Claves para superar las temidas rabietas
¿Qué son? ¿Se pueden prevenir? ¿Qué puedo estar haciendo mal?
Ayer, valiente de mí, fui al supermercado con mis tres hijos, no sé en qué momento se me pasó por la cabeza pensar que saldría viva de allí. Todo iba bien hasta que pegue el sprint por la zona de los dulces, pero el radar del más pequeño no pudo resistir la tentación de fichar una tableta de chocolate y decidió colarla en la cesta sin que me diera cuenta. Cuando llegamos a la caja, pregunté quién había puesto la tableta allí y una vocecita entono su mea culpa.
- “¿Ves dónde estaba? Devuélvelo, por favor,”, dije de manera firme.
Mientras negaba con la cabeza una y otra vez, podía visualizar lo que estaba a punto de pasar, sus ojos se inyectaron en sangre y como un portero de fútbol se tiró al suelo, activó la alarma interna y comenzó la performance, sobrevino el temido momento en el que pensé tirarme al suelo junto a él, pero luego me di cuenta de que la madre era yo.
Quién no ha pasado por una situación similar y se ha preguntado cómo puede un padre salir airoso de estas situaciones.
¿Qué son las rabietas? ¿Qué hay en ellas que todo padre las teme? ¿Se pueden prevenir?, ¿Qué puedo estar haciendo mal?... Rosa Jové las define como “una lucha interior del niño entre lo que debe hacer por naturaleza y una incomprensión de los padres que provocan en él sentimientos ambivalentes y negativos”.
¿Cómo podemos abordarlas?
La prevención puede ser nuestra mejor arma.
- Cuando los niños tienen sueño o hambre es muy difícil razonar con ellos, asegúrate de que sus necesidades están atendidas antes de emprender cualquier actividad con ellos.
- Anticipar lo que va a suceder, si necesitamos ir de compras, buscar su colaboración, explicándole lo que haremos, cuanto tiempo estaremos y cómo podemos hacer para que ese ratito sea lo más ameno para todos. Recuérdale lo que esperas de él.
- Cuando les implicamos en las tareas que les resultan más tediosas es más fácil obtener su ayuda.
- Dar opciones limitadas, en niños muy pequeños podemos dar a elegir entre dos opciones, según van creciendo el margen puede ser mayor. Si las mañanas se convierten en una batalla por la ropa, prepararla por la noche junto al niño, puede ser una buena estrategia. Recuerda guardar la ropa de verano si estas en invierno y viceversa para evitar conflictos innecesarios.
- Relativizar, todo puede convertirse en una batalla si lo permitimos, guarda tus energías para lo que realmente consideras importante.
- Mejor callar que decir cosas que sabemos que no vamos o podemos cumplir.
- Utilizar el sentido del humor o distraer. Como padres y madres sabemos perfectamente que ciertas situaciones son las más propicias para que se produzca un conflicto, pero a veces se nos escapan o no podemos prevenirlas. La distracción puede ayudar a olvidar al niño el motivo por qué el que se ha enfadado.
- Por otro lado, es bueno enseñar a los niños a desdramatizar y ver las cosas buenas y graciosas de cada situación.
- Y bien, si aún habiendo puesto en práctica estos consejos sobreviene el tsunami emocional...
¿Qué podemos hacer?
- Calma, controla tu rabieta. Somos ejemplo para nuestros hijos y lo mejor que podemos ofrecerle en este momento es autocontrol.
- No te lo tomes como algo personal, abrázale si te deja o mantente a su lado, no hay necesidad de hablar.
- Abandona la urgencia, trata de que se calme, después con tranquilidad podremos abordar la situación.
- Si no puedes mantener la calma delega en otra persona o apártate.
- Conserva firme tu postura a pesar de la rabieta.
- Empatiza, pon nombre a sus sentimientos y acéptalos, “Sé que sientes rabia, enfado, enojo” ayúdale a identificarlas. Ahora si es el momento de abordar la situación, antes no. Baja a su nivel y háblale a su altura.
- Sé amable y firme al mismo tiempo. “ entiendo que estés enfadado pero no voy a permitir que pegues, rompas cosas o pidas las cosas de ese modo”
- Cuando haya pasado la tormenta, pregúntale por lo sucedido, que ha pasado, que podemos hacer la próxima vez para que no ocurra, busca con él qué alternativas podemos usar cuando sientan rabia o enfado. Ofrécele alternativas si aún es pequeño.
La maternidad y la paternidad no son algo sencillo. Las rabietas son algo normal, forman parte de su evolución y con el tiempo se solucionan, prueba el poder de los abrazos y confía en él, seguro que te sorprende.
*Ruth Alfonso Arias, Educadora Infantil y Educadora de familias de Disciplina Positiva.
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