![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2PIUWOAYQJNNTBM2DTJ4GRJXGY.jpg?auth=583a55b3dfb9c642745bd7daeda96c65152ad193b0abad12128b81119f9ea8d5&width=414)
Cuando los niños se olvidaron de leer
Antes de la irrupción de la covid-19, el 40% de los estudiantes venezolanos faltaba con frecuencia a clases por falta de transporte, agua o comida. Después de un año con los colegios cerrados, los alumnos tienen que agudizar el ingenio si quieren continuar aprendiendo
![El País](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F0b9a52b8-006a-4382-938a-05e3d58f07cf.png?auth=d7a4bd5f610bf92a4f1d3b8bd39266a940bc685b735267a60e73646c6f66a05c&width=100&height=100&smart=true)
![Shande Zambrano, de 17 años (primero por la izquierda), con otros compañeros estudiantes como él. Este adolescente venezolano cursa su último año de bachillerato en mecánica en una escuela técnica en Caracas. El último año lo ha tenido que hacer desde casa, con muchas dificultades. Para muchos estudiantes venezolanos, la llegada de la pandemia ha significado una total parálisis de su formación.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/E5L7PYV6ARKJ7IU4GH3OZ3VCCA.jpg?auth=6b46fed33c1be6e19b5ec3c2bb20cd4b00396819c37a99254675444e20c8741c&width=414)
![Dos estudiantes se dirigen a su centro de estudios en Caracas, Venezuela. En el último año, millones de escolares de primaria y secundaria casi no han hablado con sus profesores, y se han visto en dificultades para estudiar por no tener internet en casa y ni siquiera señal de móvil para hacer una llamada. Han quedado en el agujero negro de la desconexión en Venezuela. Además, deben recorrer los bancos durante toda una semana para sacar el dinero en efectivo para pagar un viaje en transporte público hasta su escuela, en un país en hiperinflación en el que el 96% de su población está sumida en la pobreza, de acuerdo con la última medición de la 'Encuesta de Condiciones de Vida del Venezolano'.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ALSKG364T5JI5PNRZIE5EUJLPA.jpg?auth=64ed2d89a4fbc46840165ff7881e89e7d12425195a7683e55ffb934732939940&width=414)
![La educación a distancia en Venezuela es a la distancia de un abismo. La carrera de obstáculos que deben superar los alumnos es el lugar común en el sistema escolar venezolano, que desde hace un año no ha vuelto a las aulas y todavía está lejos de volver. Uno de los países con la conectividad más lenta de la región, en el que seis de cada 10 personas no poseen un móvil y donde varias regiones pasan varias horas al día a oscuras por los apagones, pasó a educarse a través de un intermitente WhatsApp, clases grabadas que transmiten en la televisión estatal y centenares de fotocopias de guías que los padres recogen en los colegios quincenalmente y a veces no pueden pagar.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PLWHSCGFJFL4RNSRW7FU2ZLSLI.jpg?auth=6dc56fd0862e7b0b7c925f563973dbf02ff636a0dd464619492f777184de54fe&width=414)
![La 'Encuesta de Condiciones de Vida del Venezolano' señalaba en 2020 que casi un 20% de los estudiantes entre 12 y 17 años tiene dos años de rezago escolar y un 18% va retrasado un año. En el curso 2019-2020 un 40% de los alumnos no acudía con frecuencia a las clases por falta de transporte, agua o comida. En la imagen, algunos alumnos de Socorro Medina, una mujer de Caracas que ha abierto una escuela informal en su casa para niños de seis a 12 años.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ZUXX7BLGCRMCXJYV4AXMRHIDPQ.jpg?auth=0f949b3e65452cd7d0c14e3ee8fc91ccc3bb58315d9917e08511cf7fb15a9050&width=414)
![La Cruz es el barrio donde la maestra Socorro Medina ha montado su escuela. Ella ha visto cómo a los niños se les ha olvidado leer. En su casa, en una habitación de tres por tres metros, funciona desde hace años un aula con pupitres, pizarra y biblioteca, en la que atiende de seis a 12 niños de todas las edades y en todas las materias. En la pandemia ha tenido mayor demanda.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/K6JDXXKDUBL2RIQB4DDYZIEYSY.jpg?auth=2093d7bb722b7a6932a55a3ce5254d5fc6f83ffef357d0edce1ad3e24563768a&width=414)
![Libros y cuadernos apilados en la escuela de Socorro Medina. Hay lecciones que solo pueden ser presenciales y se siguen postergando. En tanto, dos grados escolares han quedado trastocados por la pandemia en Venezuela: el que terminó abruptamente en junio y el que comenzó en octubre pasado en casa, sin tener las condiciones para implementarse realmente a distancia.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/UW4AOUCZGNLJXHBYWEG6IIPWJE.jpg?auth=ba871a788e21446e040742cb2ab3f9f96a9d92b0e21a86b2717fcf3d0128b907&width=414)
![Entre los que van a las clases de Socorro Medina hay niños cuyos padres deben trabajar por su cuenta en la calle para vivir al día —más del 60% de la población venezolana—, otros que han quedado a cargo de otros familiares por la migración e, incluso, algunos que no tienen en casa una mesa para hacer las tareas. “Hace mucha falta el colegio”, asegura la maestra.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6QQ7V6V7KFL6ZOPPWYV3UECRGA.jpg?auth=c774baa5ac4a68a49d2c06ac1a1d75a23a197cc43d36cf255bc4719fd6a749d0&width=414)
