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Dubái es sinónimo de futuro: claves de un destino que busca ser más cultural, peatonal y sostenible

El Museo del Futuro supone un nuevo hito en un lugar acostumbrado a impresionar con su arquitectura. Es otro ejemplo del urbanismo aspiracional que potencia el emirato, hoy también un destino gastronómico

Viaje a Dubai

En el interior del Museo del Futuro de Dubái, una multitud se arremolina en torno a un robot canino, ya educado (mejor dicho, programado) para ejecutar todos los trucos que encantan a los humanos. Se sienta cuando se lo piden y se deja acariciar su metálica cabeza. La ciencia, la tecnología y la innovación ocupan las distintas salas interactivas del edificio, imaginando cómo será el Dubái del provenir, cuando se acerque al siglo XXII. Pero lo que más impresiona de este espacio expositivo, inaugurado con toda intención el 22 de febrero de 2022, una fecha palíndroma que busca atraer a la suerte, es su imposible fisionomía. El edificio tiene forma tórica, a modo de resplandeciente anillo plateado puesto en pie y con un enorme hueco en su espacio central.

Con motivos caligráficos diseñados por el artista emiratí Mattar Bin Lahej, que funcionan como ventanas irregulares, una de las citas que tatúan esta original construcción corresponde al actual gobernante del emirato, el jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum. Dice: “El futuro pertenece a quienes pueden imaginarlo, diseñarlo y ejecutarlo”. Los ocho principios que rigen Dubái, y que pueden verse inscritos en distintos puntos de la capital emiratí, defienden que se trata de un lugar centrado en los negocios, que no discrimina a ninguno de sus habitantes sean musulmanes o no y que se apoya en un poderoso sector privado y en una economía intervenida por su Gobierno. Todo ello para recordar en sus dos últimos puntos que su objetivo es apoyar y alojar al más brillante talento mundial para, en definitiva, construir un lugar próspero para las generaciones venideras. Su condición multicultural no es una pose, sino una evidencia: más del 85% de su población es extranjera. El futuro está en su ADN.

Hay dos lugares que evidencian que Dubái busca ser un lugar cada vez más peatonal, paseable y, por tanto, más habitable, que atraiga a visitantes y también a nuevos residentes. Uno de ellos es Burj Park. Está ubicado en una pequeña isla junto al lago Burj, en el Downtown. A este parque se accede mediante puentes desde tierra firme, está lleno de zonas verdes y agua y desde él se puede ver el gigante arquitectónico del Burj Khalifa y la Fuente de Dubái. Hasta su creación, nadie hubiera imaginado que aquí el día a día incluyera hacer un pícnic o montar en bici (que se puede alquilar en el mismo parque). El otro lugar que busca humanizar el centro es Alserkal Avenue. Se puede pasar un día entero sin hueco para el aburrimiento en este conjunto de almacenes industriales que se han convertido en una sucesión de sofisticadas galerías de arte, tiendas de diseño y del hogar y restaurantes pensados para alimentar el ocio y la cultura de los residentes. Especialmente atractivos son la Efie Gallery y la encantadora sala de cine independiente Cinema Akil, que cuenta con proyecciones subtituladas en inglés.

Arte y sostenibilidad

El nuevo Dubái intenta complementar su condición de epicentro empresarial con cultura y sostenibilidad. Y el Jameel Arts Centre cumple con estos tres preceptos. Es uno de los lugares imprescindibles que visitar. Además de alojar exposiciones gratuitas de arte contemporáneo (en los últimos meses ha mirado hacia la realidad de los creadores palestinos), está rodeado de un parque de esculturas y de jardines que exhiben de forma rotatoria una obra de un artista consagrado, comisionada por este centro de arte con una única condición: que esté creada con materiales reciclados procedentes de otras obras de arte o de exposiciones temporales ya inactivas. Jameel Arts Centre colabora con iconos museísticos como el Metropolitan de Nueva York y el Victoria & Albert londinense, y eso se nota en la mirada cosmopolita que aplica al arte árabe actual.

