“El adolescente necesita libertad y, con la pandemia, todo son normas. Vive contenido y es lo que peor lleva”
Dafne Cataluña, directora del Instituto Europeo de Psicología Positiva, ofrece algunas claves para que los padres ayuden a sus hijos en este camino
Desde que la nueva normalidad llegó a nuestras vidas el pasado mes de junio, los adolescentes, grandes olvidados durante el confinamiento, han sido protagonistas de algunas irresponsabilidades. Los expertos aseguran que estos comportamientos de rebeldía se deben a la etapa evolutiva en la que se encuentran, en la que necesitan relacionarse con otros. Esto es básico y necesario para ellos.
Ante un panorama duro por necesidad y emergencia de Salud Pública a causa de la pandemia de coronavirus en la que estamos inmersos desde hace meses, los jóvenes tienen que tolerar la frustración de no hacer lo que hacían antes. No pueden volver a la rutina que conocían y deben enfrentarse a un escenario nuevo en el que muchos tendrán clases semipresenciales, deberán cumplir normas estrictas y su entorno se verá notablemente reducido. Para saber cómo pueden los padres y madres ayudarles en este camino, Dafne Cataluña, directora del Instituto Europeo de Psicología Positiva, ofrece algunas claves.
PREGUNTA: ¿Cómo están viviendo los adolescentes esta pandemia?
RESPUESTA: Cada adolescente tiene sus peculiaridades, pero si hablamos de etapa evolutiva, de la adolescencia en general, es cierto que es una etapa en la que las relaciones sociales son básicas y supernecesarias. Son una fuente de satisfacción y desarrollo muy importante, y con esta pandemia todo esto está muy limitado. Y ahora ellos van a ver menos a sus compañeros de clase, en fin, y eso está haciendo que se presente mucho la frustración, que es una emoción que llevan muy mal y todavía no han aprendido a gestionar. Y va a ser un reto, por lo que vamos a tener que enseñarles muy bien a gestionarla. Y esto es algo con lo que van a tener que lidiar las familias, porque va a ser una constante de malas caras, malas formas… y al final todo esto se acumula y acaban también los padres o los hermanos mandando a paseo a su hermano o a su hijo adolescente. Y es necesario para los padres salirse un poco de la escena y saber que todo esto, relacionarse, para ellos es fundamental. Y que tolerar la frustración les cuesta mucho.
P: ¿La falta de libertad en el confinamiento, les ha hecho pasar al otro lado?
R. Lo que les ha pasado es que están viviendo en una continua contención. Y es lo que peor lleva el adolescente. Este necesita amplitud, libertad, poder expresar su propia identidad y ahora todo son normas y restricciones. Y además son muy estrictas y sin posibilidad de negociación. Es lógico que sientan ese vadeo, ahora nada, ahora todo, …. Y entonces aparece esa frustración de querer volver a la normalidad, de disfrutar de sus amigos, de no tener que aguantar a sus padres… Tienen ganas de volver a esa rutina que tenían antes y a la que están acostumbrados.
P. Los cambios en la actualidad están siendo súbitos, ?cómo lo llevan los adolescentes?
R. Cada adolescente es un mundo y va a depender mucho de su patrón de personalidad. Unos son más flexibles, otros son más rígidos. A estos últimos les van a costar más los cambios, van a sentir ansiedad y frustración. En cambio, los más flexibles, al revés, los cambios les van a emocionar.
P. ¿Cómo lidiamos con nuestro hijo ante estos cambios?
R: El equilibrio entre la autoridad y la calidez lo encuentra cada padre en su estilo. Pero hay un truco, si vemos la relación con nuestro hijo o hija, veremos que probablemente aquellas normas que vienen delimitadas de fuera, un examen o los deberes, que no vienen del padre, las suelen asumir como que deben hacerlas y punto. No discute. Pero cuando la norma viene de casa, ahí sí que desde la confianza y desde su desarrollo, pues es con los padres con los que lucha muchas veces, por lo que el poder dar esta información como algo que viene de fuera y decirlo tal cual le ayudará. Por ejemplo, sé que esto es un rollo, no es algo que pueda controlar… no está en mi mano, ese punto de comprensión de hacer equipo, de aliarse, ese pequeño matiz puede ayudar a restarle intensidad.
P: ¿Qué podemos hacer para adaptarnos a la realidad de la semipresencialidad?
R. Hay que generar unas pautas para vivir, para convivir. Configurar unas pautas, tanto a las familias como a las personas que tienen que teletrabajar es fundamental, ya que si no, no comunicamos que estamos estudiando o trabajando Hay una serie de rutinas que nos ayudarían a entender que estamos trabajando. O estamos estudiando. Y son: establecer un lugar, ducharse, vestirse, desayunar, poder tener una agenda donde organizar nuestras materias. Muchos han aprendido a hacerlo y lo hacen superbién, son muy autónomos y seguir ese horario y tener también espacios de descanso donde estar todos juntos, les ayuda.
P. ¿Los padres y madres deben ser los modelos de nuestros hijos?
R. Sí, seamos los padres modelos de gestión emocional. Hay veces que sin querer nosotros también nos dejamos llevar, pero nosotros tenemos muchas más habilidades que ellos. Es nuestra obligación tenerlas por la etapa evolutiva en la que estamos. Hay que hacer un ejercicio de responsabilidad personal. Si vemos que se nos va de las manos, que estamos cayendo en muchas discusiones, hay que hacer la reflexión de que puedo hacer yo para manejar esta situación. Ser modelo y dar las instrucciones de la manera más constructiva posible, sin ataques personales. Y siempre buscando respiros emocionales, chutes de emociones positivas, hacer un balance afectivo con actividades, juegos. equilibrio.
P. ¿Cómo podemos evitar transmitir emociones negativas, como el miedo o la preocupación, a nuestros hijos?
R. Recuerdo un estudio que decía que los adolescentes agradecen tener espacios de comunicación con sus padres, un tiempo para poder hablar. Hay que diferenciar muy bien entre lo que creemos que va a suceder, que suelen ser anticipaciones más bien negativas y que debemos desahogar con nuestra pareja o con adultos, con lo que sucede ahora. Como me siento ahora. Lo mejor ante una situación emocional compleja es no fingir. No hay que reprimir la emoción y lo mejor es comunicarla y así poder transformarla. El poder compartir con tu hijo esa emoción es una manera de afianzar la autenticidad de los sentimientos y les suele gustar mucho. Y tiene que ser recíproco. De forma que él también nos cuente si está enfadado, el porqué. Todo esto les hace sentirse mejor.
P. ¿Cómo podemos lidiar con el teletrabajo y los deberes de clase?
R. Normalmente ayudarles con los deberes es un gasto de energía brutal, y muchos no estamos preparados. Pero ahora con la pandemia debemos ser conscientes de que tenemos que darle la importancia real que tiene a cada cosa. Creo que, aunque sea tan solo un poco, muchos hemos cambiado nuestras prioridades, dejando de lado lo superfluo. Por lo que lo principal es priorizar ese vínculo. Hay que valorar el esfuerzo, recordar que les ayudamos por amor, no podemos seguir enfocados en el mismo resultado de antes de la pandemia. Todo el entorno debe ser más flexible.
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