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De México a Namibia: 12 destinos internacionales para vivir una aventura este año

Europa tiene muchísimos destinos fascinantes, pero el resto de continentes también están plagados de lugares que merece mucho la pena visitar. Practicar kitesurf en las Bahamas o montar en bici entre volcanes y playas de Samoa son algunas de las exóticas propuestas para este 2024

Destinos internacionales
Tanque de agua en la ciudad de Jaipur (India).Bruno Morandi (GETTY IMAGES)

Darse un baño purificante en México, caminar por la ciudad blanca de Sucre, ascender a la cima de un volcán en Java, ir en bici por la isla samoana de Savai’i, observar los petroglifos de twtfelfontein en Namibia, y más experiencias en América, Asia, Oceanía y África que demuestran que el mundo es fascinante.

Ecuador, un país que no se acaba

El país socio de Fitur de 2024 atraviesa un momento muy delicado —el presidente Daniel Noboa decretó este mes de enero el estado de excepción ante la grave crisis de seguridad—, así que, es recomendable esperar un tiempo antes de descubrir lo mucho que tiene para ofrecer al viajero. Desde el parque nacional de Cotopaxi, donde se encuentra el volcán de igual nombre y a cuya cima se puede subir si se tiene la fuerza suficiente, hasta las ruinas incaicas de Ingapirca, pasando por el centro histórico colonial de Quito —patrimonio cultural de la Unesco—, y sus 1.600 kilómetros de playas doradas y manglares. Y no podemos olvidarnos de las islas Galápagos, que impresionaron de tal modo a Charles Darwin que fue a partir de ese viaje cuando comenzó a idear su teoría de la evolución. Los turistas españoles ya han tomado nota desde hace tiempo: han mantenido una presencia firme con casi 75.000 visitantes anuales hasta 2023.

Una llama en el parque nacional Cotopaxi (Ecuador).
Una llama en el parque nacional Cotopaxi (Ecuador).Hemis (Alamy / CORDON PRESS)

México, sorpresas prehispánicas

Solemos asociar la tradición del baño de vapor depurativo con los hamames turcos o marroquíes, y no tanto con la cultura precolombina mexicana. Por eso, uno se lleva una grata sorpresa al conocer el ritual del temazcal, un baño purificante que data de la época prehispánica y que se sigue practicando en México. Su nombre procede del náhuatl temazcalli, que significa “casa de sudor”. El temazcal era una actividad grupal espiritual que en su día se consideraba una especie de entrada al más allá. Sus fines siempre fueron curativos: de hecho, hoy se siguen empleando plantas medicinales durante el ritual del baño. El lugar en el que se practica es una pequeña cueva de piedra o adobe, y para llevar a cabo la ceremonia hay expertos que ayudan a sacar el mayor provecho y disfrute de ella. En el Estado de Morelos, en ciudades como Amatlán y Cuernavaca, abundan los temazcales. Uno de ellos se encuentra en el hotel Buena Vibra de Tepoztlán, un enclave que forma parte de los llamados pueblos mágicos mexicanos.

Tras el acuerdo de colaboración entre Ifema Madrid y ASETUR (Asociación de Secretarios de Turismo de México) y la Secretaría de Turismo del Gobierno de México, el pasado jueves se anunció que México será el país socio de Fitur 2025.

Bahamas, kitesurf y pastel de ron

Pensar en las islas Bahamas lleva de inmediato imaginar un destino vacacional para celebridades que, a bordo de sus yates, huyen en vano de los paparazi. Pero, sin duda alguna, este grupo insular caribeño con 30 islas habitadas es mucho más que eso, y por esa razón hay que dejarse sorprender por sus atractivos. Para abrir boca se puede visitar Cat Island, una de las más tranquilas del archipiélago, donde se encuentra el punto más alto de las Bahamas, aunque tan solo alcanza los 63 metros de altura. Es el monte Alvernia, con su monasterio de estilo medieval llamado The Hermitage. Quienes practiquen kitesurf encontrarán allí el destino perfecto, pero también los que quieran caminar por senderos naturales o disfrutar de una playa de 13 kilómetros de arena clara.

