada al acantilado, no agresiva, polivalente y apta para todos los niveles—, que se dispute en ella, desde 1988, el Pantín Classic, sin que hubiera nunca que suspenderlo por falta de oleaje. A las pruebas se añaden áreas de skate y conciertos. Y no es descartable la presencia de delfines.

El francés Maxime Huscenot, en una de las pruebas del Pantín Classic de 2020.
El francés Maxime Huscenot, en una de las pruebas del Pantín Classic de 2020. José Manuel Álvarez (Quality Sport Images / Getty Images)

Esta es una playa culturalmente cosmopolita, aunque solo sea por el incesante ir y venir de furgonetas de aficionados europeos, en especial suecos y franceses. Aquí se pone de manifiesto su corte transversal e integrador, el llevarse bien, compartir valores, en este remolino de experiencias que es el surf. “Lo espectacular del entorno y la regularidad y constancia de las olas, con cero masificación, y que haya playas en pocos kilómetros a la redonda para todo tipo de vientos y marejadas, me decidió a establecerme aquí”, explica Estitxu Estremo, doble campeona de Europa de surf y de longboard, y copropietaria de la escuela Alawa Surf. Este año inaugura instalaciones a pie de playa con módulos de madera termotratada integrados en el entorno. Las alumnas son mayoría en Alawa, alcanzando el 70%.

En cuanto la marea baja y permite el acceso, los bañistas enterados acuden a bañarse a la cala de Porto Carrizo (8). El bar Aqualón es un clásico surfero de verano. Y un apunte botánico: el límite norte mundial de la distribución de ese tipo de brezo llamado camariñal se encuentra en el camino que corre en paralelo al Rego de Riomaior.

Rebasada Pantín, encontramos la preciosa cala de O Baleo (9), donde son pocos los días en los que se registran buenas olas para la práctica del surf (nunca con mar embravecido), y en la que quedan solo atisbos de su tradición nudista. El siguiente arenal, el de de Vilarrube (10), compensa la escasez de playas familiares en Ferrolterra, toda vez que la seguridad y los largos paseos están garantizados en este arenal de fondo de ría.

Vista panorámica de la cala de O Baleo.
Vista panorámica de la cala de O Baleo.Xurxo Lobato (getty images)

12.00 Un museo con tablas

El surf cuenta con apenas seis décadas de vigencia en Europa, pero aquí ya se ha hecho acreedor de un museo. El Océano Surf Club (11) no solo alentó hace 37 años el Pantin Classic, sino que, desde 2017, hizo lo propio con el Océano Surf Museo (para visitarlo, mejor confirmar el horario en la oficina de turismo; 981 48 76 73). Ya solo el marco es encomiable: la Casa de Cultura diseñada por Manuel Gallego Jorreto, Premio Nacional de Arquitectura. A través de las salas asistimos al origen de esta disciplina que se pierde en la noche de los tiempos; ya en el siglo XIII se practicaba de forma habitual en la Polinesia, en cuyo archipiélago de Hawái (EE UU) adquirió carta de naturaleza. Su impulso definitivo en Europa aconteció en 1956 gracias a que productores y artistas venidos de California aterrizaron con sus tablas en Biarritz (Francia) para el rodaje de la película ¡Fiesta!, de Henry King. De Biarritz saltó pocos años después a Vigo y A Coruña.

Destaca entre los fondos expuestos una de las tablas más representativas elaboradas por el asturiano Félix Cueto, pionero del surf en España, así como la última licra que vistió el malogrado surfer Andy Irons. No puede faltar una sala destinada al desarrollo del Pantín Classic, que ha visto pasar una docena de campeones del mundo. Libros del Océano es la rama editorial del Océano Surf Club, y a través de su web puede adquirirse Otro mar, volúmen en el que Jesús Busto documenta con minuciosidad los orígenes del surf gallego.

Uno de los shaper (elaborador de tablas), con categoría de artesano de Galicia, Vito Fernández (611 08 93 12) tiene en Narón un pequeño taller de producción y reparación, en donde muestra el proceso constructivo de una tabla —en especial lo más llamativo: el trabajo en el corcho— a quien se la encargue. Para surtirse de material surfero, la mejor tienda de comarca se encuentra en Ferrol y se llama Drop in.

