Campamentos de verano en la nueva normalidad: beneficios para los niños y los padres
Los expertos inciden en que estos centros son esenciales para que los padres puedan conciliar, pero, sobre todo, en ellos se "fomenta la convivencia, la autoestima y autonomía"
Estas vacaciones serán distintas. Adrián y Pablo pasarán el verano en la casa que tienen sus abuelos en un pueblo cercano a la capital. Este periodo estival será diferente a anteriores en los que ambos asistieron durante quince días, junto a algunos amigos, a un campamento de verano situado en Castilla y León. La aparición del coronavirus ha trastocado los planes que muchas familias tenían previsto realizar durante estos meses, entre ellas, el que sus hijos disfrutaran de unos días al aire libre con iguales, ya fuera en la costa o en el interior. Unos días de distanciamiento entre padres e hijos que sirven para que los chavales vivan experiencias distintas y aprendan valores como la solidaridad, el trabajo el equipo, la empatía, el respeto, el autocontrol o a desarrollar habilidades sociales. Además, este tipo de actividades son una herramienta que permite a muchos progenitores conciliar con sus trabajos durante el periodo de vacaciones escolares. El principal motivo por el que los padres de Adrián y Pablo se han decantado por el pueblo es la incertidumbre de cómo se controlará el coronavirus en este tipo de grupos y, también, por la tardanza de muchas Comunidades Autónomas en ofrecer información sobre los protocolos aprobados para el desarrollo de estas actividades en la “nueva normalidad”, lo que les ha impedido estudiar la elección del lugar.
En España, más de cuatro millones de niños disfrutan cada año de las distintas actividades que organizan las entidades dedicadas al ocio y especialmente a los campamentos de verano. Se trata de un sector que cuenta con aproximadamente 37.800 empresas con un volumen de facturación anual que alcanza más de 8.600 millones de euros y que genera 200.000 empleos directos. A principios del mes de abril, el Colectivo Nacional de Campamentos de Verano lanzó un manifiesto con el objetivo de ayudar al Gobierno a regular esta actividad en un verano tan “atípico” como este. La intención de este documento, según explica su portavoz José Manuel Fernández, fue “buscar un consenso para crear un marco regulatorio único y evitar 17 modelos de campamento ante la crisis de la covid-19”.
Mes y medio después de ver la luz este manifiesto, se publicó en el BOE la Orden SND/458/2020, de 30 de mayo, para la flexibilización de determinadas restricciones de ámbito nacional establecidas tras la declaración del estado de alarma en aplicación de la fase 3 del Plan para la transición hacia una nueva normalidad. Dicha normativa “permite la realización de actividades de tiempo libre dirigidas a la población infantil y juvenil, siempre que se cumplan las medidas de higiene y prevención previstas en esta orden”. Y deja en manos de cada una de las Comunidades Autónomas (CCAA) su legislación. Un hecho que, en opinión del portavoz del Colectivo, ha generado “muchísima desconfianza e incertidumbre, que es finalmente lo que ha ocurrido”. Una circunstancia que, según José Manuel Fernández, ha causado “una situación alarmante que se traduce en que el 40% de las empresas organizadoras de campamentos no abrirán sus puertas este año y, de estas, cerca del 60% están abocadas al cierre definitivo. Siendo las pérdidas acumuladas hasta junio de un 70% de la facturación anual”.
José Manuel Fernández lamenta que, pese a buscar una mesa de diálogo con el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social para explicarles cómo funciona un campamento desde el punto de vista práctico, “no hayamos recibido ninguna contestación y tampoco haya querido que fuéramos un órgano consultivo. Solo hemos logrado que nos informaran de los borradores que iban redactando para ofrecerles nuestro punto de vista. Estas aportaciones nuestras se han incluido en los textos de algunas CCAA, por lo que consideramos que nuestro trabajo no ha sido en balde”.