Si el Museo del Futuro ha supuesto un nuevo hito en un emirato acostumbrado a impresionar con su arquitectura, el Opus, concebido por Zaha Hadid, une dos torres diferentes con un atrio en la base y un puente de tres pisos a 71 metros de altura. El enorme hueco vacío que queda en su estructura cúbica desafía de nuevo las normas de la gravedad.

Aunque la tradición religiosa y las estrictas normas del ramadán han quedado muy diluidas en Dubái en los últimos años, algunas de sus mezquitas son también hitos arquitectónicos. Por ejemplo, la situada en el Centro Financiero Internacional de Dubái (DIFC) es una impresionante estructura que se inspira en la arquitectura islámica tradicional con intrincados elementos de celosía. Al observarla de cerca, se aprecia que está envuelta por perforaciones graduadas que permiten el paso de la luz. Y la mezquita Abdul Rahman Siddik cuenta con una estructura marcadamente moderna y minimalista, que respeta los principios de espiritualidad y oración. El vidrio blanco y azul reluce bajo el sol desde el exterior y su construcción permite que la luz natural se filtre hacia la qibla, la dirección hacia la que se orientan los musulmanes al rezar en dirección a La Meca.

Versatilidad en la gastronomía local

En cuanto a la gastronomía, Dubái ya se ha convertido en una de esas megaurbes en la que encontrar buenas opciones a todos los precios y para todos los momentos del día. Arabian Tea House es una pequeña cadena de restauración con varios locales por toda la capital del emirato. Es un restaurante de carta informal y precios razonables, pero lleno de opciones con las que descubrir algunos de los bocados y bebidas emiratís y árabes más populares. En su carta se encuentran de los conocidos humus y falafel y otros sabores como el mutabal sirio-libanés (puré de berenjena asada con yogur colado y tahín), el labneh (queso cremoso originario de emiratos) y el muy recomendable tanta laham (cordero tierno desmenuzado cocinado con especias emiratíes, servido entre dos capas de arroz blanco y cubierto con cebollas caramelizadas, hojas de cilantro fresco y especias secas). Uno de sus locales, con su característico ambiente de amable salón de té veraniego, se encuentra al lado del yacimiento arqueológico de Jumeirah, que muestra Dubái durante el período abasí, del siglo X.

También está basado en la comida casera y tradicional Bait Maryam, restaurante nombrado como la madre de su creador. Su cocina mira al árabe levantino, como Siria, Jordania, Palestina y Líbano. Situado junto al lago que acompaña al hipertecnológico rascacielos Almas Tower, se agradece su ambiente de tasca y celebración y su deliciosa carta. En ella, hay todo tipo de fatet (trozos de pan tostado combinados con cordero, o con pollo, o con berenjena…) y también tibeh (carne molida con bulgur y especias). Y el postre imprescindible del lugar son los rollos de kunafa (el ingrediente que ha hecho irresistible al chocolate de Dubái), relleno de ese delicioso lácteo local llamado ashta y coronado con pistacho picado.

Algo más caro y sofisticado, pero con gastronomía autóctona, es Gerbou. Aunque ligeramente alejado del centro, merece la pena acercarse a este local que despliega la hospitalidad emiratí. Su nombre, de hecho, hace referencia a la expresión “bienvenido a mi humilde morada”, aunque este lugar está lleno de clase sin abandonar su carácter local. Entre sus bocados especiales, destacan un dip de tahin negro y crackers de champiñones, salona vegetal (estofado de tomate) y hojas de curri y arroz. Además, una parte de su carta está adaptada a los niños.

Y Zenon garantiza una velada especial que no se puede encontrar en ninguna otra ciudad del mundo. Es el primer restaurante decorado por la Inteligencia Artificial que combina sabores mediterráneos y árabes con un menú de calidad exquisita. Los mosaicos y murales creados por máquinas que decoran las paredes están inspirados principalmente en la mitología griega y van mutando a lo largo de la noche, ya que unos sensores captan el movimiento de los comensales y se dejan influir por ese flujo humano.

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Sobre la firma

Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, creador del blog 'Doc&Roll'. XV Premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Antes de llegar a El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.
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