13.00 Comida en una casa de labranza

La marisquería de carretera Casa Caneiro (12) lleva desde 1940 preparando berberechos de la ría de Cedeira, amén de almejas, mejillones, navajas y percebes. Después, nos desplazamos, muy cerca, al restaurante O Castro (13), situado desde hace 37 años en una casa de labranza restaurada en la parte trasera de la playa de Pantín. ¿Sugerencias? De bacalao con espinacas y alioli a su plato estrella, el porquiño (cerdito) celta asado. Una alternativa es el restaurante Triböca Estival (14) que Rubén Fernández instala hasta septiembre dentro de la finca de turismo rural Casa de Mordego. Cualquier evento que rodee el acto de comer se celebra en la carpa beduina colocada junto a la gastrofurgoneta: al paté de nécora le sigue el carpaccio de vieira o el bocadillo de chocos en su tinta.

En la playa de A Frouxeira disfrutaremos de las vistas desde la Cervecería y Tapería El Gitano (15), acompañados del pulpo con cachelos y de chocos en salsa.

16.00 En un gran arenal

En la fachada oriental de la punta Frouxeira se acuesta el playón de A Frouxeira (16), uno de los más yodados de Galicia. Sus tres kilómetros se subdividen de acuerdo a la parroquia a la que pertenecen: A Cristina se apoya en la punta Frouxeira; la zona central, de nombre Outeiro, se recorre por una pasarela que bordea las dunas más impactantes; y a mano derecha queda A Frouxeira propiamente dicha, la más expuesta a los elementos, frente al islote de A Percebelleira. Los bañistas suelen arrebujarse (y apelotonarse) en la playa Pequena, rodeada de rocas y bien defendida del viento de noreste, el habitual los días soleados de verano. Punta Frouxeira es un constante estímulo para la mirada, toda vez que el faro adquiere su exacta dimensión de palo de barco velero.

Ambiente en el el playón de A Frouxeira, uno de los más yodados de Galicia.
Ambiente en el el playón de A Frouxeira, uno de los más yodados de Galicia.Amaia Arozena Y Gotzon Iraola (GETTY IMAGES)

Para Iván Manso, propietario de Valdo Surf, por su configuración, el mar entra en A Frouxeira bajo un régimen de olas constantes. “Todos los días se puede practicar; es ideal con viento sur y, en general, con vientos de componente este. Cuando más arrecia el viento, más se desplazan los riders hacia A Cristina”. Valdo Surf también enseña a surcar el mar en pequeñas tablas de bodyboard (la iniciación resulta más sencilla que en el surf), y gestiona las 21 plazas compartidas de Surf & Breakfast, en una casa rehabilitada situada a 200 metros de la orilla.

19.00 De la playa de Campelo al faro

La playa de Campelo (17), en el límite meridional de Valdoviño, se abre a los pies del acantilado y, salvo encalmadas, se desaconseja para el baño por la forma en que el mar se impone de manera avasalladora. La presencia de surfistas es constante a la busca de potentes olas de izquierda y de derecha, dependiendo de la consistencia de los fondos arenosos. La ola de izquierda termina en la corriente junto al farallón Medote Grande. Lo ideal es surfear a media marea.

Una pista (accesible en todoterreno) asciende desde Montefaro a la ruinosa batería de costa, de donde ganaremos la cima del monte Campelo, o Pico da Vela, situada a 239 metros de altitud. El cabo Prior, los acantilados hasta Santa Comba, Valdoviño y la sierra da Capelada destacan en la leve grisura del horizonte. Sobrecogedor.

Según un proyecto firmado por el ingeniero Mariano Navas y el arquitecto Enrique Martínez Tercero, el faro de Punta Frouxeira (18) festejó el pasado junio el 30º aniversario del primer encendido. Su curiosa pared ciega con ventanales (para evitar filtraciones) sorprende en un paraje inolvidable mientras se observa, muy bien abrigado, el girar de la óptica de paneles Fresnel de polímeros plásticos. Hay novedades, según Ignacio Fernández, coordinador farero de la Autoridad Portuaria de Ferrol-San Cibrao: “La sostenibilidad del faro de Punta Frouxeira se sustenta en una bombilla de led de solo 60 vátios, lo que está permitiendo sustituir los grupos electrógenos —grandes emisores de CO2— por una bancada de baterías cargadas permanentemente con paneles fotovoltaicos y un generador eólico”.

