Mariachi en Buenos Aires
Con su proyecto Mariachi in Transit, el periodista Karim Hauser ha visitado más de 25 países
El principal interés de este periodista mexicano es el encuentro entre culturas. Trabaja en la Casa Árabe de Madrid y ha vivido en Londres y El Cairo. Con su proyecto Mariachi in Transit, Karim Hauser ha visitado más de 25 países.
¿Cuándo comenzó sus apariciones?
En 2014. Curiosamente, en Ciudad de México. Aunque mi idea es descontextualizar al mariachi, comencé en su lugar de origen, pero fuera de su hábitat: en zonas de oficinas, con ejecutivos alrededor. Lo primero que me preguntó el taxista es “¿dónde es la fiesta?”, porque creía que iba a cantar.
¿Cuántos trajes de mariachi lleva en la maleta?
El primero lo compré en un mercado callejero de México. Luego me hice uno a medida, con su sombrero. El otro tenía límites, se me rompió enseguida. Pero no lo tiré: lo adapté para el verano, con pantalones cortos. Lo usé en unas fiestas del Orgullo en Madrid.
¿Su anécdota favorita?
La que me dio pie al concepto “diplomacia del sombrero”. En Qatar, mi fotógrafo improvisado era un iraní y yo pensaba saludar a un grupo de saudíes con mi traje de mariachi. Él me hizo ver que no podría, porque los iraníes y los saudíes no se llevan nada bien. “¿Y si te pones el sombrero?”, le sugerí. Lo hizo y sirvió para crear un contexto diferente, más lúdico. Mi traje puede crear una plataforma de acercamiento gracias a esta descontextualización.
¿Alguna peripecia de cómic?
En Buenos Aires había un borracho durmiendo, se despertó, me miró incrédulo y tarareó la canción El rey, muy famosa en el mundo mariachi: “Yo sé bien que estoy afuera”. Yo respondí con otro verso de la misma canción: “… pero el día en que yo me muera”. La gente que pasaba por ahí miraba encantada y se paró a escucharnos. Fue una de las escenas más bonitas.
¿Dónde visualiza a su mariachi en el futuro?
Mi sueño es ir a India y sumarme a una coreografía de Bollywood. Me gusta intervenir en el mundo de otros: entrando en una quesería en Holanda, lustrándome las botas en la calle en Santiago de Chile…
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