Cinco pistas para comer barato en Río de Janeiro
De Copacabana a Lapa, cinco locales de rica cocina tradicional que sobrevivien al creciente encarecimiento de la ciudad, próxima sede de los Juegos Olímpicos
Con la llamada gourmetização y el encarecimiento de la vida en Río de Janeiro, que se prepara para acoger los Juegos Olímpicos en 2016, muchos bares tradicionales van cerrando sus puertas cada mes y, en su lugar, nacen nuevas y modernas (y carísimas) versiones. Así que los locales con el sello BB (buenos y baratos) son cada vez más difíciles de encontrar.
Pero hay luz al final del túnel. Seleccionamos cinco establecimientos supervivientes en diferentes zonas de la ciudad que mantienen menús y precios atractivos, perpetuando, de esta manera, el alma bohemia de esta ciudad maravillosa.
01 Adega Pérola (Copacabana)
Este típico bar de tapas portuguesas y españolas va en dirección opuesta a la moda de bares hispanos de aire gourmet que llenaron la ciudad en los últimos años. La Adega Pérola (Siqueira Campos, 138) mantiene tapas tradicionales, como croquetas de bacalao, sardinas fritas, pulpo a la vinagreta y ostras, entre otras. Más de 70 opciones en la barra que pueden ser acompañadas con una caña fresca o un vaso de vino. La decoración es típica de taberna: sillas y mesas de madera fijadas al suelo. Abierto en 1957, estuvo a punto de cerrar en 2010 al fallecer el antiguo propietario, pero un grupo de amigos y amantes del lugar lo mantuvieron a flote. “Mantenemos el alma de un bar de tapas con algo de la cocina portuguesa y un menú modernizado con ingredientes actuales. Pero la clave es la misma: calidad e informalidad", explica Marcelo Paulus.
02 Pavão Azul (Copacabana)
El Pavão Azul (Hilário de Gouveia, 71) es otro ejemplo de bar sencillo que agrada a turistas y cariocas. Las mesas son de plástico, la cerveza está muy fría y la comida es buena y barata, como su famoso arroz de gambas para dos personas (9 euros). El bar, de las hermanas Bete y Vera, atentas a todo, es conocido por sus pataniscas de bacalao (croquetas especiales) y pasteles (empanadas brasileñas fritas). Hace un par de años abrió un segundo local al otro lado de la calle; el original se llenaba siempre.
03 Momo (Tijuca)
Al otro lado de la ciudad, Momo (General Espírito Santo Cardoso, 50) es uno de esos bares donde el lujo no está en la decoración sino en la cocina. Platos como la croqueta de arroz, el tartare de jiló o la hamburguesa de la casa, creados por el chef Toninho, son ya clásicos en la ciudad, y siempre a precios moderados. El viernes es el día de la famosa feijoada. “Aquí se sirve comida de verdad a precios humanos, algo raro en la ciudad hoy en día. La carne asada (ropa vieja) es la mejor que conozco y, con farofa, da para tres personas”, dice el cantante Gabriel da Muda, apasionado por la gastronomía de los bares. Momo es un ejemplo perfecto del tradicional botequim: comida excelente, clientes cautivos, buen precio y sonrisa al atender al cliente.
04 Bar Brasil (Lapa)
El barrio de Lapa es uno de los más turísticos de Río, y los nuevos bares con precios para turistas son cada vez más frecuentes. Pero sobreviven joyas como el Bar Brasil (Avenida Mem de Sá, 90), un bar alemán abierto en 1907 cuyo menú ofrece desde kassler (costilla de cerdo ahumada) hasta una buen surtido de salchichas. Local predilecto del escritor y periodista Marcelo Moutinho, quien acaba de publicar un libro de crónicas sobre la ciudad con locales tradicionales como escenario de fondo y que se queda con "el pollo ahumado con ensalada de patatas y, de postre, strudel con crema de leche artesanal”.
05 Bar da Portuguesa (Ramos)
En los suburbios cariocas la tradición de los botequins se mantiene fuerte. Un buen ejemplo es el Bar da Portuguesa (Custódio Nunes, 155), en el barrio de Ramos, comandado por Donzília Gomes, la Dondon, una portuguesa que vive en Brasil desde los años sesenta. La cocina es famosa por las croquetas de bacalao o de aipim (yuca) con carne seca, así como los pasteles de camarones y las sardinas fritas. El bar tiene historia: era aquí donde el músico Pixinguinha, uno de los grandes nombres del chorinho, solía encontrarse con el guitarrista Baden Powel y otros destacados personajes de la música brasileña.
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