O Camiño do Inglés, productos gallegos, precios ajustados y mucha pasión

Sin desmarcarse de su estilo, el cocinero Daniel López y su recoleto restaurante inaugurado en 2010 han acumulado durante el año en curso diversos reconocimientos. En la edición de 2017, la Guía Michelin le otorgaba el sello Bib Gourmand por el mérito de elaborar una cocina de calidad a menos de 35 euros; el pasado mes de enero, López, de 32 años, era nominado candidato a cocinero revelación en el congreso Madrid Fusión, mientras que en el Salón de Gourmets de este mismo año se alzaba como ganador del Campeonato de España de Tapas.

A diario, el mercado de abastos de Ferrol le sirve de inspiración para improvisar recetas del último minuto. Raciones para compartir que se inspiran en la cocina tradicional gallega, pero que se abren a otros horizontes. Informalidad y desparpajo son sus principales armas; la pizarra que exhibe en el comedor, el escaparate donde reseña sus creaciones con una pasión contagiosa.

Recetas montadas con productos gallegos, de precios asequibles, que ayudan a mantener la amabilidad de sus facturas. No debe sorprender la profusión de platos con pescados crudos, cortados con técnicas japonesas. “Son un recurso frente a nuestra falta de espacio en la cocina”, afirma. Resultan muy finos los filetes de sargo crudo aliñados en frío con ajada gallega; delicioso el pez sanmartiño con el mismo corte bañado con adobo andaluz, y agradable el bonito crudo en tacos sobre salmorejo y pimientos verdes escabechados.

Ni es una cocina convencional, ni sus propuestas son previsibles. Tampoco agradan de la misma manera. La decepción acecha en la ensaladilla de pollo, poco acertada, que complementa con erizos de mar, fuera de temporada. Sobre la idea de la zorza gallega, con cerdo picado y adobado, compone una versión marina con jurel crudo en tacos con patatas, pimientos y huevos. En la pizza con sardinas resultan mucho mejor los lomos del pescado que la base sobre la que se presentan. Son de gusto muy francés los lomos de salmonete al estragón, e impecable de punto la yodada merluza con pilpil de algas. Al final, no convence el bogavante a la carbonara, donde el crustáceo se desdibuja entre la pasta.

Los postres, caseros (crema de queso; kit kat de té macha), cumplen, aunque adolecen de falta de técnica. “Me gusta preparar dulces gamberros, versionar golosinas comerciales y elaborarlas con vegetales”, asegura. Por su parte, Daniel Carballeira agiganta la lista de vinos con armonías acertadas. Lástima el estruendo de la sala.