![Socorro Medina tiene más de 20 años de experiencia y da clases en una escuela subvencionada por el Estado donde gana 2,5 euros al mes. Cuando comenzó la pandemia, su esposo, que trabajaba de mesonero, quedó sin empleo. “Tuve que convertir lo que me gusta en mi sustento”, dice. Ahora, por cada estudiante que recibe en su casa cobra un dólar al día, apenas 83 céntimos de euro.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/B76RJIHMHRKI5F634PFHUSR6IY.jpg?auth=085da35d09f12a8ab95782259f7dfbd334f742675fc9da955d51af65ac464132&width=414)
![Mattias Gasper, de 11 años, estudia en un colegio privado que desarrolló una aplicación para poder implementar un aula virtual. Podría ser un afortunado, pero la crisis también lo ha alcanzado. Su madre, Karla Franceschi, que lo acompaña en la imagen, le tiene que prestar su ordenador portátil del trabajo para que el niño pueda conectarse.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/FHXHVRF2CNOODEOLCUZQMVR5IM.jpg?auth=08fcd921c6b5b9d910c23e6d3f760cdcd3a0939141f24e9198ecbcc517d5d93c&width=414)
![Mientras espera que comience una sesión en Google Meet, que al final fue suspendida sin mayores explicaciones, Mattias Gasper cuenta que él era muy bueno en matemáticas, pero eso cambió repentinamente porque en casa no puede pedir ayuda a su madre, pues es "muy mala con los números", dice el niño.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/F6OEFSDWSZO7XOE3MGHNXDDWOE.jpg?auth=5daf75a8b8e11f58351e747b6e3ad3c88af24aff234a111504976d1daf3b0d81&width=414)
![La madre de Mattias Gasper, Karla, dice que desde ya está ahorrando para el tutor y la terapia que necesitará su hijo para superar este año de desaprendizaje y estrés. Lo ha dado todo por perdido. En Venezuela hubo una ruptura en la lógica del aprendizaje en un momento clave del año escolar, cuando estaba finalizando, según Olga Ramos, especialista en políticas públicas del Observatorio Educativo de Venezuela.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/H5NH6MANQBIQDA7DQRS3SZSN7M.jpg?auth=829520b57c497f0073b21658ca52498ba9278c5a4d334fdd1cd03dcebe1b9b4a&width=414)
![Así es la mesa de estudio de Mattias Gasper. La desigualdad ha ganado terreno en Venezuela. Donde había mejor conexión, el estudiante tuvo mayores capacidades para aprender. Antes, las escuelas, estando diseminadas en casi todo el país, permitieron que los venezolanos aprendieran independientemente de sus condiciones de vida. Ahora, de sus condiciones de vida dependerá su desarrollo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CH5F65CYWJMYVP6BTSCGS7QVZY.jpg?auth=c54dd53277a5ad7267154aae418fc87c0809581306e571c78bf2bceb6df4bd06&width=414)
![Según la Federación Venezolana de Maestros, más de 40% de los docentes del país han renunciado en los últimos años. Muchos han aprovechado la educación a distancia —que se ha limitado al envío y corrección de asignaciones— para emprender en otros oficios para poder sobrevivir. Es el caso de Seliandry Rodríguez, de 29 años. Tiene algo de experiencia porque estudió ocho semestres de Educación Preescolar y debió retirarse hace dos años “por la situación país”: no tenía dinero para pagar el transporte hasta la universidad, que le quedaba a dos horas de casa. Ahora ayuda a su hija de tres años desde casa.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/SW5SQEQIA5JFBCT4DEHPNJSAFQ.jpg?auth=353337e4c7c9ac21e79de4df1d5f529ca793813db2ca9b7288becf986ebe4440&width=414)
![Seliandry Rodríguez recibe instrucciones por WhatsApp y como puede le enseña los números y vocales en casa a su hija de tres años. No ha querido llevar a la pequeña a sesiones con la maestra, porque teme el contagio con el virus.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/U57SBOBNHJIINA24MMAQSXUB24.jpg?auth=b773aeb2930cc8157cfb889500fbb1591a58c9dd894df1832a4a5c4169fd47aa&width=414)
![En la misma casa en la que vive Seliandry Rodríguez, en el barrio La Lucha, en el este de Caracas, estudian los dos hijos de su hermana, Carolina Castelin, en la imagen. Ella dice que no ha encontrado la manera de explicarle al más grande qué son los mestizos, los zambos y los mulatos, asignaciones de quinto grado sobre la historia del descubrimiento de América.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/BFYKOQRGKJKKDONJMFP63O6ISM.jpg?auth=7e8cca2867ae3f8f4b99548c78b417b17b6fee24c1851f1737f257bc5cb5834c&width=414)
![Carolina Castelin, en la puerta de su vivienda junto a uno de sus hijos. Ella y su hermana Seliandry, ambas desempleadas, han diseñado piezas para apoyar el aprendizaje de sus hijos, hasta el punto de que terminan haciéndoles los dibujos en los cuadernos. En Venezuela, en realidad, el virus es lo de menos. La pandemia encontró al país en emergencia humanitaria. Esta condición previa también ha hecho que sea un espejismo la vuelta a las clases en escuelas que no tienen agua para garantizar el lavado de manos y de las que los profesores han desertado en masa porque reciben menos de un dólar al mes de salario.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DG6TYAZ3DZO4VDJR2MPLXO2HXY.jpg?auth=e444ebb29044ea9b23310d31189ef8b2db09c666d82891b77d0e6db70480dc99&width=414)