14 fotosUN AÑO SIN PISAR MI ESCUELAClases sin alumnos, alumnos sin clasesDe los 210 millones de brasileños, más de 50 millones son menores de 18 años y la mayoría apenas ha tenido actividades presenciales en los últimos meses. La vuelta al cole en Brasil está siendo profundamente desigualToni PiresSão Paulo - 25 mar 2021 - 09:36CETWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceVista aérea del distrito de Guaianases, en la Zona Este de São Paulo, la gran metrópolis brasileña. En este barrio de clase obrera empobrecida, miles de niños y niñas se han quedado sin poder ir a la escuela a lo largo de una crisis sanitaria aún sin fecha de fin.Toni PiresA las ocho de la mañana del 8 de marzo de 2021, una de las profesoras de un colegio infantil público de Guaianases intenta ofrecer un ambiente de normalidad a los niños y niñas, de cuatro a seis años. Los alumnos son pocos. La escuela volvió a abrir sus puertas el pasado 15 de febrero.Toni PiresDe los 210 millones de brasileños, más de 50 millones son menores de 18 años y la mayoría apenas ha tenido actividades escolares presenciales en los últimos meses. En la imagen, dos alumnos de corta edad del colegio infantil público del barrio de Guaianases.Toni PiresLos centros escolares de São Paulo volvieron a abrir cumpliendo con la decisión del alcalde de São Paulo, Bruno Covas, de retomar las clases presenciales. El Ayuntamiento autorizó que el 35% de los alumnos regresara a las aulas, mientras los demás deberían seguir con las actividades de manera virtual. En la imagen, una maestra dispensa gel desinfectante a uno de sus pequeños alumnos.Toni PiresPese a los claros beneficios de volver a acudir a las clases, el regreso de las actividades presenciales ha sido desigual y polémico. Desigual porque en los centros privados, donde están matriculados los hijos e hijas de las clases más altas, entre el 70% y el 100% de los alumnos ya habían regresado desde finales de febrero. En los centros públicos las cifras se situaban debajo del 20%. Y polémico porque los profesores de los colegios municipales de São Paulo en su mayoría no se sentían seguros, según han denunciado.Toni PiresLos padres esperan a sus hijos a la salida del colegio. “Hay una lista de espera y los directores de cada centro tenemos que elegir quiénes vuelven a los centros físicamente y quienes siguen en casa. La prioridad es para los mayores, con hermanos y en situación de vulnerabilidad, según las reglas. Los padres muchas veces no están de acuerdo, entonces queda en nuestras manos gestionar ese conflicto”, explica la directora del colegio.Toni PiresEn un aula para 35 alumnos había solamente cinco, sentados en el suelo, a una distancia mínima de un metro y medio y con juguetes individuales, siguiendo las normas. “Cuando termina la clase, todo debe ser higienizado. Es una situación nueva para la cual todavía nos estamos adaptando. Debemos tener mucho cuidado y atención”, cuenta la profesora con un espray de alcohol en las manos. En la foto, una profesora, durante una clase en un colegio público de Guaianases.Toni PiresEl sindicato de profesores del municipio decretó entonces una huelga a la que se sumó el 60% de los profesionales. Reclamaban exámenes para detectar la covid-19 entre profesores y alumnos, prioridad en el programa de vacunación, obras estructurales en los centros para mejorar la ventilación de las ventanas, ampliar pasillos y baños. También exigían mejores equipos de protección individual y que el poder público contratase a más trabajadores. En la imagen, una profesora supervisa la higiene de manos de una alumna.Toni PiresUn mes después de la reapertura, el Ayuntamiento ordenó otra vez el cierre de los centros de enseñanza ante el inminente colapso de la red de hospitales de Sao Paulo y con todo el país rozando los tres mil muertos diarios, su máximo histórico. Siguen abiertos solamente para dar de comer a sus alumnos más humildes.Toni PiresUna alumna almuerza un plato de arroz y legumbres en el comedor de su colegio, que sigue ofreciendo menús diarios a los niños de familias más vulnerables.Toni PiresDos maestras ayudan con el lavado de manos a las niñas del colegio infantil de Guaianases. Los cuidados que exige la pandemia han duplicado cualquier tarea, incluso las más sencillas. Pero, a pesar de las restricciones, los alumnos parecen estar contentos de regresar a las clases presenciales. Necesitaban al menos un poco de contacto humano con sus compañeros.Toni PiresDurante la visita de EL PAÍS el pasado 8 de marzo, las aulas lúdicas de los colegios seguían cerradas porque el protocolo del Ayuntamiento no permite que los alumnos compartan juguetes. Los pasillos que hasta hace poco eran ruidosos y se abarrotaban fácilmente estaban vacíos y sin vida.Toni PiresLas autoridades y expertos que defienden la reapertura argumentan que los centros de enseñanza deben ser “los últimos en cerrar las puertas y los primeros en abrirlas”. Italo Dutra, jefe de Educación de Unicef en Brasil, apoya ese lema. “Los niños son los menos infectados por el coronavirus y la ciencia demuestra que es posible, bajo varios protocolos, retomar de forma segura de las clases”, argumenta. Sin embargo, Dutra reconoce que el Ministerio de Educación y gran parte de las Secretarías de Educación de los Estados y municipios no han puesto en marcha medidas y protocolos para asegurar el regreso seguro.Toni PiresSão Paulo volvió a cerrar sus centros el 15 de marzo. Se quedarán clausurados por lo menos 15 días, o hasta que se supere la actual saturación de los hospitales. El sindicato de los profesores ha informado de que, en el período de reapertura, de 15 febrero hasta el 11 de marzo, se registraron 784 casos sospechosos o confirmados de covid-19 entre alumnos y trabajadores en 344 centros de enseñanza.Toni Pires