Bramidos de otoño en Monfragüe
La berrea de los ciervos anuncia una de las mejores épocas para visitar el parque nacional extremeño, donde hasta mediados de octubre los herbívoros son los protagonistas
Una de las señales que nos avisan de que el otoño ha llegado al parque nacional de Monfragüe es la berrea, el bramido de los ciervos en celo. Podemos oírla desde principios o mediados de septiembre y hasta mediados de octubre. Impresiona contemplar —casi sin necesidad de prismáticos— a los ciervos que salen en el ocaso para luchar por ver quién se gana el derecho a perpetuar la especie. Es un buen momento además para conocer esta reserva de la biosfera —reconocida así por la Unesco en 2003—, uno de los bosques mediterráneos más extensos, mejor conservados y con más biodiversidad. Monfragüe, situado en el centro de la provincia extremeña de Cáceres, también es un destino perfecto para los amantes de las aves, con decenas de especies singulares, entre ellas, el buitre negro, el águila imperial o la cigüeña negra.
Por más que se visite este parque, cada vez devuelve una mirada diferente. En el declinar del verano el agua del Tajo y el Tiétar, los ríos que lo atraviesan y donde confluyen, adquieren un tono azulado verdoso. El ecosistema del parque (de casi 18.400 hectáreas) y de su zona periférica de protección (unas 114.000 hectáreas) está adaptado a los rigores del estío y la vida de sus habitantes (hay más de 200 especies de vertebrados) parece agazapada a la espera de las primeras lluvias. Pero a partir del 15 de septiembre la berrea del ciervo es la señal de que todo va a cambiar, de que comienza la transición al otoño y el parque recobra su pulso.
“Pasamos del triste verano, triste por la latencia en que se encuentran las plantas por falta de agua, a la llegada de la vida, al verdor en las dehesas. Son fechas en las que el ambiente general cambia totalmente. Se pasa a una época muy placentera. Son meses en los que empiezan a enrojecer los madroños y caen las primeras bellotas, que buscan todos los herbívoros, y llegan las primeras grullas que llenan con sus sonidos guturales las sierras de Monfragüe, asentándose en las inmediaciones del parque unas 4.000 cada año”, cuenta Ángel Rodríguez, director del parque nacional.
Lucha de cuernos
Aunque la berrea está condicionada a la llegada de las lluvias y puede adelantarse a agosto, es en la segunda quincena de septiembre cuando se concentra esta llamada de los ciervos machos. “El ciervo es un animal polígamo y cada macho trata de reunir el mayor número posible de hembras para su reproducción. En este intento es cuando lanza sonoros berridos para atraer a las ciervas y para avisar a sus congéneres de que en ese harén él manda”, explica Rodríguez.
La gestación dura nueve meses y es muy importante para la especie que los nacimientos se produzcan en primavera, la época de más comida en el ecosistema mediterráneo, y llegar así ya desarrollados al verano, la estación más pobre en alimento. De modo que, aunque no llueva, en la segunda semana de septiembre los ciervos berrean sí o sí para que los cervatillos nazcan en primavera, el otro gran momento para visitar el parque.
En la zona de influencia de Monfragüe habitan unos 10.000 ciervos. Dado que no existen vallas que separen el parque del resto, los animales entran y salen a su antojo, de ahí que sea muy fácil su observación. Los machos, a diferencia de las hembras, tienen una enorme cornamenta con la que se enfrentan a sus adversarios. El bramido de los ciervos y la lucha de cuernos casi puede oírse desde cualquier rincón del parque. Es recomendable llevar unos prismáticos, pero no hace falta que sean de gran resolución puesto que los ciervos son animales muy grandes.
Para evitar aglomeraciones, que las hay, es aconsejable caminar un poco después de aparcar el coche en alguno de los lugares habilitados en las carreteras que bordean el parque, como en la que va de Plasencia a Trujillo o en el desvío que sale de esta vía hacia el salto de Torrejón, donde se encuentra el embalse del Tiétar. La primera opción, desde Villarreal de San Carlos, nos lleva a algunos de los lugares más singulares del parque, como el salto del Gitano. En el farallón que hay al otro lado del Tajo pueden verse los buitres leonados. En la carretera que va hacia el embalse de Torrejón hay varios miradores desde los que se puede observar una pareja de alimoches.
Dado que el mejor momento para disfrutar de la berrea es en el atardecer, se puede aprovechar el resto del día para hacer alguna de las rutas a pie que recorren Monfragüe o alargar la noche para observar la Vía Láctea y las constelaciones de Sagitario, Perseo, Cisne o Cefeo (Monfragüe se convirtió en 2017 en el primer destino turístico Starlight de Extremadura). Los recorridos son de dificultad media o baja, incluso hay alguna parte habilitada para personas con movilidad reducida. La ruta más completa es la que va desde Villarreal de San Carlos al castillo de Monfragüe (unos 10 kilómetros), uno de los mejores observatorios del parque y desde donde casi se pueden rozar los buitres leonados. Y, con un poco de suerte, ver buitres negros y águilas imperiales.
Excursiones
- Centro de visitantes. Villarreal de San Carlos es la única localidad dentro del parque nacional de Monfragüe, donde está el centro de visitantes (927 19 91 34) y punto de salida de varias rutas.
- Senderismo. Hay tres rutas señalizadas: el itinerario Rojo son 16 kilómetros, ida y vuelta, hasta el castillo de Monfragüe (dificultad: media); el Amarillo, 9,1 kilómetros hasta La Tajadilla (baja), y el Verde, 7,5 kilómetros hasta Cerro Gimio (baja). Existen otros cuatro que se pueden hacer también en bici o a caballo, pero exigen autorización (reservasparquesnacionales.es).
- Con guía. Varias empresas realizan excursiones, observación de pájaros o itinerarios en 4×4. Algunas de ellas son En Ruta (rutaspormonfrague.com), Monfragüe Natural Ecoturismo (monfraguenatural.com) y Monfragüe Vivo (monfraguevivo.com).
- En coche. Existen dos recorridos por asfalto: de Villarreal al castillo de Monfragüe (paso por los miradores del salto del Gitano y el del puente del Cardenal) y de Villarreal a la Portilla del Tiétar (miradores La Tajadilla, La Báscula, La Higuerilla o la Portilla del Tiétar).
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