Colombia, el país de los mil ritmos
Con tantas regiones como músicas, la nación andina presume de su sabrosura, ‘un algo’ que solo se explica si se vive
Cultura, gastronomía, historia, naturaleza, color, café y vida rebosante ahora que el país respira paz. Y música, mucha música. Eso es Colombia, una tierra en la que bullen más de 1.000 ritmos diferentes enclavados en unos 150 géneros. ¿Existe algún punto en común ante tal diversidad? Sí: ese algo llamado sabrosura, un espíritu difícil de explicar que impregna los sonidos de la nación y enorgullece a sus habitantes. Y que descubre un territorio por explorar al visitante, que ha de llegar con el oído abierto y el corazón despejado. Así podrá disfrutar de los tambores, violines, marimbas y gaitas que dibujan sus regiones, y experimentará el compás de la cumbia, la salsa y el vallenato, un legado cultural que contiene estilos y elementos declarados patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Unesco.
Todas estas cualidades son las que intenta transmitir la canción Sabrosura, compuesta e interpretada por seis artistas locales para la campaña turística Colombia, tierra de la sabrosura. Son Sebastián Yatra, Piso 21, Maia, Martina La Peligrosa, Herencia De Timbiquí y Alexis Play. Representan un mosaico de estilos melódicos con vocación de unión: "La comunión del colombiano con la música invita a estar juntos, a celebrar, a rendir homenaje. Por eso decidimos pasar de contar a cantarle al mundo lo que es Colombia", expresó Felipe Jaramillo, presidente de ProColombia, la organización que promociona la inversión extranjera, las exportaciones y el turismo, en el lanzamiento de la campaña. El presidente de la república, Juan Manuel Santos, apoyó la idea: "Queremos que se identifique nuestro país internacionalmente por el ritmo".
El recorrido puede iniciarse en Cartagena, ciudad cultural donde las haya (aquí se celebra el Hay Festival y el Festival Internacional de Música Clásica) y de bella arquitectura. Aquí suenan Mr Black Presidente y Kevin Florez, entre otros, dos de los artistas que aparecen en las listas por regiones confeccionadas por la agencia de turismo nacional (se pueden escuchar aquí en Spotify). Propia de Cartagena es también la champeta, una variante que bebe de la música africana y que algunos grupos adoptaron a principios de los ochenta. Champeta significa cuchillo para quitar las escamas. "Es un género que busca escamar, valga la redundancia, la tristeza y la amargura del alma mediante sonidos alegres", afirma Dilson Cabarcas, voz de la agrupación Tribu Baharú, un conjunto que practica este estilo, en una entrevista para ProColombia. En Cartagena, además de canciones, podemos paladear también una buena carne en posta y arroz con coco, el plato típico de la zona.
Playas blancas, aguas que son como un espejo, corales refulgentes y reggae esperan al viajero en la isla de San Andrés, un enclave relajado que flota en el Caribe frente a la costa nicaragüense. Artistas como Elkin Robinson, Caribbean New Style o El Caribefunk mezclan reggae con corrientes africanas como el mento y el calipso, y lo aderezan con arreglos de mandolinas y maracas. En la isla también se escucha hablar creole, el idioma criollo del lugar. Aquí tiene lugar el Green Moon Festival (próximo abril), encuentro que ensalza el mestizaje musical y racial y celebra los orígenes diversos de sus pobladores. En San Andrés cabe hasta un mar de siete colores, la parada turística estrella.
Checo Acosta, Shakira y Toto La Momposina traen el aroma y la exuberancia de Barranquilla, quizá una de las localidades de espíritu más característico. Entre los días 10 y 13 del próximo mes de febrero Barranquilla se moviliza con la llegada del Carnaval. Declarado patrimonio de la humanidad, por esta fiesta pasan más de un millón de personas al año. Entonces, durante los festejos, no deja de sonar la cumbia, una música originaria de la época colonial española que combina influencias indígenas, hispanas y africanas y que es un símbolo colombiano en el mundo. Al son del folclore, el Cumbiódromo y la Calle 17, dos de los puntos neurálgicos de la ciudad, se inundan de disfraces, danzas y emoción, haciendo del Carnaval un encuentro multitudinario al que merece la pena acudir. Pero la llamada puerta de oro de Colombia ofrece más cosas: La Troja, un local emblemático donde bailar y escuchar salsa, el festival Barranquijazz, que se celebra en septiembre o La Cueva, el lugar que sirvió a García Márquez de caldo de cultivo para Cien años de soledad y su imaginario literario.
Aquí no acaba el camino. Hay mucha más música en Colombia: quedan las parrandas vallenatas caribeñas, la escena alternativa de Medellín y Bogotá, los populares hits de artistas como Juanes, Piso 21, Bomba Estéreo, Fonseca, Martina La Peligrosa o Andrés Cepeda, los cantos llaneros, los bailes del Pacífico del sur... Una constelación de ritmos y paisajes en el que aún cabe la sorpresa. Suma de colores, de sabores y mixturas/¡Colombia! Sinónimo de pura sabrosura, dice la canción. Difícil imaginar un viaje más apetitoso.
Esta noticia, patrocinada por ProColombia, ha sido elaborada por un colaborador de EL PAÍS.
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