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Un río salvaje en Nueva Jersey

Canoa, senderismo y escalada siguiendo el cauce del Delaware, uno de los más caudalosos al este de Estados Unidos

Atardecer en el río Delaware, en Nueva Jersey.
Atardecer en el río Delaware, en Nueva Jersey. C. Rojo

Antes de convertirse en el primer presidente de los Estados Unidos, George Washington ganó una partida táctica en la Guerra de las trece colonias (American Revolutionary War) cuando, la noche del 25 de diciembre de 1776, cruzó el río Delaware desde Pensilvania, sorprendiendo a las fuerzas enemigas que dormían al otro lado, en Trenton, Nueva Jersey. Aquel momento marcaría una importante victoria en el desarrollo de la guerra, y el entorno donde tuvo lugar está declarado Hito Histórico Nacional.

El río Delaware, uno de los más caudalosos del este norteamericano, es hoy una de las mejores zonas donde disfrutar de la naturaleza en el estado de Nueva Jersey, un territorio eminentemente plano conocido, básicamente por su larga costa frente al océano y las muchas celebridades de las que ha sido cuna. El punto más alto en toda la costa, desde aquí hasta el mismo estrecho de Yucatán, no supera los 81 metros. Hay que llegar precisamente al territorio que linda con la vecina Pensilvania para encontrar algunos de los paisajes más sobrecogedores de Nueva Jersey.

Aquí se pueden descubrir sorpresas naturales como el entorno del río Delaware, que nace en el estado de Nueva York y discurre, serpenteando hacia el sur, durante más de 600 kilómetros. Durante un tramo de casi 74 kilómetros está considerado como Río Salvaje y paisajístico Nacional, e incluye el paso por el Desfiladero del Delaware, un parque natural de 30.000 hectáreas que contrasta con la planicie genérica que domina el resto de Nueva Jersey.

Por la Old Mine Road, la carretera de la Vieja Mina, en el parque natural del Desfiladero del Delaware (Nueva Jersey).
Por la Old Mine Road, la carretera de la Vieja Mina, en el parque natural del Desfiladero del Delaware (Nueva Jersey).C. Rojo

En pleno centro del parque, el río bordea las escarpadas laderas de redondeados montes por los que uno puede perderse entre cascadas. Allí podemos encontrar una de las carreteras más pintorescas de todo el estado: Old Mine Road, la carretera de la Vieja Mina, de sentido único, que bordea el cauce del río en este angosto pasaje entre montañas y da acceso a un pequeño camping con vistas inmejorables al Delaware. Después del amanecer es fácil ver a piragüistas o aficionados a la canoa paleando río abajo, como el matrimonio que se ha propuesto recorrer el río entero y en estos momentos van por su segunda jornada de viaje.

Algo más hacia el norte, y siguiendo por esta misma carretera cuando se adentra en el bosque zigzagueando junto al río, se llega a un espectacular lago, uno de los 200 que integra este paraje protegido. Algunos de ellos sirvieron en su día de abastecimiento a granjeros y agricultores que vivieron en la zona antes de la creación del parque. De aquello también quedan restos, como algunas villas abandonadas en perfecto estado y en las que se puede entrar, curiosear o sentarse a disfrutar de un bocado.

Piragüistas al amanecer en el río Delaware, en Nueva Jersey.
Piragüistas al amanecer en el río Delaware, en Nueva Jersey.C. Rojo

Más de un siglo antes de que fuera reconocido como parque salvaje de importancia nacional, el desfiladero y su entorno ya eran visitados por ciudadanos de la gran manzana y de Filadelfia, que se referían a esta zona como “una de las maravillas del mundo”. Y es que todo el área que rodea el Desfiladero está plagada de rutas de senderismo a través de los bosques y laderas cercanas, e incluso cuenta con una de las escasas zonas aptas para practicar la escalada en Nueva Jersey. Por aquí pasa, además, el Appalachian Trail, una de senderos de gran recorrido más importantes del país: 3.500 kilómetros desde Georgia hasta Maine.

 Siguiendo el curso del Delaware hacia el sur, el río sigue mostrando su importancia en la costa este, tanto a nivel económico como histórico. Las orillas que lo flanquean están conectadas por multitud de puentes de todo tipo y con gran encanto. Con algo de suerte, caminando a uno de esos lados, el montañero se puede topar con uno de los árboles que más tiempo ha vivido en el este de Estados Unidos. El Hemlok, un tipo de abeto que puede durar hasta 800 años, cuyos bosques, al igual que el cambiante caudal del río, están en pleno proceso de cambio y adaptación al creciente número de visitas humanas.

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