Desde el Colectivo Nacional de Campamentos de Verano se asegura que algunas Comunidades han realizado protocolos minuciosos, como pueden ser Madrid, Castilla y León o Cataluña, “pero el problema es que todo esto ha llegado muy tarde, ha llegado con un mercado prácticamente arrasado”. José Manuel Fernández afirma que de entre las CCAA que ha desarrollado protocolos adaptados a la “nueva normalidad”, sin duda, la catalana ha estado a la cabeza: “Esta comunidad legisló el 8 de mayo. Pero no solo esto, su presidente animó a los padres a que sus hijos asistieran a los campamentos, haciendo una campaña institucional, multiplicando las becas por cuatro”.
Pese a toda esta falta de previsión, el portavoz del colectivo sostiene que sería necesario garantizar que los niños y niñas puedan acudir a los campamentos de verano por todos los beneficios que aportan: “disfrutar de un verano diferente, vivir experiencias que a lo largo del año no tienen, pero también compañerismo, convivencia, autoestima o autonomía. Para los más pequeños, poder vivir un campamento es una vivencia que solo suma. Para las familias, el que sus hijos se separen un poco de ellos, en un entorno seguro, les aporta tranquilidad, además de favorecer la conciliación, que es lo primero que se destaca. Aunque para nosotros lo verdaderamente importante es el efecto positivo que tienen entre los niños y jóvenes”. Además, este año es más necesario que nunca la labor de los campamentos de verano, después de los dos meses confinamiento que ha vivido la población infantil por la pandemia. “Son muchos los estudios que hablan de la importancia que tienen para los niños salir de este confinamiento viviendo experiencias en entornos seguros, encontrándose con sus iguales y viviendo una cierta normalidad. Todos tendremos que aprender a convivir con el virus, pero podemos enseñarles que se puede disfrutar con ciertas medidas de cautela”, concluye José Manuel Fernández.
El Grupo de Trabajo de reapertura de centros escolares de la Asociación Española de Pediatría (AEP) también es partidario de que se pueda realizar cualquier actividad que permita a los niños volver a su "normalidad" y dejar atrás estas semanas tan duras de confinamiento y la situación de la alerta vivida. Por lo tanto, la propuesta de los campamentos para los niños es bienvenida, “muy deseable, si son actividades prioritariamente al aire libre. Siempre y cuando se sigan unas normas básicas que minimicen el riesgo de contagio para ellos y hacia los demás (sobre todo hacia los adultos, que son los más vulnerables a la enfermedad por Covid-19)”. Entre los grupos de edad que podría estar desaconsejado su incorporación a este tipo de actividades estaría, según la AEP, “los niños más pequeños ("Infantil") que es el grupo en el que es más difícil asegurar que las medidas de prevención se respeten. Creemos razonable que la reincorporación de niños mayores debería preceder a la de los más pequeños, pero esto puede hacerse en una fase de escalada, dejando pasar 1 semana entre cada grupo (de mayor a menor). Las edades ideales para asistir a campamentos son los mayores de 6-7 años que facilitan la tarea de los monitores y adultos responsables del campamento. En caso de niños con enfermedades de base, la AEP recomienda que sea su pediatra quien decida la actividad más conveniente según su enfermedad”.
Entre las medidas de prevención y seguridad que señala la AEP para los campamentos estarían las mismas medidas de prudencia que hemos propuesto para la vuelta a las clases.
- Mantener una buena ventilación de los espacios cerrados, maximizar las actividades al aire libre, intentar garantizar una distancia física de por lo menos 1.5 metros, y el uso de mascarillas para los grupos de edad en las que están recomendadas, siempre y cuando esta distancia de seguridad no se pueda mantener.
- · Las medidas de higiene por descontado deben ser también muy estrictas. En actividades que impliquen pernoctar, se debe asegurar una buena ventilación de los espacios para dormir, y asegurar la distancia mínima entre las camas. Si alguien está enfermo, deberá volver a casa.
La AEP mantiene que permitir estas actividades de ocio debe ser la norma, pero insistimos, “siempre y cuando no se pierda la percepción del riesgo asociado, y se mantengan las medias necesarias para minimizar el riesgo para los niños y para los demás”.
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