El viaje puede seguir por la pequeña isla llamada Little Exuma, donde se pueden probar delicias locales como el pastel de ron de Mommy’s Bakery, con una receta que pasó de madre a hija, o la langosta asada de Santannas, un negocio familiar implantado allí durante décadas. Para los paladares más valientes, el Club Arawak, regentado por la infatigable Cassandra, presume de servir los mejores buñuelos de caracol del país.

Bolivia, Sucre con sabor a ají

Sucre no solamente es patrimonio de la Unesco desde 2013, sino que este año, además, ha sido designada como la Capital Iberoamericana de la Cultura. La llaman “la ciudad blanca” por sus muchos edificios luminosos de estilo colonial. Fundada en el año 1538, su historia es larga y se deja ver por todas partes: allí está la primera sede de la Universidad de Chuquisaca, de las más antiguas de América Latina, fundada a principios del siglo XVII, así como el monasterio de La Recoleta, hoy visitable y desde el cual se tienen unas estupendas vistas, pues el convento se localiza en las faldas del cerro Churuquella. Pero no todo es piedra y antigüedad en esta ciudad boliviana: su cultura está más viva que nunca, y parte de ella es indudablemente la gastronomía, que mantiene tradiciones como la de los establecimientos populares conocidos como picanterías. Allí se sirven multitud de platos con ají, como el picante de pollo la ranga ranga, el soltero o el menudito. En muchas de estas picanterías, como Doña Irma o Doña Natty, sus fundadoras siguen cocinando.

San Felipe Neri, en Sucre (Bolivia).
San Felipe Neri, en Sucre (Bolivia).Julian Peters (Alamy / CORDON PRESS)

Asimismo, Sucre ha sabido darle nuevos usos a sus lugares sagrados o industriales, así que en la bóveda de un templo como el de San Lázaro nos toparemos con bonitos cafés como El Aljibe. Y si se puede hacer coincidir elviaje con el día de Todos los Santos la experiencia será todavía más inolvidable, pues sus celebraciones no tienen nada que envidiar a las de México. En ellas probaremos delicias como los panes ornamentados, chicha de maíz y licor de dátiles, entre otros alimentos preparados en honor a los ancestros.

Indonesia: dragones, volcanes y templos

Asumámoslo: llegar a conocer las 17.000 islas que componen Indonesia es imposible, pero al asomarnos a algunas de ellas, como Bali, Java y Komodo, entenderemos mejor este archipiélago fascinante. Sus playas, fondos marinos, fauna, templos y volcanes son solo algunos de sus incontables encantos.

La ruta que propone Ámbar Viajes lleva a caminar por el arrozal más cuidado de Bali, en Jatiluwih, a visitar templos como el de Tirta Empul, con su manantial de aguas sagradas, y a vivir momentos de gran dinamismo como el descenso rápido de los 14 kilómetros del río Telaga Waja, siempre con un guía especialista para evitar riesgos. Ya en Java podremos ascender por el volcán Ijen, en el oeste de la isla. Como premio al esfuerzo, un lago turquesa recibe en lo alto: su color procede del azufre que prima en él. Como colofón espera la isla de Komodo, a la que se llega tras visitar una playa de arena rosada llamada, coherentemente, Pink Beach. En esta isla nos saludarán sus búfalos salvajes, ciervos y aves tropicales y, cómo no, los famosos dragones de Komodo, que, con sus más de 300 kilos, son los lagartos más pesados de la Tierra y solamente se pueden ver en esta zona de Indonesia.

India, tierra de colores

La India es tan grande e incluye tantos mundos que hay que aceptar visitarla a sorbitos. Para llevarse una impresión excepcional de este país, sin duda el Estado de Rajastán es una excelente puerta de entrada, por su larga historia de príncipes —los famosos maharajás— y sus hitos arquitectónicos. Ciudades como Jaipur, Jodhpur o Udaipur, conocida como la Venecia del Este por sus numerosos lagos, dejan maravillado a cualquiera que las visita.

En Jaipur, la capital del Estado, conocida como la ciudad rosa por el color de su arquitectura, las paradas obligadas son el Fuerte Amber, del siglo XVI, y Hawa Mahal (palacio de los vientos). Para no ser menos, la soleada Jodhpur, que destaca por sus fachadas azules, también tiene un imponente fuerte: el de Mehrangarh, situado en un monte que permite ver una panorámica increíble.

