¿Es la accesibilidad universal un derecho adquirido en nuestras ciudades?
El confinamiento ha sacado a la palestra los efectos que la falta de movilidad y el aislamiento pueden tener en las personas, reabriendo el debate sobre la habitabilidad de los centros urbanos
Si hay algo que ha dejado patente la difícil situación derivada de la covid-19 es, sin duda, la importancia de la libertad de movimiento. La emergencia sanitaria y la necesidad de buscar soluciones a la imparable expansión de la Covid-19 han obligado a las instituciones a tomar decisiones drásticas en relación con algo que siempre se había dado por sentado en un país como España: la movilidad. Pero, ¿qué sucedería si esta limitación fuera algo permanente? La mayoría de las personas no se había enfrentado nunca a la imposibilidad de abandonar su hogar o a la incertidumbre que genera la incapacidad de poder moverse con total independencia, pero lo cierto es que esta situación está integrada en el día a día de una parte muy importante de la ciudadanía española.
Según la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE), más de 100.000 personas viven en un confinamiento permanente por la falta de accesibilidad en sus edificios. A esto se añade el hecho de que, de acuerdo con datos de la Federación Empresarial Española de Ascensores (FEEDA) aún existen alrededor de 1,2 millones de edificios sin ascensor. Unas cifras que reflejan una realidad latente que no suele estar presente en el imaginario colectivo y que ponen de manifiesto la necesidad de continuar impulsando soluciones orientadas a mejorar la habitabilidad de los centros urbanos.
Y es que, ante el envejecimiento progresivo de la población mundial y el cada vez más vertiginoso ritmo de crecimiento de las ciudades, garantizar un derecho universal como el de la movilidad debe ser más que nunca una prioridad. Así se está viendo reflejado a nivel internacional con iniciativas como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o la Nueva Agenda Urbana, un documento estratégico que persigue alcanzar la sostenibilidad en las políticas de desarrollo urbano a partir de los criterios de la Agenda 2030, estableciendo para ello un método de trabajo para todos los actores públicos y privados que intervienen en las ciudades desde sus distintos campos de actuación.
Ante el envejecimiento progresivo de la población y el cada vez más vertiginoso ritmo de crecimiento de las ciudades, garantizar un derecho universal como el de la movilidad debe ser más que nunca una prioridad
En este sentido, la accesibilidad debe ser un aspecto primordial no solo en el ámbito residencial, sino también en otros como el del transporte o la propia fisionomía de las ciudades, en las que se debe trabajar para eliminar todo tipo de barreras, ya que, en el futuro, no solo vivirán más personas en espacios urbanos, sino que vivirán más tiempo.
Una ciudad solo evoluciona cuando todos sus habitantes pueden participar plenamente en la comunidad y, por ello, favorecer la plena integración debe ser el eje vertebrador de cualquier programa que pretenda mejorar y garantizar la calidad de vida de los residentes urbanos. La falta de un buen acceso al transporte o a los servicios públicos de una ciudad limita gravemente la estabilidad económica y la salud de las personas con movilidad reducida, especialmente en un momento en el que aislamiento social amenaza con convertirse en una enfermedad propia de la vida urbana, sobre todo entre las personas mayores.
Una ciudad solo evoluciona cuando todos sus habitantes pueden participar plenamente en la comunidad
Pero no son el único colectivo que debe tenerse en cuenta en términos de accesibilidad. Señalización, avisos acústicos o marcas con relieve en el suelo pueden ayudar a personas con distintas discapacidades a reconocer por dónde deben dirigirse o el punto en el que empieza y termina una plataforma. Se ha avanzado mucho, pero siempre hay margen para ir más allá. Para ello, resulta vital que las Administraciones Públicas continúen trabajando de la mano del sector privado para buscar y aportar soluciones personalizadas que permitan transformar el tejido urbano y diseñar sistemas multimodales que combinen diferentes tipos de transporte con un funcionamiento fluido. Solo así las ciudades serán espacios universales de los que realmente todas las personas se sientan parte y plenamente integradas.
Teresa Chomón es directora de Grandes Cuentas OU IBERIA, Thyssenkrupp Elevadores.
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