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Cómo lidiar con las rabietas y berrinches de los niños en tiempos de pandemia

Los menores pueden tener las emociones a flor de piel con la situación que impone el marco preventivo de la covid ya que les impide dar rienda suelta a su espontaneidad y espíritu lúdico

Un niño muestra sus manos pintadas.
Un niño muestra sus manos pintadas. Unsplash
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Las rabietas, los llantos y los enfados pueden ser más habituales en los niños menores de seis años de edad durante la situación de restricciones que nos impone el coronavirus para prevenir contagios y que afecta a la movilidad y las relaciones sociales que permiten a los niños desahogarse y dar rienda suelta a su torrente de energía vital. Aunque las fases de vuelta a la normalidad avanzan paulatinamente, todavía vivimos una situación que está marcada por “el miedo y el exceso de normas. Todo está muy parcelado; no hay espontaneidad y estamos muy pendientes de las conductas preventivas del contagio del coronavirus, como lavarnos las manos o usar mascarillas. Todo ello genera un ambiente teñido de cierta tensión que los niños respiran continuamente. La parte inaudita, novedosa y positiva que han descubierto los niños durante las experiencias que nos ha deparado el Covid-19 es disfrutar de la presencia de sus padres que, aunque estén en la habitación de al lado teletrabajando, les supone un regalo y una alegría”, comenta Tristana Suárez, psicóloga y terapeuta Gestalt.

La presión impuesta para mantener el coronavirus a raya puede producir en los niños “rabietas y rebeldía, aunque también un exceso de obediencia y adaptación cuando el miedo se interioriza demasiado, hasta el punto de que los niños no quieran salir a la calle o lo hagan con mucha precaución, cuando se ponen demasiado obsesivos con no tocar nada o lavarse mucho las manos. En este sentido, influye mucho lo que los padres transmitan a sus hijos por exceso o por defecto. La forma de aliviar la presión que los niños sientan es a través de estrategias como la de juegos que le den la vuelta a la tortilla del estilo de durante media hora mandas tú para que el niño ponga normas a capricho y dejarle ser, incluso, un poco tirano, si quiere. Dejarle que sea el que decide y gobierna sobre el adulto durante unos minutos. Este tipo de juego resta mucha presión a los niños”, observa Suárez.

Actuar frente al desbordamiento emocional de los niños

Si los niños se descontrolan y aparece una rabieta, se puede les pueden proponer “ejercicios físicos de descarga, como una guerra de almohadas, que ayude a los niños a sacar la tensión del cuerpo acumulada, porque durante el encierro no pueden correr ni desahogarse como les gustaría. El resto consiste en tranquilizarles, hablar sobre lo que ocurre, explicarles que solo son plazos y poner la mirada más adelante, para cuando las cosas estén más normalizadas. No obstante, para los niños más pequeños el mundo es así y se adaptan enseguida, quizás sean los más mayores los que tienen el sentimiento de pérdida de poder estar más con los amigos y hacer cosas fuera de casa”, añade la psicóloga Tristana Suárez.

Identificar las necesidades de los niños y cubrirlas

Los niños menores de seis años necesitan sobre todo sentirse seguros y protegidos dentro y fuera de la familia. “Las emociones de los niños más pequeños se convierten en sentimientos y se basan en las necesidades del momento y por ello es importante que los adultos sepan qué es lo que necesitan sus hijos para ofrecérselo y crearles sensación de seguridad. Para poder ayudar a los niños a gestionar sus emociones, hay que entenderlos y saber cuáles son sus necesidades reales, además de aceptar sus miedos. Los referentes para los niños son los que observan en los padres, los medios de comunicación o la sociedad y en estos tiempos es en ellos donde buscan protección, seguridad y confianza”, explica María José Lladó, psicopedagoga del centro Acimut Bienestar.

Las situaciones de rabietas, expresión de cólera, ira o agresividad en los niños esconden detrás “miedo y necesidades insatisfechas. Todo ello se puede manejar y gestionar, sobre todo con los niños más pequeños, ofreciéndoles amor y seguridad. Pero si tenemos la televisión puesta en casa todo el rato y los niños escuchan a todas horas lo peligroso que es el mundo, pueden tener alteraciones del sueño, pesadillas, terrores nocturnos, eneuresis o incontinencia urinaria nocturna y problemas de piel, como eccemas o picores. Por eso es importante que los adultos sean un filtro sobre lo que se ve y escucha en casa, ya que así se evitará que el niño tenga miedo a salir a la calle o descontrol emocional que derive en situaciones como las rabietas”, añade Lladó.

Conviene dejar fuera de casa el coronavirus para crear un espacio seguro, armónico y calmado para los niños en casa donde puedan jugar, “hablar de cosas triviales y así crear actitudes que contrarresten la situación de alarma exterior, porque si los adultos de su entorno están todo el día hablando del miedo y se muestran aterrorizados y obsesionados con respecto a la higiene, los niños estarán estresados y nerviosos. Por ello, ahora, más que nunca, es importante que los padres desarrollen herramientas que ayuden a sus hijos a gestionar sus emociones sin que estallen en situaciones como las afecciones dermatológicas o los estallidos emocionales que deriven en agresividad o rabietas”, concluye la psicóloga María José Lladó.

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