De Lima a Cuzco, en bus
El trayecto por carretera entre la capital peruana y la ciudad inca regala diversidad paisajística a través de la ventana: la costa del Pacífico, regiones desérticas y estampas andinas
Algunos viajeros disfrutan del sacrificio, de rutas largas y cansadas con tal de atestiguar desde la ventana cómo cambia el mundo. Para estos viajeros románticos merecen la pena dolores cervicales, calambres y malas noches, la ruta de Lima a Cuzco en autobús de línea es perfecta. En cifras: 1.131 kilómetros a través de cinco regiones de Perú en 22 horas de viaje, pasando desde cero a 3.399 metros sobre el nivel mar. Efectos colaterales: mareos, olas de frío, náuseas y más. ¿Por qué merece la pena el suplicio?
01 Playas, vinos y valles
El viaje comienza en línea recta a la costa del Pacífico, desde Lima hasta Nazca durante 400 kilómetros en dirección sur. Por una ventana se puede ver el sol poniéndose sobre las playas de Punta Hermosa, Punta Rocas y San Bartolo, los rincones veraniegos de la capital peruana. Por la otra, indiferente al oleaje, aparece la cara más desértica de Perú, con sus dunas y cerros marrones. Y compaginando ambas facetas aparece, tras 130 kilómetros de ruta, el valle de Cañete y, más tarde, de Ica, zona de los mejores piscos y vinos del país, sabrosa gastronomía y cuna de la música afroperuana
02 Soroche en la noche
Al llegar a Nazca la ruta vira 90 grados hacia el este por la carretera de los Libertadores, vía que conecta con la cordillera andina peruana. Comienza entonces el duro ascenso, con curvas, hasta la Reserva Nacional Pampa Galeras, en la región de Ayacucho, a cuatro mil metros de altura. En este abra –paso de montaña y punto más alto del viaje– se congelan las ventanas, por lo que conviene cerrarlas, respirar hondo, resistir al soroche (mal de altura) y tratar de dormir. El autobús sigue su escalada, serpenteando valiente entre las montañas nevadas. En la oscura noche, el playero atardecer queda archivado en otra dimensión. Mientras te mareas tal vez comiences a preguntarte qué estás haciendo ahí (en vez de en un vuelo doméstico Lima-Perú). Paciencia, la luz del día llegará.
03 Desayuno con llamas
Con el nuevo sol te encuentras rodeado de cumbres verdes, campos y coloridos cultivos. Aquellas postales de Perú se hacen realidad frente a tu mirada que despierta: llamas, alpacas, vicuñas, ovejas, casitas de adobe con techo de tejas, campesinos labrando la tierra y nubes de algodón. El soroche ha pasado, (probablemente) te sientes mejor y recibes con agradecimiento el desayuno. La ventana vuelve a ser tu mejor amiga.
Conviene aprovechar la parada en la Terminal Terrestre de Abancay para bajar del bus y estirar las piernas, diez minutos de tregua mientras desembarcan algunos pasajeros. Es el momento ideal para tomar profundas bocanadas de oxígeno del nuevo y fresco aire que lleva en sí el verdadero aroma del Perú andino.
Cuatro horas separan Abancay de Cuzco, incluido el clímax del viaje cuando se entra en la capital de los Incas. La recompensa es imperial cuando se contempla la ciudad desde lo alto, imponente entre las montañas sagradas por donde vuela el cóndor. Historia viva que se abre como un libro infinito ante los pasajeros.
04 Abrigo, ventana y romanticismo
El viaje cuesta entre 20 y 50 euros, dependiendo del servicio que se contrate. Es recomendable hacerlo en un autobús más cómodo (y más caro), que incluya servicio de comida; si no, conviene llevar dinero en metálico porque habrá paradas para cenar y desayunar.
Es recomendable llevar ropa de abrigo, bolsas de plástico y papel higiénico. Si sufre soroche, solicite ayuda al personal de a bordo. Este se puede contrarrestar con infusiones de coca, caramelos de limón u oliendo alcohol medicinal, empapando un algodón. La mayoría de los autobuses que van a Cuzco salen por la tarde, así que es mejor hacer una comida ligera, elegir ventana y tirar muchas fotos. Siéntase romántico.
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