Vista aérea del faro de Punta Frouxeira (A Coruña).
Vista aérea del faro de Punta Frouxeira (A Coruña).Agnieszka Glowala (getty images)

Una buena idea es buscar junto a la torre el espacioso túnel que se estira en dos emplazamientos de gigantescos proyectores de luz, convertidos hoy en balcones sobre el rompiente. Quien haya visto la adaptación que de la novela de Ariel Dorfman realizó Roman Polanski en La muerte y la doncella (1994) reconocerá el vértice rocoso en forma de “Y” (asfaltado solo durante el rodaje). La imagen brava acentuaba, y de qué manera, el dramatismo de la película.

20.30 Cena rápida

Cenar pronto para ser testigos de la caída del sol, esa es la consigna que demandan los atardeceres veraniegos en la costa atlántica gallega, rebasadas las diez de la noche. ¿Quién no conoce en Valdoviño la Pizzería Campelo (19)? En este mítico establecimiento inaugurado en 1982 tiene ganada fama su pizza Campelo, compuesta de grelos, beicon, chorizo, lacón y queso del país, la más vendida junto con la Gallega, de chicharrones prensados, y la que incorpora pulpo a feira. Fuera de carta figura la presa de angus uruguayo.

La hamburguesa de carne vacuno 100% —aparte de la vegetariana— es la especialidad del Burger Bus Sunset Station (20). Se trata de un curioso food truck que aprovecha como comedor un autobús de dos pisos originario de Inglaterra, un Leyland Olympian de 1984 estacionado muy cerca de la playa de A Frouxeira. Y una última opción: en Pide y Pika (21) muchos se decantan por su pizza de pulpo.

21.15 Un tótem preside el crepúsculo

La zona este de A Frouxeira reúne una serie de locales afortunados por poder fotografiar la caída del sol por el horizonte marino, otro de los grandes atractivos de las costas coruñesas y pontevedresas. Uno de los locales con mejor vibra es el chiringuito Tótem (22), de aire exótico, consecuencia de los viajes por Asia y México de sus jóvenes propietarios, Bruno Castro y Paula Rodríguez. Delante de la playa Pequena la animación crece enteros conforme se acerca la hora del crepúsculo, en tanto se forman colas para hacerse selfis en su columpio para dos, photocall ya icónico en la comarca de Ferrolterra. Una barra del Tótem cuenta con columpios a modo de asientos, y las mesas son para compartir, tipo merendero, no lejos del tótem de 2,40 metros de altura tallado con motosierra. Si no hay asiento, solo hay que buscar acomodo en los alrededores del chiringuito, en especial los viernes por la tarde, cuando pincha un DJ. La fiesta hawaiana y la celebración del Día de Galicia (25 de julio) suelen ser fechas señaladas en este local.

En el capítulo de fiestas llama la atención el Carnaval de Verano que organiza Piscina Saíña Valdoviño y que hace público con poca antelación, visto su alto poder de convocatoria.

23.00 La última copa

Del Clandestino Beach & Club (23) cabe decir que es uno de los locales mejor ambientados para tomarse una copa junto a la playa de A Frouxeira hasta que el cuerpo aguante (cierra a las 3.00), con un aforo de 420 personas, y cuyo elemento singular son las terrazas compuestas por contenedores marítimos reciclados. Su gran terraza adaptada le permite no cerrar durante todo el año, en tanto los fogones permanecen calientes de 9.30 a 1.30. Los DJ’s llegan los fines de semana. Aparte del bocadillo Brutal, de lomo con beicon y ensalada, su especialidad es el raxo con patatas. Daiquiri, caipiriña y Aperol Spritz completan la oferta líquida.

A dormir

¿Hotel o camping? En esta zona hay opciones para todos los gustos. Casa do Morcego (24) es uno de los turismos rurales coruñeses que nunca falla y que se esmera en la sostenibilidad en sus tres amplias habitaciones dobles, cuánto más en sus dos suites con terraza. En el centro de Valdoviño, cobra protagonismo el hotel A Torre do Lago (25) y, en Meirás, el hotel A Roda (26), a tiro de piedra de la orilla.

Los amantes de acampar todo el año tienen en el camping A Lagoa (27) un sector glamping para parejas integrado por dos tiendas Safari y cuatro tiendas de campaña Sibley. Una parcela del A Lagoa está reservada para la empresa Kampaoh, entre las que destacan cinco modelo Bora, cuya estructura, de dos plantas, está elaborada con láminas de madera.

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