Bután, en las cimas de la felicidad

Existe un pequeño país situado entre la India y el Tíbet que mide su bienestar no en estadísticas económicas como el PIB, sino en el índice de felicidad de su población, llamado IFNB. Hablamos de Bután, al que se conoce como el país más feliz del mundo.

Voluntariamente alejado del mercado turístico, visitarlo requiere, sí o sí, ponerse en manos de agencias especializadas como Bhutan Rila o Tarannà. Ambas cuidarán tanto de los viajeros como de la sostenibilidad de este país situado en las laderas del Himalaya, donde abundan los templos budistas como el de Taktsang (Nido del Tigre), encastrado en las montañas, los paisajes naturales como el valle de Phobjikha, donde vuelan las afamadas grullas de cuello negro, y los festivales tradicionales como el Punakha Tshechu, que incluye máscaras, danzas y celebraciones en honor a Guru Rimpoche, el santo que trajo el budismo al país. Y, por supuesto, no falta una comida tradicional especiada y deliciosa, con platos como el ema datshi,que combina el sabor del queso de yak con el de los chiles verdes.

Samoa, en bici entre volcanes y playas

De las 10 islas que componen Samoa, las dos mayores, Upolu y Savai’i, destacan por su oferta turística única, alejada de los circuitos habituales. Ante las cataratas, las cuevas y los paisajes volcánicos de Savai’i, llamada “el alma de Samoa”, uno se queda sin habla, y más aún ante los espiráculos de Alofaaga, una especie de géiseres marinos de los que brota agua a presión en un espectáculo sorprendente. Y si navegamos hasta Apia, la capital de Upolu, comprobaremos que allí la vida transcurre a la velocidad perfecta: el plan es recorrerla a pie, en bicicleta o en sus autobuses coloridos, haciendo paradas en sus mercados de frutas y pescado como el de Fugalei, donde los lugareños venden los productos que cultivan o pescan. Por algo el escritor Robert Louis Stevenson pasó allí los últimos años de su vida: la casa-museo que lleva su nombre da fe de ello.

Alofaaga, en Savai'i (Samoa).
Alofaaga, en Savai'i (Samoa). Michael Runkel (GETTY IMAGES)

Australia, Polinesia 100%

¿Por dónde empezar a visitar un país que lo tiene todo? En Australia, tanto para viajeros novatos como para reincidentes, las islas de Tiwi (Bathurst y Melville) son la elección perfecta. A ellas se llega desde la ciudad de Darwin, al norte del país, donde el mar de Arafura se une al mar de Timor. Sus encantos aseguran unas vacaciones totalmente especiales, pues allí uno puede pescar, bañarse en sus piscinas naturales y conocer los rituales y las artes y costumbres de los aborígenes —el 90% de sus habitantes lo son—. Y, cómo no, animarse a jugar al fútbol australiano o Aussie Rules, muy popular en ambas islas.

Argelia, arqueología junto al mar

Los tentáculos del imperio romano se extendieron por todo el Mediterráneo, así que los países que lo rodean siguen presumiendo de ruinas milenarias. Uno de ellos es Argelia, un destino ideal para quienes huyen de las multitudes. Tiene paisajes impresionantes, como el cañón de Ghoufi, y cuenta con monumentos y sitios arqueológicos patrimonio mundial, como los de Djémila y Timgad.

Namibia, dunas y trazos milenarios

El arenal de Namib es el único desierto costero del mundo, y con su espectacular paisaje de dunas es normal que sea patrimonio de la Unesco desde 2013. Forma parte del parque natural Namib-Naukluft, y es un ejemplo extraordinario de belleza natural. Otro hito patrimonial de este país africano son los petroglifos de Twyfelfontein, que representan rinocerontes, elefantes y jirafas, y fueron tallados hace más de 6.000 años.

Grabado en Twyfelfontein (Namibia).
Grabado en Twyfelfontein (Namibia).Ramon Portelli (Getty Images)

Tanzania, la vida en comunidad

Asociamos las aventuras al riesgo, pero existen otras muy gratificantes que implican aprender cómo viven otras personas. La agencia Big Life Safari organiza viajes a comunidades tanzanas como las de Mamba y Marangu, en las faldas del monte Meru. Allí, además de apicultura, plantaciones de café y plátanos, hay mucho que aprender de la vida en comunidad. En sus tours se conoce al grupo local de mujeres, además de tostar café y elaborar queso artesanal.

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