Una mansión berlinesa para no olvidar
Visita a la Casa de la Conferencia de Wannsee, donde los nazis planificaron en 1942 la llamada Solución Final
Justo enfrente de una de las zonas de ocio más populares de Berlín, la playa de Wannsee (1,2 kilómetros de arena traída del Báltico), se encuentra la mansión donde se fraguó uno de los capítulos más oscuros de la historia alemana. En un impresionante caserón a orillas del lago (que se convierte en invierno en una improvisada pista de patinaje) se reunieron el 20 de enero de 1942 un grupo de secretarios de estado de la Alemania nazi para poner fin a la cuestión judía. Aquí se planificó la llamada Solución Final.
Hoy la Casa de la Conferencia de Wannsee es un memorial con un museo y un centro educativo para estudiantes, donde se investiga sobre la etapa nazi. También cuenta con una enorme biblioteca, la Joseph Wulf Bibliothek, que reúne una colección de más de 37.000 volúmenes. La sala donde se reunió el alto mando del III Reich sigue intacta y apenas ha habido cambios en el resto de las estancias, que albergan una de las exposiciones más completas sobre la ideología y el antisemitismo nazis, desde sus inicios (con las primeras teorías del siglo XVIII) hasta el final de la II Guerra Mundial y las secuelas que dejó en supervivientes y familiares. Es habitual ver a alumnos de instituto preparando seminarios y presentaciones a partir de la información que facilita esta institución.
Es casi inevitable no sentirse abrumado al pisar sus habitaciones y pensar que las cabezas ejecutoras del régimen nazi decidieron en ese mismo lugar cómo se llevaría a cabo el Holocausto. Frau Glyglewski, una de las responsables de la institución, explica que la casa recibe cada mes unos 12.000 visitantes y que todos, especialmente los jóvenes, pisan sus corredores con respeto. Le preguntamos si en los primeros años de la guerra era conocido lo que se estaba gestando en lugares como esta casa de Wannsee. “No salía en los periódicos, no se hablaba abiertamente de ello, pero tampoco era un secreto; todo el que lo hubiera querido saber, lo sabía”, explica Glyglewski.
Una de las partes más perturbadoras de la exposición, que se extiende por toda la planta baja, es la última sala, donde se reúnen imágenes y testimonios de supervivientes y descendientes tanto de judíos como de altos cargos de las SS. Katrin Himmler, la sobrina nieta de Heinrich Himmler, comandante en jefe de las SS, resume así todo un paradigma de los años posteriores a la guerra: “Cuando yo tenía 15 años, un compañero de clase preguntó en el aula de Historia si yo acaso estaba emparentada con el Himmler. Yo asentí, con un nudo en la garganta. En la clase se hizo el más absoluto silencio. Todos estaban atentos y tensos, esperando. Pero la profesora se puso nerviosa y siguió dando la clase como si nada hubiese pasado. Desperdició una oportunidad de que todos comprendiéramos lo que nos une, a quienes nacimos después, con estas 'viejas historias'”.
La Casa de la Conferencia de Wannsee persigue mantener viva la memoria de un pasado de barbarie. Un lugar para el encuentro y el diálogo, donde una vez, hace más de 40 años, se decidió la matanza de 11 millones de judíos europeos.
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